(HBO. 10 capítulos: 12/02/17 - 16/04/17) |
Contiene spoilers
Al final acabé reconciliándome con Girls. Justo a tiempo pillé la idea que quería transmitir Lena Dunham y he de admitir que mis prejuicios han lastrado mi manera de verla. Porque al final (además de ese especial, "la despedida de Girls") me he dado cuenta de que sí que había un propósito feminista de mostrar a un grupo de chicas representativas de otras chicas. Al final acabé viendo la bondad en esa Hannah insufrible por momentos que, sin embargo, tiene buen corazón, o al menos no fastidia a la gente a propósito, sino que simplemente trata de lidiar consigo misma, entenderse y entender el mundo. Al final me desembaracé de estúpidos parámetros como la indefinición genérica de esta serie que para ser comedia a veces no hacía reír sino que más bien te dejaba congelada la sonrisa haciéndote pensar.
Al final, al ver ese especial, me he reflejado en ese público que, si no escandalizado, sí se mostraba contrariado de ver más las tetas de Lena Dunham que algo con sentido en el guión, como si ese desnudo desagradable fuera lo importante, cayendo por completo en la provocación y no en la lección que se nos impartía al no haber sabido ver que era una crítica a todas esas series en las que la mujer se desnuda y no pasa nada, sino que se fomenta, claro que en esos casos se trata de una mujer acorde a los cánones de la belleza.
Y me ha gustado porque no hay muchos productos televisivos que se encarguen de decir a los jóvenes qué ocurre cuando acaba la universidad o los estudios y el mundo laboral te requiere y requiere que seas maduro y responsable, cuando nadie te previene de que la madurez es un invento de ese llamado "establishment" o ese conjunto abstracto, difuso y genérico que conforma las leyes en nuestra sociedad. Por qué está mal visto aferrarse a la Tierra de Nunca Jamás cuando lo que te ofrece la edad adulta es un páramo de preguntas sin responder y batacazos sucesivos de los que a veces cuesta recuperarse.
Al final te das cuenta de que todos esos personajes que aparecen y que parecían extravagantes y fruto de la mirada caleidoscópica de una chica joven a la que enseguida catalogaron de genio, tienen algo de universal, tanto individualmente como en conjunto, en forma de grupo de amigas que pasan por vivencias juntas o por separado hasta que algo se rompe o no en ese trayecto que es la vida y en el que no resulta nada fácil discernir qué está bien o qué está mal. Esta serie nos muestra descarnadamente qué pasa cuando fallas una y otra vez, cuando cometes los mismos errores y resulta que sí, que el dicho de que "el hombre es el único que tropieza dos veces con la misma piedra" hasta se queda corto.
Y sí, es necesario darle voz a la mujer, aun cuando parece que estamos en fechas en las que debería estar superada esa desigualdad. Y puede que aunque siga aferrándome a la ley de la economía del lenguaje para no dar el brazo a torcer con el todos y todas, haga falta poner el foco en lo que no deja de ser un sector desfavorecido de esa sociedad que mira de manera alterada a las mujeres por el hecho de ser mujer. No deja de sangrar que haya tanto desequilibrio en los puestos de poder o en posiciones dominantes. Debería abochornar que hoy en día existan injusticias por razón de sexo.
Por supuesto, esta serie no es perfecta. Nos encontramos con muchos episodios aislados (algunos mejores que otros, como el tercero, American bitch, en el que sale Matthew Rhys haciendo de escritor que se vale de su fama para propasarse con mujeres, aunque él se afana por desmentirlo) y sin conexión con el conjunto. El último capítulo, por ejemplo, es de lo más anticlimático que se haya visto en mucho tiempo. Aunque daba igual, porque las chicas se reunían en el magnífico noveno episodio, Goodbye tour, y se decían a la cara lo que se tenían que decir. Ya en el capítulo ocho, What will we do this time about Adam, se nos ponían las bases para desengañarnos de que acabaríamos con un final feliz prototípico de película. Todos aquellos seguidores que esperan de una serie que Menganito acabe con Menganita no han debido de aguantar Girls. Y ese es otro punto fuerte.
El tono notable de la quinta temporada, cuando ya se empezaba a ver mejor ese propósito de reflejar el desnortamiento de la juventud, se ha mantenido en esta última tanda. Todos los personajes han tenido su cierre, y ese cierre no se ha reflejado en que ninguno haya acabado con ninguno, o que las amigas hayan hecho un pacto de sangre. Tampoco se nos ha mostrado qué pasa 10 años después en alguna reunión futura ni se han cargado las tintas melodramáticamente. Simplemente, se nos ha ofrecido un pedazo de la vida al natural de gente por momentos muy artificial.
