Los surcos del azar. Paco Roca. Astiberri

(328 páginas. 25€. Año de edición: 2017)
Si con Arrugas Paco Roca se acercaba al nada frecuente tema de la tercera edad, con Los surcos del azar se ha atrevido con otro de los temas tabú de este país: los años de la posguerra y la suerte de los exiliados españoles. Es algo que me ha hecho siempre mucha gracia, esa polaridad tan marcada (y tan española) a la hora de afrontar uno de los temas más recientes y controvertidos de nuestra historia, la guerra civil.

¿Cuántas veces no habré escuchado eso de "otra historia más sobre la guerra civil", o similares expresiones, como si el tema estuviera agotado y todos los puntos de vista analizados? Con frecuencia, el tono es despectivo y se desprecia de antemano al escritor que se atreva a echar la vista atrás, a aquellos años de contienda, y sus consiguientes años de penuria. Yo creo que es hasta saludable ese ejercicio de la tan denostada memoria histórica, por más que se tienda a una subjetividad partidista, algo que ya ocurrió en los inmediatos años a la victoria de un régimen franquista que se había alzado ilegalmente contra el gobierno de la República.

Más allá de políticas, Paco Roca se atreve a profundizar en un tema con mucha menos literatura que la propia guerra, el destino de muchos españoles que perdieron casi de un plumazo su patria y dicha guerra. No puede ser, y menos ahora que cada vez irán desapareciendo los protagonistas de aquellas vicisitudes, que se pierdan los testimonios o que sus descendientes no sepan la odisea que pasaron los que sobrevivieron y escaparon.

De hecho, hay que enfocarlo más allá de politicismos, de izquierdas contra derechas, para verlo como un homenaje a nuestros abuelos, los que sufrieron en sus carnes, directa o indirectamente, las consecuencias de la espiral de odio e intransigencia. Por ejemplo, mi abuelo por parte de padre, que sufrió el maltrato del gobierno francés en sus despiadados campos de trabajo ("aquello ya no eran campos de trabajo. Eran verdaderos campos de concentración", apuntará el protagonista). Esta novela gráfica se la debíamos a una sufrida generación. 465.000 personas que salieron a Francia, ni más ni menos.

Además del valiente tema elegido y el enfoque centrado en Miguel Ruiz, un ex combatiente del fascismo de 94 años, hay que destacar la apuesta por unas viñetas pequeñas para dar cabida a cuanta más historia mejor, así como para detenerse en muy variopintos detalles. En la parte de la ocupación de París, en los huecos entre las viñetas tenemos el mapa del recorrido hecho por el regimiento de la Nueve.

El color sirve para diferenciar las líneas temporales: en el presente predomina el blanco y el gris, donde aparte del narrador de los años 40 está el propio Paco Roca como personaje, en calidad de entrevistador para recabar información para su proyecto de novela gráfica; mientras, la historia principal del pasado está a color. Y la introducción, los últimos momentos de la República antes de la derrota definitiva, cuando los republicanos esperan en el puerto de Alicante la llegada de algún barco, tiene un tono más violeta (soy muy malo con los colores, el tono puede que no sea violeta, sino como más velado al menos).

Dividido en once capítulos (siempre con una portada en blanco y negro para cada uno de ellos), el relato aparece como fragmentado, de modo que esa manera interrumpida de avanzar la historia es, paradójicamente, más fluida que si el narrador se hubiera echado a un lado para rememorar su juventud. En la historia del presente, por ejemplo, aparecerá un tercer protagonista, Albert, un separado con dos hijos más secundario que nada conocía del pasado heroico de su vecino, de quien han heredado el taller. Estamos en una ciudad francesa de cuyo nombre no logro acordarme (es un poco de lío porque todos los diálogos son en español).

Por las páginas de esta novela pasan personajes anónimos que nunca han trascendido, como el propio Miguel o su cuadrilla de amigos, y también alguno más conocido, como Antonio Machado, a quien se le debe el título, proveniente de unos versos de sus Proverbios y cantares, o como Ernest Hemingway, aparte de militares como De Gaulle o Leclerc.

Pero además conoceremos cómo el capitán Dickson y su barco minero Stanbrook sorteó el bloqueo italiano de Franco y se la jugó para rescatar a unas 3000 personas hacinadas en el puerto de Alicante (las escenas de los que no lo lograron son escalofriantes, como la del señor que se rebana el cuello sentado en el suelo). Allí escaparon Miguel, Amado Granell y Moreno, hacia Orán, donde lejos de recibirles con los brazos abiertos, les tuvieron un mes sin dejarlos desembarcar. De allí pasaron a los campos de trabajo en Morand, donde se encontrará con otros exiliados provenientes de Francia, Ferreras y López.

Estalla la Guerra con Alemania y Francia cae en menos de un mes, por lo que pasan al desierto del Sahara, a manos del gobierno del mariscal Pétain, y son pésimamente vistos, "escoria roja", y tendrán que trabajar durante tres años en la construcción de la vía férrea transahariana, junto con judíos, musulmanes, polacos... Se unirán a la resistencia y volverán a Europa, los que acabarían formando el mítico regimiento nueve, que de 160 hombres había 146 españoles, bajo el mando del capitán Putz, un hombre al que los españoles admiran y por lo tanto le siguen, al igual que  con Raymond Dronne

Roca no nos muestra una versión edulcorada en ningún momento. "Las guerras no tienen nada de caballerosidad", dice él mismo. Es interesante cómo, a pesar del enfoque aparentemente republicano, la historia trasciende a esas consideraciones. El odio y el rencor de Miguel no lo convierten en un mártir ni un ejemplo a seguir, pero quién va a atreverse a enjuiciar a personas como él que se vieron abocadas a un destino que no habrían elegido. 

Anécdotas varias, una manera de contar una dramática historia efectiva y sencilla, muchas muertes, ninguna patria para los exiliados, épica, lirismo, una buena documentación... Si le añadimos una historia de amor y de reencuentros, con la comunista Estrella, por quien guarda un abridor de latas de atún, poco le falta para que esta novela gráfica tenga de todo.

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