(Netflix. 9 episodios: 18/10/2019) |
Contiene spoilers
De chasco en chasco y tiro porque me toca, el turno ahora para las decepciones llega para La casa de las flores. Su segunda temporada nada ha tenido que ver con la frescura, el desparpajo y la diversión de su primera temporada. Ni siquiera la diosa Pau-li-na ha podido salir a rescatar el desastre perpetrado.
¿Por qué vergas ha pasado esto? ¿Tiene que ver con la desaparición (muerte) del personaje matriarcal de Virginia de la Mora? Seguramente no sea el único motivo, pero lo que podría ser un punto de partido poderoso para dotar a la segunda temporada de una personalidad propia, configurándose a partir de la confrontación entre sus descendientes, no ha sido suficiente.
Creo que el director Manolo Caro ha basado demasiado la continuación en el perfil carismático de sus personajes. Iban a protagonizar algo aunque no se supiese qué. Paulina, por ejemplo, que se había mudado a Madrid con su maridoesposa María José y su hijo Brunito (su acento "madrileño" es lo más divertido, aunque al mismo tiempo cargante, un poco algo parecido a lo que pasó con la forma entrecortada y pausada de su madre), va a moverse por el odio que ha generado hacia Diego, que había robado a la familia para después largarse (y nuevamente regresar, jurando que quien robó el dinero fue la propia madre). Ese odio prevalece por encima incluso de restaurar la casa de las flores de las garras de los Chiquis, y no se entenderá muy bien en algunos momentos.
Julián seguirá en su línea anárquica: ha tenido un hijo con su novia o ex novia Lucía, Namibia (nombre que horroriza a todo el mundo, que tiende a confundirlo con África o similares), no ha olvidado a Diego, y sigue exhibiendo su promiscuidad y su futilidad allá donde quiera que va. Es un muchacho que no sirve para nada, educado en una burbuja que amenaza con explotar.
El giro de Elena es que la convierten en una adicta al sexo. Después de romper con su prometido o marido Dominique y de que no fructificase su relación con su hermanastro Claudio, ha ido de flor en flor, poniendo incluso en peligro su trabajo como arquitecta. El último fiasco ha sido el derrumbe de uno de sus edificios. Su último encargo, además, choca con sus intereses familiares, ya que no es otro que darle forma a que la antigua casa de las flores se convierta en un acuario. La terapia que le propone Delia, otra adicta, en una peluquería, le llevará a otra nociva relación, esta vez con un cura.
Más estrambótica y patética es la evolución de Ernesto, que se deja abducir por una secta que solo busca su dinero. Ni siquiera las advertencias de su amigo Cacas, ya salido de la cárcel, le llevan a recelar. Incluso cuando todos los miembros invaden la mansión, reacciona.
Aunque para extraña, la trama del "México most's talents" en la que Micaela (también más divertida en su inicio como adolescente contestona) primero se busca un sitio como maga y luego como cantante. La sensación es que había que meter a Gloria Trevi (miembro del jurado) más que justificar que la niña buscase el premio en metálico para reflotar a su familia.
Por último, la relación elidida entre Virginia y el amante español Alejo (pésimo actor), en la que se mezcla Paulina, tampoco satisface del todo. Otra serie que lo ha fiado mucho a una tercera temporada ya confirmada, por desgracia, ya que les ha hecho no centrarse en lo que había por delante. Normal que así se extienda la idea de que segundas partes nunca fueron buenas...
Comentarios
Un beso
He visto la segunda temporada, y no me ha gustado tanto como la primera (yo sí estoy convencida de que la ausencia de Virginia ha tenido mucho que ver en la caída). Pero aún así me vi todos los episodios de corrida, vienen bien para pasar el rato. A ver la tercera... (aunque imagino que tú igual ya has tirado la toalla con esta serie)
Besos