(Amazon. 10 capítulos: 16/12/2018) |
... Y colorín, colorado, esta serie (parece) ha terminado. No la echaré de menos, la verdad. Podría hablar de una decadencia, pero la verdad es que Mozart siempre ha sido así, un poco rara, un poco liviana, un poco veleta (y no sólo porque alterne Nueva York con otras ambientaciones exóticas, como Japón, o Venecia, o México), un poco nada, media horita tirando a intrascendente pero con el buen sabor de boca de una banda sonora de música clásica. Agradable a ratos, con algunos personajes bastante interesantes, empezando (y casi acabando) por el Rodrigo de Gael García Bernal.
Un tipo peculiar, que intenta aferrarse a su relación con Hailey una vez que Mozart deja de aparecérselo (mientras que la hermana de Mozart se le aparece a ella, además de otras grandes compositoras que no conozco). Lo achaca a la petición de uno de los nuevos donantes que consigue Gloria, Fukumoto, cuya única condición es que interprete el Réquiem de Mozart, pieza con la que nunca se había atrevido. A eso se le suma que ya cedió grabando un anuncio horrible de salsa, y esa sensación de estar vendiéndose va en contra del espíritu de su música.
A su vez, Hailey está embarcada en su proyecto de convertirse en directora, con lo que la etiqueta de "novia de" no le hace demasiada gracia, así como los apoyos o las interferencias de Rodrigo. No están en la misma línea, vaya, y cada uno tiene dudas de la relación, aunque por motivos diferentes. Eso hace que en Japón, donde Hailey está seleccionada entre los varios directores noveles a un prestigioso concurso internacional, tengan varios desencuentros. que culminan en ruptura en la lentísima y desesperante hora del té.
Si bien el sí pero no de esta relación es el motivo central de la trama, no es lo más destacado. Tengo la sensación de que hubiera sido mejor historia o hubiera tenido más trascendencia de no ser por Lola Kirke. Algo en ella hace que te distancies demasiado, tanto cuando ella y Rodrigo van a visitar a los padres de Hailey, como en general. Lo tiene aparentemente todo: es guapa (aunque tiene un gesto en la boca que me produce rechazo) y suele transmitir bien los estados de ánimo que debe, incluyendo los más exagerados cuando conduce la orquesta. Pero no llega al nivel de Rodrigo, o de Gloria, o de Thomas, o de la más secundaria Cynthia. Está de más, sobra, molesta, crispa.
Tampoco hay que achacarle a ella que la serie no sea más redonda. Por ejemplo la trama del bailarín Egon, que quiere colaborar con Rodrigo fusionando música y danza y que lleva un extraño experimento sin pretensiones de que llegue al público, tampoco se sabe a dónde quiere ir a parar, aunque él será el promotor de la fuga final del Maestro. Un poco cogido con pinzas.
Mezcla mejor la pareja entre Gloria, que debe de decidirse entre la Orquesta y la oferta de dirigir las donaciones del Museo Guggenheim, y el chiflado y cascarrabias de Thomas, el protagonista con mayor vis cómica, un personaje que es de los pocos que le pueden arrebatar carisma a Rodrigo, y que después de conseguir un éxito en la música electrónica decide dirigir la orquesta de un barrio menos prestigioso, e innova introduciendo Harleys en un concierto. El rechazo de Gloria cuando le pide ser su esposa y la pelea por conseguir la última creación de Hesby les define muy bien.
Cynthia se hará cargo de la orquesta joven de Rodrigo ante su incapacidad de conseguir que ningún director le dure, algo que compensará en parte que recae de su lesión de muñeca y puede que tenga que dejar el violoncelo. Ella es la encargada de lo mejor de la temporada, cuando le reprende a uno de los chicos su manera de dirigirse a ella y, en general, a las mujeres. Otra referencia en este sentido es la queja de una de las concursantes, también mujer, que se queja de los pocos puestos que consiguen ellas.
El final parece un tanto improvisado o atropellado. Rodrigo deja un concierto de la orquesta (creo que el siguiente a cuando el techo se viene abajo, justo cuando había visita del Papa) y pide que Hailey sea su sustituta, algo que demuestra su amor por la chica (nunca le ha faltado de eso por más que sea errático o egocéntrico). El cierre perfecto al periplo de su Hei-Lay en cuanto a sus aspiraciones de conducir una banda. No tanto así el de Rodrigo, que se queda bailando en el parque, aunque con el regreso de Mozart como mal menor. Y poco más que añadir...
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