Aparte de las protagonistas, personajes más secundarios (incluso episódicos) nos han dejado momentos importantes: Tad, el padre de Hannah, acaba reconociendo su homosexualidad y entregándose a una relación con un hombre; Loreen, la madre, se despide de nosotros en el último episodio de una manera más calmada que la última vez que la vimos, drogada perdida, con todas esas contradicciones tan propias de casi todos los personajes, pero estando donde está su hija; Desi (un aplauso para Ebon Moss-Bachrach), enganchado a las drogas, desenganchándose de la tóxica relación con Marnie, despidiéndose de ella casi con ternura, aunque hasta ese momento casi siempre lo hubiéramos identificado con un imbécil integral que era pura fachada; Ray, el gruñón empedernido, después de perder a su referente vital (Hermie), y al ver que el tiempo pasa, trata de que sus proyectos vayan más allá de llevar una cafetería anti hipsters, y acaba conectando con quien menos te lo esperas: Abigail, la "amiga" de Shoshanna; Elijah embarcado en una audición para entrar en un musical, alejado de Hannah como se presuponía porque ya había dado muestras de un narcisismo anclado inevitablemente en el egoísmo; y Adam sin Hannah, como tenía que ser, pero al menos reconciliados tras ese proyecto bizarro de mostrar en una película la relación que ambos mantuvieron.
Y nuestras chicas, más o menos en el punto de siempre: la siempre desmesurada Jess sigue en sus trece de no solucionar las cosas con Hannah, a pesar de que el idilio con Adam cada vez se parece más a una relación normal con sus altibajos (y los bajos siempre ruidosos y con muchos objetos rotos), sigue amparada en esa especie de misantropía suya que la hace tan desagradable por momentos, aunque lo cierto es que simplemente va a lo suyo, y como no tiene claro qué es lo suyo va dando bandazos. La reconciliación en el penúltimo episodio fue un alivio, aunque eso no quiera decir que volverán a ser amigas entrañables, sino que la vida tal vez ni vuelva a reunirlas.
Shoshanna, la que ha aparecido menos, aunque sigue en sus mundos rosa chicle a lo vagina de Kate Perry, aunque busque el éxito profesional y se obsesione con su situación sentimental, se desembaraza de la tiranía de su prima Jess por más que sea verbalmente exigiéndole que desaparezca de su vida, y es la que lleva la voz cantante en la visión pragmática, antagónica a la de Marnie, en lo que se refiere a la conclusión de esa amistad tan anclada en la juventud a la que ya empiezan a no pertenecer. En el capítulo 9 nos enteramos de que está comprometida con oriental y su aparente frivolidad está más que retroalimentada.
Con Marnie se acabó la paciencia hace mucho tiempo. Quizás sea el personaje más trágico en cuanto a que lo tiene todo para no ser como es, una ególatra enamorada de sí misma y al mismo tiempo asqueada de sí misma, en una constante contradicción que la lleva a los brazos de cualquiera que le diga un par de cosas bonitas. Fracasa en su matrimonio y en su grupo con Desi, fracasa en su intento de volver con Ray, se sobreentiende que fracasa en su propósito de ser la mejor amiga de Hannah ayudándole con su bebé... Está destinada al fracaso porque cuando parece que sabe reconocer sus errores (como en el capítulo de la 5ª temporada, cuando se reencuentra con Charlie), luego recae en ese personaje odioso y frustrante que la convierte en una arpía de cuidado.
Quizá Hannah parezca ser la más evolucionada, o es que ya nos acostumbramos a su dosis de cal y de arena, a que sus neuras no pesen más que sus buenas intenciones, a que su sinceridad no sea una muestra de sociopatía. La decisión de seguir adelante con ese embarazo no deseado tras su polvo con el hedonista Paul-Louis choca a todo su entorno y ella misma no está convencida, pero lo acepta. No encuentra demasiados apoyos y a pesar de eso sigue adelante, igual que sigue adelante escribiendo y consiguiendo empleos prestigiosos (Patty, de The Leftovers, le ofrece un puesto en la universidad, de ahí que deje Nueva York). Al menos es consciente de sus limitaciones o es capaz de verse reflejada en la niñata caprichosa y consentida que sale gritando de su casa en bragas y sin zapatillas porque su madre le obliga a hacer los deberes y no la deja ver a su novio. Quizá por eso no manda a la mierda a Marnie.
Al final, quién me lo iba a decir, he encontrado en Girls mucha más realidad y mucha más profundidad, a pesar de ese formato de comedia. Y he tenido que desdecirme de todas mis anteriores críticas, como cuando solo era capaz de ver esa supuesta postmodernidad y solo alababa el buen gusto musical de la Dunham.
Comentarios