Sense 8. Capítulo final

(Netflix. 08/06/2018)
Al final, el clamor de los seguidores fue lo suficiente como para que se pudiera grabar un episodio final para la temporada 2. Ya no daba para una tercera temporada, ni presupuestariamente ni narrativamente. El agotamiento era tal, que este capítulo final solo es apto para los muy fans.

La idea principal de Sense 8 me resultó muy interesante (como quedó reflejado en la reseña de la primera temporada): al introducir una nueva especie, el homo sensum, conectado sensorialmente con otros miembros de su clan, se le daba un potencial enorme a la exaltación de los sentidos y de la hermandad. No importa la piel, no importa el idioma (entre otras cosas porque todo quisqui habla inglés, ya estés en África o ya estés en la India o en México), todos importamos para todos.

Esta exaltación tenía una traducción espectacular a nivel visual, con esas escenas tan poderosas en las que los protagonistas se intercambiaban: ya en peleas, ya en persecuciones, ya en tiroteos, ya en orgías. Poco a poco, sin embargo, la trama ha ido diluyéndose al estar las cartas demasiado marcadas. El malo malísimo, Whispers, por si fuera poco, había sido neutralizado, y toda esa incertidumbre, toda esa angustia, de tener infiltrado a un personaje oscuro e implacable, había desaparecido.

Así que se trataba sin más de poner un punto y final. Y este punto y final acaba mucho antes de que lo haga el episodio, que no termina de cerrarse en lo que es una de las codas más extensas de la televisión. Si era indudable (no he indicado por ello que hay spoilers) que nuestro clan iba a resultar victorioso, lo que más le importaba a sus seguidores era que cerrasen las tramas abiertas:

Para Will y Riley no había dudas. Únicamente se produce el acercamiento de sus seres queridos: el padre de Riley y el amigo de él, Diego. Bueno, lo del acercamiento es la constante de hecho del episodio: todos los secundarios acaban en el mismo espacio físico, con lo que esa multiplicidad o simultaneidad tan propia de la serie ya era irrelevante.

A Sun se le concede una pareja, el detective Mun, ese poli que en la segunda temporada no deja de perseguirla. La admiración más que evidente se concreta en romance, una vez que él sobrevive a las heridas del encuentro con la banda del hermano de Sun. Ni las capacidades militares de Will ni los ninjapowers de Sun son necesarios en este almibarado y descafeinado capítulo final.

El trío KalaWolfgang - Rajan es el que más minutos se lleva, empezando por el único susto que se produce, cuando Kala recibe un balazo y parece que la palma. Y todo para resolverlo con una resolución a lo Pilatos: Kala quiere a los dos y con los dos se queda, porque ni Wolf ni Rajan tienen problemas con repartirse el pastel. El resto del protagonismo se lo lleva otra de las parejas sense-sapiens: Nomi y Amanita, escudados por el fiel Bug e incluso al final por la propia familia antes homófoba de Nomi, en ese final romántico-vomitivo en la torre Eiffel. Nadie se escapa de un final feliz, incluso para los otros clanes  (bueno, del de Lila Facchini no me acuerdo, me debí de dormir)

Si antes habían conseguido repartir el protagonismo de manera más o menos hábil, en esta ocasión podemos hablar de que las migajas restantes van a parar a Capheus (y su tropa: madre, amigo y novia) y a Lito, pese a que Daniela (creo que de lo mejor de la serie es Eréndira Ibarra) se resiste a perder fuerza, y pese a que Hernando, aunque no sale tanto como Amanita, cae incluso mejor.

Poco más que reseñar salvo lo mal operada que está Daryl Hannah, que parece un tío disfrazado, o lo irrelevante que resulta en este final Jonas Maliki. De los 152 minutos que dura, me sobraron al menos 60, y eso lo dice casi todo. Demasiado anticlimático, demasiado autohomenaje inmerecido, demasiado coñazo, no me parece un final representativo para una serie que empezó tan bien.

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