(280 páginas. 11,90€. Año de edición: 2014) |
¿Finlandia? ¿Qué sabemos de Finlandia, aparte de que obtienen muy buenos resultados en el informe PISA porque sus medidas educativas son de lo más avanzadas? Hace mucho frío y tienen pocas horas de sol. Qué mejor que un escritor finés escriba sobre su tierra y nos cante sus bondades. Pero claro, cuando la ironía y el humor negro son las herramientas principales, el resultado es una obra original, diferente y muy divertida.
No hace falta conocer la intrincada vocalización finesa ni indagar mucho más para disfrutar de esta novela, sobre todo porque uno de sus méritos es que en medio de la alocada road movie a la que se abocan los personajes, un grupo de potenciales suicidas, te trasladas de inmediato a los lugares con nombres imposibles que te mencionan, algo vital que te ayuda a saber que estás ante un buen novelista; entiendes un poco mejor, después de leer esta novela, las razones por las que Finlandia puede ser otro rincón a visitar, ya que te puedes componer un mapa mental de que es un país con historia propia y con unos habitantes marcados por algunos sambenitos. Como cuando nos dicen a nosotros que si los toros o la paella o el sol y las juergas y las siestas y nos debemos regir por esos estereotipos.
Sí, habrá muchos suicidios, hará mucho frío y los fineses tendrán un carácter particular, pero también habrá auroras boreales, habrá paisajes increíbles y habrá ganas de vivir si se encuentran los motivos. De eso va esta novela. De cómo unos personajes desesperanzados encuentran primero en la fraternidad de la camaradería y luego en ver lo positivo de la vida razones para aplazar dicho suicidio.
Dividida en dos partes y un epílogo y con un total de 35 capítulos, vamos conociendo un argumento que se escapa de los parámetros habituales que puedas encontrarte en la narrativa. El sentido del humor impregna casi todas las páginas y un tema que suele aparecer en literatura asociado de manera inevitable a la seriedad y a la tristeza, de repente cobra un sentido diferente, hasta casi jovial o festivo. Paasilinna consigue casi imperceptiblemente embarcarte (y embaucarte) en una aventura sin pies ni cabeza y al mismo tiempo reírse de tópicos y quedarse con lo realmente esencial.
Tras una especie de prólogo que resume lo que nos encontraremos en la novela ("El enemigo más poderoso de los finlandeses es la oscuridad, la apatía sin fin (...). Tal es el peso de la congoja, que muchos finlandeses ven la muerte como única salida a su angustia (...). Sin embargo, el finlandés es un pueblo de guerreros. Todo, menos rendirse"), empezamos en el día de San Juan con Onni Rellonen, un empresario de cincuenta años en crisis tanto por sus fallidas inversiones como por su matrimonio desahuciado, que decide quitarse la vida (otra vez) porque no encuentra motivos para seguir viviendo.
Sin embargo, en el pajar donde pensaba pegarse un tiro, se encuentra con un hombre a punto de colgarse, el coronel Hermanni Kemppainen, cuya esposa ha muerto de cáncer en invierno y le mantenían en reserva, que poco a poco irá adquiriendo más galones de protagonismo que el propio Rellonen. Después de conversar y filosofar, Rellonen propone reunir a un grupo de personas con el pensamiento de suicidarse para aplazar su resolución, además de motivos más pragmáticos e hilarantes (como descuentos en las tarifas de las esquelas). Llega a comparar a Kemppainen con el Moisés de la Tierra Prometida, que en este caso sería la propia muerte. Para rematar, ambos hombres coinciden en que "el acto debía llevarse a cabo con elegancia".
Así que deciden poner un anuncio en el periódico. "¿Estás pensando en suicidarte? No te precipites [jajaja]: no estás solo". La respuesta, a finales de la primera semana de julio, supera las expectativas de los dos nuevos amigos. Desde todas partes de Finlandia (Uusimaa, Turku, Pori, Häme, Savo, Oulu, Laponia), más de 600 personas contestan al anuncio. Necesitan una secretaria que les ayude a responder y ahí entra en juego la jefa de estudios de Toijala, Helena Puusaari, una mujer pelirroja de unos treinta aficionada a los cementerios.
Proponen una reunión en Helsinki, en un restaurante llamado Los Cantores, una especie de seminario de suicidiología, al que acuden más de doscientas personas, donde recaudan una gran cantidad de dinero a modo de fondo y toman la decisión de suicidarse en grupo. En total, unos sesenta. Incluso uno de los camareros, Seppo Sorjonen, a pesar de no albergar tendencias suicidas, quiere unirse al grupo. Él será la voz del optimismo, el Pepito Grillo que quiere resaltar lo bello de vivir.
Una treintena de potenciales suicidas se embarcan en un viaje hacia la muerte a bordo del autocar, Muerte veloz, conducido por Korpela (uno de los pocos que se niegan a explicar sus razones de quitarse la vida), que les llevará primero por Finlandia, después por otras partes de Europa (Suiza, Alemania, Francia, España y Portugal), con el objetivo claro de buscar el lugar ideal para quitarse la vida.
Claro que por el camino encontrarán razones para seguir viviendo: se forma un grupo cerrado y cohesionado, se abandonan las miserias personales (uno de los aciertos es dar voz a distintas maneras de amargarse o encerrarse, las historias que surgen en la historia, como la de Piipo, el domador fracasado de visones, o el hombre que trata de arreglar una barcaza inútilmente, o Uula Limanski, criador de renos o Elsa Taevitsainen, mujer maltratada (temas importantes, como la denostación de la publicidad como motor invisible del implacable sistema capitalista, incluso la degradación del medio ambiente, aunque sea enfocado a las ardillas, en peligro por culpa de la desaparición de líquenes).
Novela de escenas destacadas, como la batalla en el motel con un grupo de jóvenes alemanes seguidores del Bayern, cabezas rapadas intimidantes que reciben una enorme paliza gracias a la unión del grupo de los finlandeses y a la estrategia militar de Kempainnen. Poco a poco van relegando el desenlace fatal. A medida de vivir como si fueran los últimos momentos, bebiendo, disfrutando de la comida y de la amistad, encontrando el amor entre ellos, van desligándose de ese pesimismo inicial que lleva a algunos incluso a encontrar la muerte (de manera más o menos accidental).
Al final resulta un canto a la vida sin rozar siquiera lo sentimental. Tenemos el contraste del policía de la secreta, Rankkala, que se abre una úlcera y muere solo, amargado por el caso de los suicidas. En comparación, la mayor parte de los sindicalistas del suicidio acaban encontrando una segunda oportunidad, la que por ejemplo encuentran el coronel y la jefa de estudios, que tendrán un hijo.
Todo un descubrimiento.
Comentarios
Besos
Marian: ¡recuerda que es humor negro!