13 Reasons Why. Temporada 2

(Netflix. 13 episodios: 18/05/2018)
Suele ocurrir con los productos televisivos que obtienen éxito y repercusión. Pese a que están orientados a una cantidad limitada de episodios y pese a que no se atisba una manera de ampliar su duración, se fuerza y se estira y el resultado es una segunda temporada que, en el mejor de los casos, altera el producto original.

El alcance de esta serie no se lo daba simplemente el tema tratado, ese ambiente estudiantil  acomodado pero enrarecido, sobre todo gracias a los privilegios que obtienen los deportistas, ambiente que derivaba en un suicidio (y otro intento), sino que también lo obtenía gracias a una narrativa original, por medio de cintas de casete, que nos llevaban adelante y atrás en el tiempo. Ese recurso, claro está, se pierde, porque Hannah no grabó más que 13 caras.

También es cierto que el desarrollo de los personajes daba para más y es ahí donde se han aferrado para continuar. Entonces, por tanto, estamos ante un producto que interesa, más que por lo que se nos cuenta, por quien aparecen ahí: los Clay Jensen, Tony Padilla, Jessica Davis, Justin Foley, Bryce Walker, Zach Dempsey, Tyler Down y alguno más, incluido el fantasma de Hannah. O las alucinaciones cerebrales de Clay respecto a Hannah.

Contiene spoilers

Choca, y mucho, la manera de introducir en esta segunda temporada a la Baker. Si en flashbacks sería hasta necesario que apareciera, en el presente se cuela de una manera artificiosa y enrevesada. En el mejor de los casos, tenemos que considerar a Clay un esquizofrénico, y la escena que protagoniza junto con Justin a las puertas de Walker, la consecuencia más directa. Y es que el muchacho dialoga, discute y hasta razona con esta figura casi corpórea que le acompaña adonde quiera que vaya. Lo único que no puede hacer este ente es besarle.

Bueno, antes de todo hay que decir que han transcurrido cinco meses desde donde acabó la primera temporada. Estamos ante las puertas del juicio en el que se embarca Olivia Baker (sin el apoyo de su marido, que luego le pedirá el divorcio: otro de los elementos no vistos  o que no recuerdo era su infidelidad) en contra del Liberty. ¿Hubo responsabilidades penales por su parte? Esa sería la primera y muy interesante pregunta. Más allá de ignorar señales puntuales o indicios plausibles, como mucho se podría personalizar en el tutor Kevin Porter, quien, abrumado por problemas personales y una carga excesiva de estudiantes, no atendió a Hannah.

Por su parte, Clay intenta pasar página saliendo con Skye Miller (Sosie Bacon salía, pero de una manera más tangencial, aunque es verdad que pronto sale de escena aquí también), y pronto se demuestra que a nuestro prota le van las mujeres difíciles. Y es que la chica está como unas maracas, con cortes en los brazos cuando se rebota, de ahí esa profusión de tatuajes y ese aspecto alternativo suyo. Sus arranques de alegría efusiva no son sino síntomas de su bipolaridad.

Alex, ya con un pelo más natural, se enfrenta a las secuelas de su intento de suicidio con arranques de autoconmiseración (qué pena doy, qué roto estoy, qué mierda, oye). Se ha vuelto a enamorar de Jess y empieza justo ahora las clases y encuentra apoyo en Zach, que se ofrece a ayudarle en su rehabilitación. Para completar su cuadro, tiene algunas lagunas mentales, que le impiden testificar en el juicio, un juicio que empieza a ser la comidilla y el centro de atención en el cole. Y además remueve de tal manera que algunos personajes reciben amenazas anónimas.

También de manera anónima, a Clay le llegan fotos de polaroid en las que se ve a chicas a merced de Bryce. La búsqueda del llamado "clubhouse" será uno de los misterios a resolver, además de todas las movidas de estos adolescentes. El punto más favorable de estos 13 episodios sería el que puede considerarse como el tema central: la existencia de segundas oportunidades y la redención.

El personaje que más crece o evoluciona en ese sentido es Justin, desaparecido en los primeros episodios. Sus problemas con las drogas le han empujado a la calle y serán Clay y Tony quienes lo rescaten para que pueda testificar. El propio Clay lo esconderá en su propia casa, aunque los padres se enterarán y mantendrán al chico, que está intentando desintoxicarse (aunque sobre todo vomita sobre Clay). La amistad que surge entre dos personajes opuestos es otro de los puntales de la segunda temporada.

