(HBO. 7 episodios: 10/06/2019 - 21/07/2019) |
Contiene spoilers
Puede que añadir una segunda temporada a una serie que quedó bastante bien cerrada (reseña aquí) sea un ejercicio de demasiado riesgo, casi una invitación al sector hater (o, como diría Paquita Salas, hijos de puta) a denostarla y echarla al fuego de lo innecesario, al demagógico ejercicio de estirar un chicle que puede arrojar más ganancias, aunque sea en perjuicio de la calidad final.
Big Little Lies tenía toda esa pinta, aunque un fichaje empezó a cambiar esa percepción, el de (palabras mayores) Meryl Streep, interpretando ni más ni menos que a Mary Louise Wright, la madre de Perry Wright, que moría "resbalando" por las escaleras durante una de las fiestas prototipo de Monterrey.
Y aunque ha corrido excesivos riesgos, sobre todo teniendo en cuenta que los primeros episodios (sobre todo el primero) no añadía más que saber de las vidas de las ahora llamadas "Cinco de Monterrey" un año después, con los traumas derivados a la decisión de las cinco de no contarle a nadie lo sucedido (recordemos que Bonnie fue el detonante de ese resbalón), gracias a un final de traca consigue rehacerse y crecer y, si no conseguir que los espectadores pensemos que la segunda temporada era necesaria, sí alabar la manera de cuadrar los resquicios de los personajes.
Con respecto a la primera, el foco se reduce a las cinco mujeres que comparten el secreto, atosigadas por la incómoda presencia de Mary Louise, en principio en la propia casa de Celeste (será cuestión de espacio en esa casa...). Apenas conseguirá librarse de ese masivo protagonismo Ed, que se entera de que Madeline le fue infiel, y Gordon, el marido de Renata, que le ha hecho el "regalito" de dejarle un pufo millonario metiéndose en negocios fraudulentos que les llevan a la bancarrota.
Porque Nathan se queda reducido a pseudocómicos encuentros con Ed para pelearse entre sí, Abigail (la hija mayor de Madie) apenas se opone a ir a la universidad y los niños quedan confinados al fondo de armario (una pena sobre todo por Chloe, la pequeña de Madeline). Ni siquiera la "destroyer" Amanda (la directa psicóloga de Celeste) aparecerá en los episodios finales.
El nudo de la trama principal consistirá en la pugna legal de Celeste para que no prospere la reclamación de Mary Louise, que le quiere quitar la custodia de sus hijos alegando que su nuera es un peligro para ellos (tiene un accidente con el coche por culpa del somnífero, empuja a su hijo Max en un arrebato de ira, por no hablar del episodio sexual con el camarero y que no olvida los momentos más tensos con su marido, a quien echa de menos de una manera enfermiza).
El personaje de Mary Louise es otro logro interpretativo de Meryl Streep. Este personaje antipático, desagradable y enfermizo te repatea los hígados porque busca hasta la extenuación provocar a sus interlocutores, atacando donde más duele, además de que no acepta las acusaciones de Celeste y luego de Jane sobre la violencia de su modélico hijo. Llega hasta el punto de que la calmada Celeste le arree una soberana bofetada, por ejemplo. Por si fuera poco, sospecha bastante del accidente de su marido, algo que se une a que la investigación policial recela de la versión oficial.
Celeste irá creciendo y superando sus traumas hasta defenderse a sí misma durante el juicio para por fin plantar cara a ese personaje que se había crecido de la mano del despreciable abogado Ira Farber (el siempre fiable Denis O'Hare interpreta otro ejemplo de cómo la profesionalidad en ese gremio se interna en nauseabundas sendas, como pasara en The Fall).
Madeline va quedando arrinconada en ese proceso a ser un apoyo incondicional a su amiga Celeste, mientras trata de rehacer la situación con Ed, que no le perdona fácilmente la traición sufrida. Aunque el papel de Ed roza lo desagradable e incluso flirtea con la posibilidad de devolverle los cuernos, toma la decisión de renovar los votos y actualizarlos por así decirlos a la actualidad, de manera más realista que cuando se casaron sin conocerse tanto o conocer lo que es el matrimonio.
Bonnie parece en todo momento el eslabón más débil, la más tocada anímica y moralmente, y bordea la posibilidad de confesar lo sucedido rompiendo la disciplina de grupo. La llegada de su madre, Elizabeth (Crystal Fox), complica su situación, porque la relación con ella ha sido tormentosa desde pequeña (era una mujer impaciente que llegaba al maltrato físico), aunque paradójicamente el derrame cerebral que sufre en la fiesta temática de los 70 para celebrar el cumpleaños de Amabella, la hija de Renata, las acerca justo antes de que muera. Lo que le escribe y le lee, todo eso que se ha guardado para ella, la hace crecer y afrontar sus propias incoherencias y contradicciones y por eso le confesará a Nathan que no le ama.
A Jane le llega una segunda oportunidad para superar lo de Perry por medio de Corey (Douglas Smith), un compañero de trabajo con el que inicia una relación sentimental, un chico dulce y paciente que se lleva muy bien con Ziggy (quien descubre quién era su padre y que es medio hermano de Max y Josh, los hijos de Celeste), y poco más en referencia a esta mujer que se queda un poco desbancada en relación a sus cuatro amigas.
Y por último Renata, que por momentos le usurpa el protagonismo y el histrionismo a Madeline, porque el tema del marido la deja en una situación muy desfavorable. "No quiero dejar de no ser rica", llegará a declarar. Más allá de lo material, lo que le duele es la traición de Gordon, traición doble porque se enterará de que su niñera tenía sexo con él y de manera casi remunerada (el papel de la chavala se las trae, porque mira que declarar en el juicio que se le debía una cantidad económica por esos servicios...), de ahí que su escena final armada con el bate de béisbol arramblando contra la colección de juguetes de su marido, es más que justicia poética. Además, se dará cuenta de que más que el dinero, lo importante es arropar emocionalmente a su hija Amabella.
El final abierto podría ser un tanto más cuestionable, con las cinco de Monterrey acudiendo juntas a la policía, es de suponer que para confesar lo que sucedió realmente con Perry. No por el hecho de que no veamos las consecuencias penales o judiciales de este no sé si homicidio involuntario, sino por la efectista y no tramada reunión en el mismo momento. De todas maneras, aunque solo sea porque se genera un interesante debate en torno a las actuaciones y procederes de los distintos personajes.
Comentarios
Besos
Espero que se solucione!!
Un beso
Un beso