(Netflix. 5 capítulos: 29/06/2018) |
Contiene spoilers
El fenómeno Paquita Salas vuelve casi dos años después. La creación de los Javis de este personaje televisivo totalmente anacrónico tenía demasiada fuerza como para no seguir explotándolo. No creo que se tarde tanto tiempo para ver la tercera temporada, máxime cuando estamos hablando de episodios que no llegan a la media hora y que predisponen a que la temporada sea vista de una sola sentada, en menos tiempo que una de Marvel.
Por desgracia, no llegamos a las cotas de la primera temporada, ni mucho menos. Pese a que ha habido tanto tiempo (o quizás precisamente por ello), no encontramos casi ni rastro de las carcajadas que te hacía soltar la primera temporada. ¿Producto de que ya no depende tanto de las improvisaciones, o todo lo contrario? Sea como sea, le falta ese banderín de enganche de alguna escena o de alguna frase carismática, como la del Secreto de Puente Viejo o la actriz tres sesenta.
Paquita sigue siendo ese conglomerado de contradicciones (sin sexo), aunque predomina en ella (que es él, recordémoslo) su buen corazón, lo que le lleva a perder alguna que otra oportunidad. Una que pierde protagonismo es Magüi (o Magui, como le llaman algunas veces), a lo mejor otro motivo de que la segunda tanda haya quedado por debajo de las expectativas, y eso que arrancamos bien con esa gurú de la buena vida: "suelta todo lo que tengas dentro", les dice; y Paquita le espeta un "¡hija puta!, acompañado de un menos rotundo "mala" de Magui.
No le beneficia a la temporada la imposición de una idea principal: PS Management tiene que irse al garete, entre pérdidas de actrices y deudas (pagar una estatua rota en un rodaje). Paquita tiene que irse de su oficina y dejar el único oficio que conoce. Esa idea es casi determinista: sea como sea, sin importar la manera de llegar a ese punto. Esa directriz lastra la originalidad que emanaba la primera temporada, además de que echa a perder muchos buenos elementos.
Magüi la primera, como hemos dicho, pero también se desaprovecha a Belén (Anna Castillo), casi fugaz, pese a ser en el final de la temporada pasada la gran esperanza para Paquita. Apenas un papel como cadáver en una peli es su bagaje, aunque, como hemos dicho antes, es en gran medida una consecuencia de que no interesaba que haya éxitos entre las representadas de Paquita.
Más protagonismo, por fortuna, tiene Lidia San José. Su recorrido es de lo más salvable de la temporada, sobre todo cuando consigue un papel secundario en El secreto de Puente Viejo, y reflexiona sobre los dieciocho años que han pasado desde su papel infantil en A las once en casa. Mariona Terés es otra de las que tampoco pierden peso (y no era un juego de palabras): su actitud egoísta provoca que Paquita no quiera recuperarla cuando se arrepiente de haber preferido a Fernando Canelón.
Mejora la intro (me gusta más la voz femenina, la de Rosalía), mejora la factura, pero ese falso documental no termina de convencer como antes. Otro motivo que puede explicar el bajón es que se le dan demasiada importancia a los cameos: Paz Vega, Terelu Campos, Miriam Díaz-Aroca, Eva Santolaria, Sandra Escacena -la de Verónica-, Andrés Pajares, Ignatius Farray, Beatriz Luengo, Kira Miró, Antonio Resines, Belinda Washington, Ana Obregón, Fernando Colomo, Ana Millán, Verónica Echegui... No cuela que sea una exhibición de caspa como forma de criticar el panorama del famoseo español. Al final queda como si lo importante fuera mostrar el catálogo de apariciones y de paso se tuviera que rellenar una historia.
Se echa de menos a Maca, a Claudia Traisac, la frescura en los diálogos, pero tampoco se puede decir que la segunda temporada no valga la pena. Por ejemplo, el episodio final tiene una versión ochentena de la serie, a modo de flashback casi alucinatorio, que es de lo mejor de la temporada, con una canción de Sergio Dalma como intro, en la que vemos a Paquita casi como niñera de Lidia San José y Pilar López de Ayala, y en la que tenemos el fax como precedente a los geniales SPAM del primer episodio.
Esperemos que la chispa vuelva en la tercera temporada, porque Paquita es mucha Paquita y le queda cuerda para rato.
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