Otro que se gana la redención es Kevin Porter. Atosigado por su sentimiento de culpa, se saldrá de las directrices del colegio y asumirá su culpa en una emocionante escena en el estrado. A menor escala, Courtney se redimirá saliendo del armario y reconociendo sus sentimientos por Hannah, y Ryan dejará de moverse con su habitual egoísmo. Su inclusión en esos momentos de grupo en apoyo de la atribulada Jess en los últimos episodios, eso sí, resulta un tanto forzada, sobre todo porque Sheri, que también ayuda a Clay y se gana el perdón, queda fuera, no se entiende muy bien por qué.

Quienes no consiguen el perdón son el hipócrita de Marcus, el matón de Montgomery y, claro está, el jefe de la mafia, Bryce Walker, por más que nos insinúen que al niño rico, pijo y mimado le faltan mimos y cariños paternos. El dinero no hace la felicidad, pero sí que te libra de la cárcel. Otro de los temas sería ese: el rico gana y hace lo que quiere, el pobre palma (la versión de nuestros imputados corruptos políticos VS raperos que pasan meses y años en prisión por dar sus opiniones).

Se puede observar que hay puntos a favor y en contra. Dentro de este último apartado, quizá lo más cuestionable sea el añadido de información que aporta Zach en su confesión. Las cintas nos habían hurtado datos bastante relevantes: y es que en el verano en el que Clay se tuvo que ir, intimó y mucho con Hannah, llegándose a acostar con ella, algo que nos cambia en cierto modo la imagen que teníamos de ella, a la que dábamos por virgen cuando pasó lo del jacuzzi. Al margen de eso, ¿no era más relevante y denunciable en las cintas la cobardía de Zach sabiendo que salieron durante esos meses? Sí, suena a trampa del guión.

Ni bien ni mal sino todo lo contrario podría ser considerado el protagonismo que alcanza Tyler. El voyeur fotográfico acapara muchos focos y tal y como lo plantean, queda claro (excesivamente claro, más bien es algo teledirigido) que la intención es apuntar a otro tema candente y polémico, sobre todo en EEUU: la explosiva mezcla entre adolescente y armas. La amistad con el alternativo y rabioso punk Cyrus (Bryce Cass), la complicada relación con la hermana de Cyrus, Mackenzie (Chelsea Alden), las vengativas acciones que serán descubiertas y el rechazo que provoca en la mayor parte de sus compañeros, un rechazo que se ve cristalizado de manera elocuente y totalmente desproporcionada en la escena con el palo de la fregona. En vez de empujarlo al suicidio lo llevan a buscar venganza.

Por suerte está SuperClay, que lo persuade, obteniendo su correspondiente cuota de redención (porque el muchacho está de lo más acertado, a todo esto). Lástima que el mensaje de no estás solo, a mí me importas, o los mensajes apoyando al estudiante que sufre bullyng o se siente solo, tanto al principio con los actores, como al final de cada episodio, queden tan reducidos cuando compruebas que el giro melodramático y el enfoque de culebrón sean los ejes centrales.

De las caras nuevas, aparte de las ya mencionadas, habría que nombrar a Chloe (Anne Winters), la jefa de animadoras y novia ahora de Bryce; Nina (Samantha Logan), que entabla amistad con Jessica en parte porque ella también sufrió abusos sexuales (emocionante, a todo esto, la escena en la que las distintas caras femeninas se intercambian  y superponen para denunciar este problema de la sociedad); y los abogados Dennis (Wilson Cruz) en el lado de los Baker, y Sonya (Allison Miller) defendiendo al colegio. 

Ni fu ni fa, ya se sabe que el sector adulto está más difuminado, a excepción de Olivia Baker, y en una somera línea podemos despachar a Lainie Jensen (que se hace perdonar adoptando a Justin y dejando su firma de abogados), su marido Matt, siempre más enrollado y comprensivo (demasiado por momentos: como premio por meter a un yonkie y recibir palizas un día sí y otro también te regalamos un Prius), Mr Davis (el padre de Jessica al menos tiene procederes bastante verosímiles) y poco más: el resto no pasa de figurante o de estereotipo (como el entrenador del equipo, o más bien equipos: es la primera vez que veo que alternan béisbol y fútbol americano, y hasta me suena baloncesto).

En el otro lado de la balanza, y ya para acabar, si bien es evidente la tendencia al culebrón, hay que reconocer que es un producto que incita a consumirse con voracidad, capítulo tras capítulo, sobre todo en el último tercio. Lo que no entiendo, eso sí, más allá del enfoque de "vamos a seguir viendo cómo le va a la pandilla de Jensen", es cómo van a estirar y forzar para una tercera temporada ya confirmada.

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