Altered Carbon. Temporada 1

(Netflix. 10 episodios: 02/02/2018)
Contiene spoilers

Si no uno de los chascos más grandes del año ha estado cerca. Tenía muchas expectativas para esta aproximación a un futuro tipo Blade Runner, pero la apuesta ha resultado fallida a pesar de los aciertos y de un piloto más que interesante, sobre todo porque recreaba un futuro muy verosímil. El segundo capítulo ya descarrilaba y no conseguía que esa sensación regresase, y mucha culpa la ha tenido un endeble reparto, que ha propiciado unas flojísimas interpretaciones.

Empezando por el protagonista, el inmutable Joel Kinnaman (The Killing) con su Takeshi Kovacs, al que apenas le ponía caras de "mira qué bueno estoy y qué funda (tipo) tengo". En ningún momento resulta creíble y, ni mucho menos, consigue aproximarse a la esencia de un guerrero japonés (u oriental) que perdió a su hermana después de perder a su madre.

Lástima, porque era muy aprovechable la idea de que los cuerpos humanos fueran fundas y lo importancia, la esencia, la identidad, los recuerdos y demás se depositasen en la pila (alojada en la nuca), resultaba un punto de partida con muchas posibilidades: reflexiones a raíz de la inmortalidad, o de los abusos de los poderosos, que con sus mayores recursos podían acceder a mejores fundas.

Kovacs pertenecía a una élite de soldados y 250 años de su muerte es resucitado para descubrir quién asesinó a un multimillonario llamado Laurens Bancroft (muy desaprovechado James Purefoy, que no puede hacer maravillas con algo tan limitado). Al principio interferirá mucho la teniente Kristin Ortega (lo más destacado de Martha Higareda es su escena desnuda en el episodio 6), aunque pronto colaborarán (y algo más que eso, faltaba más).

Dentro de una policía corrupta que suele buscar más ingresos en aquellos que les pagan para que miren a otro lado, se lleva la palma el capitán Tanaka (Hiro Kanazawa) y se salva el protector de Ortega, Samir Abboud (el papel de Waleed Zuaiter está pensado y orientado al sacrificio del ascensor), aunque la historia del ex de Ortega, acusado injustamente por unos crímenes que no cometió, y que confluye con la funda de Kovacs, no está muy bien desarrollada.

Algo más de chicha tienen los otros miembros de la cuquipanda de Takeshi (si él puede usar una mochila de unicornio rosa, yo puedo apodar así a sus amigos), Vernon Elliot (horrible Ato Essandoh, suspende descaradamente en su intento de emular esa pareja que funcionaba con tanta química en Arma Letal, demostrando que no le alcanza ni para Danny Glover). Me quedé un tanto dormido cuando explican cómo se conocen y todo el rollo de la esposa (que luego encarnará una funda de hombre) y los rollos de la hija, Lizzie (de lo más interesante es la evolución de este personaje, al principio atrapado en lo virtual y en sus miedos, hasta que la entrenan y consigue escapar siendo una destroyer, correcta Hayley Law en todo caso), pero faltaría el personaje más interesante, el de Poe (Chris Conner), el dueño del hotel en el que se aloja Kovacs, creo que llamado El cuervo (referencias a Edgar Allan Poe), que en realidad no es humano, sino algo así como un holograma artificial (que sin embargo alberga más humanidad que los verdaderos humanos).

Del extenso reparto, solo mencionaré a la esposa de Laurens, Miriam Bancroft (Kristin Lehman, también de la cantera de The Killing), que siempre tiene pinta de ser mala; la loca del coño de la hermana de Kovacs, Reileen Kawahara (Dichen Lachman hace lo que puede con el engendro que le toca interpretar), uno de los personajes más desafortunados de los últimos tiempos; y el misterioso Mr. Leung (Trieu Tran), interesante cuando no se sabía por qué no le detectaban las cámaras y se ponía a matar a diestro y siniestro, pero que cuando gimotea por su vida termina de perder atractivo este oscuro y devoto personaje que antes de atacar preguntaba  a sus víctimas si eran creyentes.

Los principales fallos, para mi gusto, son a nivel interpretativo, aunque dudo al mismo tiempo si el guión, grandilocuente y excesivo, desdibujado y por momentos ridículo, incita a que casi todos parezcan actores haciendo de personajes del futuro. Errores como decisiones tomadas con el futurista juego del "piedra, papel, tijera" o personajes planos como el de la ex líder de un grupo de resistencia (no sé exactamente a qué se resistían, ahí di otra cabezada) y ex amor de Kovacs, Quellcrist Falconer (Renée Elise Goldsberry), hablan de los muchos huecos de una historia que tiene buenas ideas y pésimas concreciones. 

Aprobaría la serie por los pelos por atreverse con la ciencia-ficción, pero creo que la nota mejoraría si no hubiera sido una serie, sino una miniserie de como mucho cinco episodios, explotando y explorando al máximo los aciertos, que los hay, y olvidándome de todo lo referente al asesinato del multimillonario, centrándome en el ambiente de las prostitutas a las que contratan para uso y disfrute de los pervertidos, sádicos y despiadados ricachones, por ejemplo. Una pena.

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