(HBO. 7 capítulos: 19/02/17 - 02/04/17) |
Una vez subsanada la confusión de creer que el título de esta miniserie tenía algo que ver con el culebrón adolescente de Pretty Little Liars (¿HBO está desesperada, necesitarán esta serie para promocionar la llegada a España?) y comprobar que ni Nicole Kidman ni Reese Witherspoon se habían vuelto locas y se habían metido en un proyecto disparatado, nos pusimos manos a la obra con esta pequeña joya.
Una factura impecable, una BSO muy variada y recomendable, empezando por la canción de la intro, Cold Little Heart, y un reparto de lujo serían los primeros reclamos. No se trata tan solo de ver los pequeños dramas de mujeres blancas acomodadas en una urbanización de lujo, ni de disfrutar de paisajes idílicos desde casitas a pie de playa. Y aunque el argumento no es que sea para tirar cohetes, la intriga está brillantemente dosificada hasta un final que no escatima en explicaciones, alejándose de esa tendencia a dejarlo abierto.
Una mamá soltera, Jane Chapman (Shailene Woodley, cuyo mayor mérito es no morir abducida o deglutida por la Kidman y la Witherspoon), decide empezar de cero al norte de California, en la lujosa urbanización de Monterrey (una decisión que ni su madre entiende bien), sobre todo por su pequeño hijo Ziggy (muy bien Iain Armitage, tónica general en cuanto al sector infantil).
El primer día en la escuela se tuerce cuando una niña le acusa de haberle pegado, algo que el niño niega. Lo que en apariencia es algo intrascendente, pronto se nos relaciona con el eje de la trama, puesto que pronto se nos dice que en la fiesta temática de Audrey Hepburn y Elvis Presley que organiza el colegio ha habido un asesinato y los problemas con los niños están relacionados.
Si bien esa parte, la que más me recordaba a The Affaire, es la que más rechina, esta policía que está interrogando a todos los padres involucrados o los profesores y directores, diría que funciona si tenemos en cuenta la hipocresía imperante, cómo despellejan y destripan por detrás, por más que por delante te estén ofreciendo sus sonrisas más falsas.
El primer día de Jane y Ziggy podría haber sido infernal de no ser por Madeline. Madeline Martha Mackenzie (espectacular Reese Witherspoon: se habla ya de premiar a Nicole Kidman, pero, sobre todo en los primeros episodios, quien sostiene el equipo es ella) parece una bruja de cuidado; sin otro trabajo que cuidar la casa y llevar a los niños al colegio, ayuda en sus ratos libres a que una obra de marionetas pseudosubversiva salga adelante.
De lengua afilada y pronto rápido, detesta a la nueva pareja de su ex y desdeña un poco a su Ed (Adam Scott, tanto con barba como sin ella en el último episodio, borda a este personaje un tanto plano en apariencia, el típico buenecillo que parece no haber roto nunca un plato), trae por la calle de la amargura a su hija adolescente Abigail (Kathryn Newton) y se las tiene tiesas con la contestona pequeña de la casa, Chloe (Darby Camp, para mi gusto, es la campeona del sector infantil, y hasta te gustaría que tuviera más cuota de protagonismo). La típica mujer que más te vale caer bien, porque si te enfila, prepárate.
Pronto vemos que hay más en Madeline. Por ejemplo, su implicación con la obra de la comunidad oculta un interés más concreto en el director de la obra, Joseph (Santiago Cabrera). Puso los cuernos a Ed, y es más motivo de desequilibrio incluso que su ex, Nathan (James Tupper), casado a su vez con una especie de chamán del yoga, Bonnie (Zoë Kravitz, de quien me entero ahora que es hija de Lenny, OMG).
El caso es que Madeline se hace amiga de Jane, y arrastra de paso a su otra amiga Celeste (Nicole Kidman), una tía alta y espectacular, que en principio protagoniza la vida perfecta con su también perfecto marido Perry (Alexander Skarsgard, Eric de True Blood) y sus dos perfectos gemelos. Triunfadores, encantadores, preciosisímos, en realidad guardan un secreto: su derroche de pasión, que encubre realmente los malos tratos que recibe Celeste, que ha dejado su brillante carrera de abogada para ocuparse de los niños, mientras que el inestable y manipulador de su marido se desahoga con ella cuando le llevan la contraria. Por más que visitan especialistas, no parece probable que él vaya a cambiar. Por eso la psicóloga (o psiquiatra) Amanda (Robin Weigert, la secundaria más destacada) la urge a tomar decisiones drásticas.
Es la principal baza de esta serie: todas guardan secretos y se escudan en mentiras. Tanto Madeline, como Celeste, como la propia Jane, que tarda en confesar que Ziggy es fruto de una violación. Como el pasado de Jane era bastante fiestero, no sabe muy bien quién fue, aunque guarda un revólver por si se lo puede cruzar. A estas tres mujeres, que protagonizan una escena haciendo footing las tres, como muy hermanadas ellas, hay que sumar a la ya mencionada Bonnie, y a Renata (estupenda siempre Laura Dern), otra triunfadora que sin embargo ver con impotencia cómo su hija está amedrentada por un matón en el cole. Pocas veces se ha visto una serie con un póker tan poderoso de mujeres al poder.
Lo mejor de Big Little Lies es que mantiene la intriga a la perfección, y sus capítulos siempre dan motivos para querer saber más, tanto en el plan familiar, como en el del homicidio. Gran fotografía, escenas que se quedan guardadas en la retina (el raquetazo en el miembro de Celeste, el botón desabrochado de la camisa de Madeline abriendo la nevera...) y del gran reparto, yo destacaría sobre todo a Whiterspoon, Skarsgard y Scott, aunque todos están estupendos. Si a esto añadimos que trata el tema de los maltratos y hay un cierre que garantiza una comprensión total de lo sucedido, sin elipsis desesperantes ni finales abiertos un tanto frustrantes, tenemos un producto totalmente recomendable.
Comentarios
Hay una frase especialmente hiriente: "Como el pasado de Jane era bastante fiestero, no sabe muy bien quién fue, aunque guarda un revólver por si se lo puede cruzar". Dejémoslo en que no me ha parecido tu crítica más afortunada.
A pesar de todo, sigue así, te considero una referencia a la hora de valorar las series del momento.
Por último, respecto a la frase hiriente, me explico: Jane debía de estar borracha o drogada para no saber con qué tío se había acostado y le cueste tanto reconocerlo. Lo de fiestera se ve también cuando está en el coche y sube el volumen de una canción y pisa el acelerador.
Un saludo