(BBC. 6 episodios: 17/10/2010 - 17/01/2011) |
Al rellenar los datos de la fecha de emisión, solo cabe una pregunta: ¿por qué he tardado tanto en ver esta serie? En la extraordinaria línea de las producciones inglesas (Peaky Blinders, Sherlock, así a bote pronto), nos encontramos con una serie policiaca, un thriller en el que casi siempre tenemos casos muy complejos que solo la mente torturada y compleja del detective John Luther, y casi siempre por medios no muy ortodoxos, puede resolverlos.
Contiene spoilers
Aunque es indudable que Luther (Idris Elba) es el eje de la serie, tanto por el arranque en el que, persiguiendo a un asesino de chicas jóvenes tiene que tomar una decisión y es contraria a su código ético, como por otro tipo de cuestionables comportamientos, que en parte le han acarreado una suspensión de siete meses, uno de los méritos suyos es que los personajes secundarios toman una relevancia por momentos casi equiparable a la del protagonista.
Es el caso de Alice Morgan (Ruth Wilson, The Affair), uno de los personajes menos convencionales vistos en la televisión. Y es que empieza como la principal sospechosa del asesinato de sus padres, una psicópata con una gran inteligencia, y acaba siendo una especie de contrapunto que te hace pensar en los límites del bien y del mal, en lo que está bien y lo que está mal, ejes no siempre tan claros como debieran. John se equivoca en ocasiones y las intenciones de Alice a menudo son desinteresadas. Cuanto más los conoces, más quieres que prosigan esa extraña y casi enfermiza relación. Algo que escapa a toda lógica, pero que se entiende con una química invisible que hace compatibles a dos personajes opuestos.
Sí, quizá Morgan es menos pegadizo que Luther, pero para mi gusto Wilson le roba el protagonismo al mismísimo Elba, y eso pese a que por otra parte el papel asignado parece propicio al lucimiento, gracias a sus tareas deductivas, que a menudo recuerdan al mismísimo Sherlock (una versión más mundana y menos genial). Su debilidad evidente va de la mano de su esposa Zoe (Indira Varma, la serpiente de arena de Game of Thrones), de quien está profundamente enamorado.
Sus sentimientos contrastan con la realidad. Y es que Zoe está harta de que el trabajo de su marido sea lo principal. Y encima ha encontrado a otra persona, Mark North (Paul McGann), por el que le va a dejar. No. Zoe no suele encontrar el mejor modo de actuar, sobre todo con respecto a John, aunque este no sea capaz de verlo. Porque podría ver que le sigue utilizando porque aún no está preparada para desprenderse del todo de él. Y aprovecha la debilidad de su marido y juega en parte a dos bandas. Con Zoe me ocurre lo contrario que con Alice: no es que me haya alegrado cuando se la cargan, pero en una situación en la que te apuntan con un arma ella actúa como un catálogo de lo que no se debe hacer (es decir: tienes lo que te mereces).
El aspecto personal y el profesional es uno de los puntos más logrados. Si Luther no levanta cabeza desde que Zoe le dice la verdad, por otra parte en su trabajo marca diferencias. Ayudado por un en principio aparentemente pusilánime Justin Ripley (Warren Brown), el novato compañero que la jefa Rose Teller (Saskia Reeves) le asigna, sus métodos, aunque heterodoxos, parecen inevitables si se pretende desbaratar los planes de los malos.
Unos malos malísimos, empezando por la propia Alice y que están interpretados por grandes actores: un ex marine dominado por su padre también marine (Sean Pertwee, Alfred en Gotham); el "creepy" Burgess (Paul Rhys), que protagoniza uno de los momentos más repelentes, repulsivos y chocantes al chuparle la cara a una mujer que le abre la puerta de su casa; el aparentemente inofensivo conductor de taxi encubierto (Rob Jarvis), que dispara su pulsión asesina conforme los problemas se agudizan con su esposa (Nicola Walker), la cual protagonizará una reacción final que pondrá el colofón a uno de los mejores episodios; el frío asesino en busca de unas joyas, que dará lugar a uno de los vuelcos más alucinantes en la trama que he visto...
Sobre todo, a partir del episodio tercero, cuando los personajes están más definidos (John cada vez más cuestionado y temido por sus arranques de ira, Justin demostrando no ser un cachorro fácilmente impresionable pese a admirar a su mentor, Alice siendo la puta ama...), se establece una dinámica que es equiparable a cuando se pisa el acelerador. Y los capítulos 5 y 6 ya ponen a Luther en otra órbita, sobre todo porque nos llevan por unos derroteros y cuando te quieres dar cuenta, otro de los compañeros policías de John, quizá su mejor amigo, Ian Reed (Steven Mackintosh), se revela como corrupto, implicado en un asunto turbio del que no sabe cómo salir. Toda una coreografía del engaño para el espectador, que no ve venir la distracción de las joyas.
Cuanto más lo intenta, más se pringa, hasta llegar a ser el principal antagonista de la temporada, sobre todo porque traiciona a Luther y trata de inculparle del asesinato de Zoe. Por suerte, está Alice. Y la sorprendente colaboración de Mark, así como el apoyo incondicional y abnegado de Justin. Por si fuera poco, la temporada termina con una frase que define el estado de ánimo del espectador, deseoso de continuar con la segunda: What now? Pocas críticas le pondría, exceptuando el momento de la ruleta rusa en el segundo episodio, escena excesiva e innecesaria (aunque se ve que a los guionistas les gusta, porque la volveremos a ver). Una serie excelente, vaya.
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