El caballero de los siete reinos. George R. R. Martin. Gigamesh

(288 páginas. 15€. Año de edición: 2015)
El caballero errante, La espada leal (ambas ya leídas y reseñadas por mí) y El caballero misterioso son las tres novelitas cortas encuadradas en el universo de Poniente que tienen lugar varios años antes de lo narrado en la saga Canción de Hielo y Fuego. La fuerza de sus protagonistas, Sir Duncan el Alto y Egg, caballero errante salido de Lecho de Pulgas y heredero (lejano en principio en cuanto a posibilidades de reinar) de Targaryen respectivamente, dota a los relatos de una profundidad y realismo que a veces aparece más difuminada en la gran saga.

Últimamente se ha hablado mucho de spin-offs o precuelas para Juego de Tronos, y uno inevitablemente piensa que en estos tres libros hay material suficiente para ello: justas caballerescas, prolegómenos a todo cuanto sucede años después, caballeros errantes, antepasados de nuestros héroes e incluso algún personaje que perdura varios años después, como Aemon Targaryen, hermano de Egg, al que visitan en la Ciudadela, en la que está para llegar a ser Maestre (por desgracia, es simplemente un personaje aludido); ser Brynden Ríos, el llamado lord Cuervo o el de los mil y un ojos, un bastardo mitad Targaryen que es la Mano de Aerys, un hombre de pelo blanco y un solo ojo del color de la sangre (el otro lo perdió en la I Guerra Fuegoscuro), al que se le vincula con hechicerías y aspectos demoniacos (por si queda la duda, estamos hablando del Cuervo de Tres Ojos, "maestro" de Bran bajo el Arciano sagrado); y lord Frey, aunque me queda la duda de si es el traidor del padre de la última novela o, si por el contrario, es el bebé que este lleva encima todo el rato.

En general, el tono está alejado de la grandilocuencia del poder (aunque con el recordatorio de que Egg llegará a convertirse en Aegon V el Improbable, lo que nos lleva a leer estas aventuras como los prolegómenos de un futuro buen gobernante), toca tangencialmente las controversias dinásticas y se centra sobre todo en personajes más comunes, Casas menores y sus disputas diarias, sus pequeñas confrontaciones, sus dispares maneras de sobrevivir. Sobre todo la cámara enfoca a ese caballero errante que se busca la vida, regido por un código del honor que nos recuerda a Brienne de Tarth.

Ungido caballero por ser Arlan del Árbol de la Moneda, muerto al iniciar el relato, al no contar Dunk (un joven que roza los veinte años y ha escapado de su sino de ladrón en Lecho de Pulgas) con testigos, su primera lucha será que le reconozcan para poder justar en Vado Ceniza, donde pide a los Siete Dioses una victoria para poder ganar dinero y consagrar su vida a la caballería. Para alguien que cuenta con un caballo viejo y trotón (pero fiable y recio), Trueno, y que acaba de encontrarse con un chiquillo rapado de once años descarado y resulto al que finalmente adopta como escudero, es más que suficiente. 

El instinto de supervivencia de Dunk ("seso de corcho") se limita a lo inmediato y apenas se concede libertades para soñar, ni siquiera de cara a una titiritera alta que le hace tilín. Su corpulencia le da cierto crédito, pero se considera demasiado tonto como para destacar. La sonrisa de la titiritera Tanselle (la Titana) es su principal fantasía, y apenas concede crédito al hecho de que el mismísimo príncipe Baelor Targaryen sea quien finalmente le avale. La amistad con Raymun Fossoway, escudero de su primo Steffon (bravucón y traicionero), es a lo máximo que puede aspirar, más allá de admirar a Lyonel Baratheon, el de la risa franca (¿padre o abuelo de Robert, Stannis y Renly?) y otros caballeros principales.

Sin embargo, su honor se antepone a otras cuestiones cuando el enajenado de Daemon Targaryen golpea a Tanselle y la acusa de conspirar contra la corona. Duncan no piensa en nada más cuando se interpone y golpea al Targaryen. Por suerte para él, Egg resulta ser Aegon, y Baelor le procura una defensa justa en un juicio por combate que al final resulta a siete. El relato pasa de un tono más bien intimista a otro más épico en cuestión de pocas páginas y los tres muertos que depara el combate será una losa para la conciencia de Dunk, algo desproporcionado para él en comparación a haber perdido su pie.

El segundo relato se aleja de los derroteros de El caballero errante. No hay rastro de nombres conocidos y estandartes reputados. Asistimos a una mediación de nuestra espada leal (y su escudero, refugiado en el anonimato para que se aleje del estilo de educación de sus hermanos arrogantes y pendencieros) entre Ser Eustace Osgrey, a quien ha entrado a servir, y lady Rohanne, actual señora de Fosaría, apodada la viuda roja, que en vez de la señora decrépita que esperaba conocer tras cuatro maridos muertos, resulta ser una atractiva, bajita, pecosa y atrevida veinteañera. La diferencia de estatus (y una mayor osadía en Dunk) impiden que vaya a más la atracción entre ambos.

El descubrimiento de que su señor no ha sido honesto y ha batallado a favor del Dragón Negro (primera referencia a la rebelión Fuegoscuro) es el revulsivo de la historia, con un duelo entre el castellano de lady Rohanne, ser Lucas el Alto, y el propio Dunk, que pese a todo se mantiene fiel a Osgrey. Cuando despierta y se entera de que al final los dos contendientes se han casado por interés, cualquiera se habría hundido o desesperado, pero no a Duncan "el Tocho", como le llamaba ser Bennis (el apestoso), también caballero de Osgrey.

Al último relato, El caballero misterioso, también le pasa que va a más conforme pasan las páginas y lo que parecían cabos sueltos van atándose. Y es que Duncan y Egg se meten sin saberlo de lleno en los prolegómenos de una segunda rebelión Claroscuro. John el Violinista no es quien dice ser (como la mayoría, Duncan incluido, que justa con el sobrenombre del Ahogado) y la trama conspirativa es de gran calado, dejando la derrota en la justa contra el Caballero del Caracol en mera anécdota. Tendrán que venir "refuerzos" desde fuera, con lord Cuervo a la cabeza.

Aunque no tan a gran escala como en Canción de Hielo y Fuego, vemos los mismos presupuestos y esos juegos tan R.R. Martin de guardarse sorpresas para ir descubriéndolas conforme le interesa, que suele ser el momento más oportuno para dar un giro a la trama. El estilo es fluido y el tono de las tres narraciones es similar, con lo que te deja con ganas de leer más aventuras de esta peculiar pareja que recorre los Siete Reinos. Por ejemplo, cuando Egg haya crecido más y esté a punto de ser el sucesor en la Corona (¿lord Ríos porfiará por ella como se rumorea?), y Duncan se convierta en su espada juramentada. 

Sigo pensando que no sólo gustaría a los fanáticos de Juego de Tronos, e incluso no vería descabellado que se convirtiera en lectura para la ESO, pues la calidad de su prosa es notable y por ejemplo valdría a modo de sucedáneo de novela de caballerías, pues estamos en un tiempo paralelo al de la Edad Media.

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