(Netflix. 1 episodio/Película/Especial. 28/12/2018) |
Contiene (algún que otro) spoiler
Vamos a partir del hecho de que nunca me gustaron los libros de "Elige tu propia aventura" (por mucho que te vendan la manera de leer un libro, prefiero la manera tradicional de hacerlo linealmente, sin la incomodidad de ir saltando cada ciertas páginas y con la sensación de que te estás dejando algo importante por el camino: bastantes decisiones se han de tomar en la vida "real") y de que creo que la presunta genialidad del episodio irá remitiendo con el tiempo porque se trata de un episodio o película o como quiera llamarse (lo peor, sin duda, es esa indefinición de género) que es más envoltorio que otra cosa. Eso sí, el envoltorio es tan original y diferente que merece mucho la pena.
Merece la pena solamente por la propuesta: primer episodio interactivo de la tele. La primera vez que tienes 10 segundos para elegir la respuesta del protagonista, Stefan Butler (Fionn Whitehead), un joven desarrollador de videojuegos de 1984, sobre si desayunar unos cereales u otros, y va el tío y hace lo que tú has sugerido, tienes la sensación de que te están ofreciendo un producto que no es el de siempre, en el que el papel del espectador es pasivo. Aunque solo sea la ilusión de que no es cierto y de que de ti depende el sino de Stefan. Más adelante te asaltará la duda de si decidas lo que decidas va a dar igual. O de que te están haciendo trampa.
En todo momento, las señas de identidad propias de la casa se nos ofrecen, como esa sensación angustiosa de claustrofobia y ese halo pesimista que te mueve a reflexionar. El mayor mérito es quitarle la importancia al final (o finales, por momentos parece que no acaba nunca) e incluso a la propia trama en la que Bandersnatch fue una novela de culto para los lectores que se encontraron con un libro en el que había que ir eligiendo qué camino seguir; uno de sus seguidores, Stefan, un tipo con sus problemas y particularidades psicológicas (parece un chico tímido, que no aguanta la mirada a sus interlocutores, inseguro, con tendencias depresivas porque perdió a su madre de pequeño), quiere recrear en forma de videojuego, aunque se encontrará con bastantes problemas, incluyendo sus propios traumas inherentes. No importa demasiado.
Los elementos narrativos, como digo, pasan a un segundo plano: las coordenadas geográficas son indiferentes, las temporales van a resultar una rallada por el componente conspirativo, y los personajes quizá son el punto más débil: Stefan cumple una misión y nos lo presentan abruptamente. Importa por lo que hace, no por lo que es. El padre, Peter (Craig Parkinson) cae en todo momento mal, al igual que la psiquiatra o psicóloga Haynes (Alice Lowe, cuyo mejor momento es en el que se pone en plan Kung Fu); y el otro desarrollador de videojuegos, Colin Ritman (Will Poulter), está para un par de escenas y para de contar.
Más interesante es ese momento metarreferencial, cuando la propia Netflix se incluye en las opciones de "juego" y en la historia. Y, por supuesto, los esquemas con los que los fanáticos de Black Mirror diseccionan las diversas opciones del episodio o película, así como los memes asociados.
No es el mejor producto de Black Mirror, por más que intentemos enfocarlo como una especie de parábola de lo que es Netflix o los programas para el espectador (nunca al mando de lo que va a pasar, por más que estemos con el propio mando en la mano) o incluso la vida en el caso de que nos pongamos también paranoicos y pensemos que las decisiones las toman por nosotros (tipo Matrix), aunque solo por la originalidad se merece entrar en un top 5 (o un top 10, son demasiados los puntos débiles). Y merece la pena verse, claro, para discutir y polemizar, que para algo han creado esta serie.
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