(Netflix. 13 episodios: 23/08/2019) |
Contiene spoilers
Lo peor que le pasa a las 13 razones que vimos para seguir las grabaciones en cinta de casete de la estudiante Hannah Baker es que daban para lo que daban y ahí debería haberse acabado la serie. Si en vez de 13 reasons why ahora tuviéramos una especie de secuela llamada Liberty o Super Clay Jensen, creo que funcionaría mejor. Así podrían haberse alejado de esa estructura tan cerrada de ofrecernos episodios centrados en un personaje.
Tampoco le sienta bien jugar a descubrir quién es el asesino, en este caso del malo de la película, Bryce Walker, justo cuando el muchacho se estaba empezando a dar cuenta de que eso de ir violando indiscriminadamente no es tan guay como se pensaba (sobre todo porque tienes que ir a juicio y coges merecida fama de violador). Y no le sienta bien porque juega a que en cada episodio hay un giro efectista y un nuevo probable asesino. Por un momento parecía que estábamos ante un asesinato en masa y todos eran culpables.
Para la policía, sin embargo, el principal sospechoso es Clay Jensen en parte por esa manía de los personajes de amenazarse constantemente de muerte, con testigos o vía redes sociales, para que quede más constancia. Así que Clay, que ha montado una red colaborativa para asistir a Tyler Down, el coprotagonista de la segunda temporada por esa brutal violación que sufrió a manos de Montgomery de la Cruz (manos que sujetaban el palo de la escoba), se encuentra con un alud de preocupaciones.
Porque Clay, ahora implicado, solidario, dado a sacrificarse si hace falta, es el alma de ese grupo de amigos que se cubren entre sí y que se protegen las espaldas. Aunque en un principio alguno alberga dudas respecto a Tyler, pronto la evolución del chico y su agradecimiento les demuestra que interesarse por el prójimo y conformar un núcleo estable y protector entre las amistades merece la pena. De hecho, lo que más merece la pena de esta tercera temporada es todo lo referente a Tyler.
Es lo más emocionante. Cuando Jessica Davis realiza su discurso hablando de los supervivientes a los abusos, el momento clave llega con Tyler que, amparado por la presencia de su protector y mejor amigo Clay, se levanta y hace pública su violación. Si la serie merece aún la pena es porque te hace reflexionar sobre el bullyng, los maltratos y las violaciones, a menudo incluso auspiciadas por determinados entornos. El propio Bryce se da cuenta gracias a Tyler de que no solo se trata del acto en sí, sino de la cantidad de veces que la víctima revive el ataque.
Si las luces de la serie se las lleva Tyler, las sombras se las reparten dos personajes: Bryce Walker de Calcuta y Ani Achola (Grace Saif). El blanqueamiento de la imagen del primero roza por momentos lo indecente, aunque bueno, al final pongamos que aceptamos que el chico ha cambiado, tiene más matices de los que vimos en los episodios precedentes y se ha dado cuenta de sus errores (aunque la cabra tira al monte, como demuestra cuando le rompe la pierna a Zach Dempsey en la famosa pelea en medio del partido de fútbol. Y todo porque su ex novia Chloe Rice se lleva bien con él).
Lo de Ani no se soluciona ni sabiendo que esas declaraciones suyas que funcionan como voz en off a modo casi de narradora (odio ese recurso en series) sirven para que Clay se libre de la cárcel. Su forma de mentir y manipular es proporcional al estupor que te produce ver cómo se acuesta con Walker. Se une al estupor de saber que en poco tiempo una alumna nueva ha conseguido entrar dentro del círculo de Liberty y que todos confíen en ella, empezando por Jensenator.
Poco más o nuevo bajo el sol de esta tercera temporada que de todas maneras endereza en parte el estropicio que produjo esa segunda temporada marcada por el paso en tribunales del caso de Hannah (ya relegada al olvido y apenas presente en un par de menciones pasado el ecuador del metraje), que produjo situaciones deplorables y giros narrativos inaceptables (por no hablar de que no había por dónde coger el caso que Olivia Baker, cuya casi testimonial presencia un episodio no quita para que sea de lo mejorcito, planteaba al denunciar al instituto).
Lo de menos es conocer quién mató a Bryce, o ahondar en lo que ya conocemos: que Tony Padilla es un tío legal en quien se puede confiar por más que los problemas le lleguen en forma de deportación a sus familiares; que Justin Foley es encantador pese a que vuelve a sus andadas drogadictas; o que Alex Stendall sea casi un cero a la izquierda incluso antes de que Jessica le deje por Justin. Su escena con la prostituta-psicóloga, aunque podría ser bastante realista, no termina de encajar del todo.
De todas maneras, como otras ocasiones, los 13 episodios, por más que den vueltas y retuerzan bastante las situaciones, son entretenidos de seguir y los pros aún resisten los muchos contras.
Comentarios
Un beso
Besos
Aún así, leeré tu reseña, que tengo mucha curiosidad por saber que cosas no te han convencido
Un beso