Las chicas son guerreras. Irene Cívico y Sergio Parra. Montena

(120 páginas. 15,15€. Año de edición: 2018)
El título y la edición, además de la temática, son motivo suficiente como para que este libro resulte más que interesante. Sin embargo, he de decir que ha sido un tanto decepcionante, tanto por la falta de rigor como un tono un tanto tonto (que no desenfadado, como fracasadamente pretenden los autores). Vale que es una obra divulgativa, pero por momentos parece que insulta la inteligencia del lector. Claro que a lo mejor me dejo llevar por el enfado al ver la palabra 'crack' escrita 'crac', por mucho que lo recomiende la RAE: suena fatal y punto.

Lo mejor del libro, aparte de la idea de resaltar la valía de unas cuantas mujeres ahora que tanta falta hace que se pondere en su justa medida la importancia de ellas en la historia (porque reconozcamos que la historia, a pesar de su nombre femenino, es bastante machista), es una cuidada edición, desde la portada de tapa dura, pasando por unas hojas satinadas que dan gusto tocar, para acabar con el tamaño del libro.

No importa que cada mujer reciba apenas cuatro páginas, ni que hayan estructurado a todas las guerreras con una ordenación que siempre inicia con cuatro datos: "Fecha y lugar de nacimiento" (vamos de hecho de la más antigua cronológicamente, Hipatia de Alejandría, matemática y astrónoma, a la más contemporánea, Malala Yousafzai, luchadora por el derecho a la educación de las niñas), "Su mayor logro", "Su lema" y "Cópiale", para pasar a más datos, que casi siempre se quedan en un par de anécdotas más o menos  (más menos que más) superficiales. 

Entre medias, las ilustraciones de Núria Aparicio, que a mí personalmente me gustan, aunque es cierto que le dan un toque más de dibujos animados que de aspecto realista. Un nuevo elemento que habla de que es una obra pensada para un público entre infantil y adolescente.

¿A quién tenemos?:

Mary Shelley (la escritora creadora de Frankestain), Ada Byron ("la primera programadora de ordenadores de la historia", además de hija de lord Byron), Nellie Bly (que dio la vuelta al mundo en 72 días), Marie Curie (de quien destaca, además de su faceta científica, por la que logró dos premios Nobel, su lado más generoso), Lottie Dod (la "crac" en todos los deportes, especialmente en tenis), Alice Guy (la primera directora de cine), Virginia Woolf (una gran escritora del siglo XX), Coco Chanel (la revolucionaria de la moda), Clara Campoamor (que vendría a ser la precursora del movimiento feminista, además de la única representante española del libro), Agatha Christie (la escritora más leída y traducida de la historia), Amelia Earhart (la mujer que más alto ha volado), Frida Kahlo (pintora mexicana), Irena Sendler (la equivalente a Oskar Schindler, una enfermera que salvó la vida a 2500 niños en el gueto de Varsovia), Nancy Wake (espía de la Resistencia contra los nazis), Rosa Parks (la mujer que inició el movimiento de igualdad racial en Estados Unidos al negarse a ceder su asiento de autobús), Hedy Lamarr (actriz e inventora de algo así como el equivalente al wifi), Audrey Hepburn (celebérrima actriz solidaria), Susan Sontag y Annie Leibovitz (la una pensadora y la otra retratista, mujeres que fueron inseparables), Jane Goodall (defensora de los animales), Valentina Tershkova (la primera mujer en viajar al espacio), lady Gaga (la cantante), además de las ya mencionadas Hipatia y Malala.

No conocer a alguna de estas mujeres antes de leer el libro es ya motivo suficiente como para que se olviden las pegas que he indicado. Tal vez, si hubieran ampliado aunque fuera media página por cada mujer y el tono general obviara un tono coloquial que por momentos roza lo moñas, no sé si para suscitar la sonrisa fácil o avergonzar a alguien más avezado ("lógico, porque se tenía que estar un poco tururú para atreverse a volar en esas latas con alas", página 62; "Lo más fuerte de todo es que esta misión se mantuvo taína en secreto", página 102, por poner un par de ejemplos al azar), o si hubieran especificado el receptor, o hubieran optado por un enfoque más apropiado, estaríamos hablando de una obra imprescindible. Por desgracia, no llega a eso, aunque no deja de ser recomendable.

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