(Netflix. 13 episodios: 08/02/2019) |
Una de las ventajas o desventajas de no haber podido actualizar el blog es que puedo realizar la reseña de esta serie sabiendo que han confimado su cancelación. Al parecer, no la veía suficiente gente. Supongo que el perfil de espectador es muy escaso, entre que los protagonistas son latinos, se trata de la actualización de una serie antigua y, en general, no es muy complaciente con el gusto medio del espectador que busca una comedia sin referentes que lo anclen a la realidad.
Así que orientaré la revisión de esta temporada a términos más generales, con una conciencia que esta temporada realmente no ha tenido, puesto que no existe una vocación de cierre, ni mucho menos. Nuestros personajes, los Álvarez, han seguido gestando su evolución pese a los estrechos márgenes que un producto que no llega a episodios de media hora. Normalmente, las situaciones que monopolizan cada capítulo se sobreponen a la pintura de caracteres, aunque no es este el caso.
Sí, se trata de una serie blanca, que nos muestra una familia bastante idealizada, en la que se sobrepone el buen humor o el buen rollo a otras consideraciones más realistas; pero al mismo tiempo es de las pocas comedias que van más allá y tocan temas más espinosos o que no se ven con tanta frecuencia en la tele: la homosexualidad, la depresión, el racismo... Solo por llevar a la pantalla temas más valientes merece la pena su visionado.
Que no haya sido seguida por más gente habla peor de los espectadores que no se han subido al carro que por los que sí nos hemos interesado por unos personajes que merecían la pena: Lydia, esa abuelita incombustible y coqueta que sobrepone su carisma a sus actitudes desfasadas y machistas; o la matriarca Penélope, incombustible en su optimismo y su fuerza por sacar su familia adelante (aunque en ocasiones eso implique una sobreactuación por parte de la actriz); Elenita, todo un icono por su declaro lesbianismo, y uno de los personajes con más recorrido de la serie; e incluso Alex, el benjamín, que supo salir de ese enfoque de niño mimado por la abuela y que es más responsable de lo que parece.
Por no hablar de otro de los bastiones principales: esos geniales secundarios encabezados por Scheider (cuya recaída en el alcoholismo podría haberse evitado, por más que esté más que justificado tras el paso de su repelente padre); Syd, la novia de Elena, una friki adorable que da toda una lección de cómo afrontar con tu pareja el espinoso tema de la primera vez; y Leslie, el eterno pretendiente de Lydia, ese pagafantas genial que nunca superará la friendzone.
Quizá en esta temporada no dan tanto la talla otros secundarios, como Mateo (Alex Quijano), la nueva pareja de Penélope a pesar de que la chispa está más que mojada, o que otros personajes que podrían haber dado más de sí se quedan en un simple cameo, como la prima Mirtha (ni más ni menos que la autora de la canción del inicio, Gloria Estefan). Quizá también es la temporada con menos puntos humorísticos (exceptuando la clon de Penélope que se busca su ex marido). Pero seguramente no se haya merecido la cancelación.
En cualquier forma, ya que ha llegado hasta los 39 episodios, es una inmejorable opción veraniega cuando hayas agotado las series que querías ver y pretendas algo ligero que no requiera de mucho esfuerzo (casi ni leer subtítulos, dado el frecuente empleo del español).
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