(BBC. 4 episodios: 09/01/2012 - 30/01/2012) |
Un debate que estaría lejos de resolver vendría en relación a la duración de las series. Es complicado dilucidar cuál es la duración ideal (depende del formato y de lo que se quiera contar, claro), pero cerca de ese rango ideal estarían las series británicas, con formatos más breves que lo que acostumbran al otro lado del charco. Nos olvidamos de los típicos capítulos para rellenar, las tramas secundarias que no sabes bien qué pintan o derivaciones de la trama un tanto baldías.
Con Luther pasa igual. Después de acabar la temporada anterior en todo lo alto, un año después (para los pobres que tuvieron que esperar dicho año) se nos resitúa el tablero de juego y entramos directamente en materia: más malos malísimos a los que atrapar y más detective sui generis para abaratar sus planes. Fórmula sencilla, pero muy efectiva.
Contiene spoilers
Lo primero es una cierta decepción: saltamos un poco en el tiempo, vemos a Alice en una institución encerrada y parece que ella se ha llevado las culpas del asesinato de Ian (en parte, con algo de razón). No hubiera estado de más proseguir donde lo dejamos. Ver las consecuencias del error de la jefa Rose Teller al confiar más en Reed que en Luther. Habrá que presumir que está en la p*** calle. Tampoco explotan tanto como me hubiera gustado la relación que establece con Mark North.
En esta ocasión, nos vamos a centrar en dos casos. Primero, el del huidizo tipo de la máscara, y después el imperturbable asesino de los dados. Entre medias, John devastado aún por la muerte de Zoe y metiéndose en problemas. En esta ocasión, porque se siente responsable de la situación de la hija de uno de sus arrestados. Un poco a calzador se nos mete esta (importante) trama, pero es lo de menos. Lo de más serán las resoluciones.
En esta ocasión, nos vamos a centrar en dos casos. Primero, el del huidizo tipo de la máscara, y después el imperturbable asesino de los dados. Entre medias, John devastado aún por la muerte de Zoe y metiéndose en problemas. En esta ocasión, porque se siente responsable de la situación de la hija de uno de sus arrestados. Un poco a calzador se nos mete esta (importante) trama, pero es lo de menos. Lo de más serán las resoluciones.
Da la impresión de que han dejado bastantes cabos sueltos en esta temporada. La obligación moral que siente Luther respecto a Jenny Jones (Aimee-Ffion Edwards, Esme Shelby en Peaky Blinders), la hija de la hiperoperada Caroline Jones (Kierston Wareing), esposa a su vez de un tipo que arrestó en su momento John de mala manera, no me parece muy bien explicada más allá del arranque quijotesco en cuanto a ese desinterés por sacar a una chica joven de una sucia y clandestina red de porno duro.
Quizá es que estoy influido por la actriz, a quien he debido de coger asco como Esme en Peaky Blinders, y sigue cayéndome mal pese a que el suyo es un papel muy positivo en tanto que supone para John una tabla de salvación (no hay que olvidar que partimos de una nueva escena con ruleta rusa incluida).
O quizá también es que mi personaje favorito, Alice, tiene una cuota de pantalla mínima. Cuando se produce la conversación en la que ella le propone huir a México o donde sea, no sé por qué en ese mismo instante no cambiaron la cabecera y le dieron otro tono a la serie, trasladándonos a cualquier parte del mundo para ver ese tándem enfermizo y paradójico. Sea como sea, esperemos que no solo quede como simple mención a enemigos para asustarlos (tengo una amiga psicópata), sino que regrese y le sepan dar el juego que se merece.
Un punto a favor incontestable ha sido el "reciclaje" del inspector Martin Schenk (Dermot Crowley), que pasa a ser de asuntos internos y casi querer pillar a Luther para echarlo, a ser el jefe de la unidad de casos raros o de asesinos en serie. Pasa de ser casi un villano a un aliado más de John, en una relación casi de tú a tú en el que no faltan halagos del uno al otro, con momento destacado en la sala de interrogatorios amenazando a un testigo. En plan más secundario, Benny Silver (Michael Smiley) es otro que gana peso en la serie, pasando de informático ocasional a más regular. Algo bueno, porque cae bien.
Justin es otro con bastante protagonismo, sobre todo cuando en el primer episodio recibimos el WTF de que el de la máscara lo ha secuestrado, cuando todos pensábamos que iba a ser la nueva compañera, Erin Gray (Nikki Amuka-Bird, que también hace de poli en Five Days) la atacada por el hombrecillo. Ojalá hubiese sido así. Desde el primer momento, la química con John es nula, acrecentada su desconfianza desde la escena de la alarma de incendio. Ojalá ella aprendiera del sentido de fidelidad, que depende en gran medida de la escala de la valía de Luther.
Si en lo personal la salida de los infiernos sería el eje central, en lo profesional, el punto culminante de la genialidad de nuestro detective llega con la resolución del caso de los que acabamos descubriendo como gemelos psicópatas adoradores de los dados y los juegos de rol. Una jugada maestra para desactivar el efecto detonador y toda la parafernalia que se había montado el colega. Un gran final para una temporada quizá no redonda del todo, pero muy notable en general (el sobresaliente solo lo puede conseguir con Alice, claro).
Si en lo personal la salida de los infiernos sería el eje central, en lo profesional, el punto culminante de la genialidad de nuestro detective llega con la resolución del caso de los que acabamos descubriendo como gemelos psicópatas adoradores de los dados y los juegos de rol. Una jugada maestra para desactivar el efecto detonador y toda la parafernalia que se había montado el colega. Un gran final para una temporada quizá no redonda del todo, pero muy notable en general (el sobresaliente solo lo puede conseguir con Alice, claro).
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