Todo está iluminado. Jonathan Safran Foer. Lumen (relectura)

(368 páginas. Descatalogada la edición. 2002)
Qué miedo da a veces volver a un libro que te gustó hace años. Quince, ni más ni menos. Como suele suceder con la literatura, cuando pasa el tiempo rara vez te acuerdas de datos concretos, simplemente recuerdas las sensaciones que te provocaron al leer el libro, y recuerdo que Todo está iluminado me dejó un estupendo sabor de boca, mucho más que la versión cinematográfica de la que apenas me queda más que Elijah Wood de protagonista. Me pareció una lectura luminosa, y he recordado que llegué al libro de casualidad, porque la portada me llamó la atención. En su momento envidié mucho a Safran Foer, casi de mi edad, porque es un libro que me hubiera gustado poder escribir.

Por fortuna, la relectura no me ha deparado sorpresas negativas, aunque si bien es cierto que ha habido pasajes que no he terminado de entender bien (voy perdiendo facultades), y lo que en su momento vinculé por completo con el Realismo mágico por la manera de presentarnos la realidad (cuando se nos habla de Trachimbod y suceden hechos casi inverosímiles), ahora diría que tiene varios momentos rebuscados que se gustan de ser rebuscados, sin aportar gran cosa a la historia, una historia, en general, que combina con acierto sentido del humor (sobre todo al principio) y tintes trágicos (sobre todo al final, las últimas páginas son un alocado descenso que te deja casi sin respiración).

Mira que ocurren hechos trágicos, y sería absurdo cuantificar cuál de ellos lo es más, pero yo me quedo con la paradójica tragedia del padre de Alex. Después de lo que tuvo que vivir su abuelo, después de sacrificarlo todo para apartarle de un entorno de violencia, fracasa porque pega a sus hijos y no soporta que no sean una imagen de lo que a él le parece el éxito (salir, ligar, acostarse con muchas mujeres). En lo que sería mi único hallazgo en la segunda lectura, creo entender que Alex en realidad es homosexual, y eso es algo inaceptable para su padre.

En líneas generales, "La historia cuenta el viaje de un joven norteamericano a Ucrania en busca de los orígenes de su familia, una inquietante y divertida odisea a través de los claroscuros de la memoria en la que poco a poco se irán iluminando los desertados escenarios de un pasado turbador". Ese joven es el propio Jonathan Safran Foer, tiene de traductor a Alexander Perchov (que se refiere constantemente a su hermano Pequeño Igor), a su abuelo Alexander de guía (pese a que este afirma haberse quedado ciego), y a la perra Sammy Davis Junior, Junior, que también los acompaña. Con este fabuloso elenco tenemos la historia más próxima al presente, que se inicia bajo el título de "Obertura al comienzo de un viaje muy rígido", y que se acelerará al final, cuando encuentran a la Augustine, la chica que salvó a su abuelo de los nazis y cuyo nombre figura en el dorso de una fotografía.

Llama la atención que hay una multitud de narradores, eso en primer lugar; es todo un acierto la inclusión de Alex como uno más, puesto que su peculiar inglés nos arroja momentos hilarantes, aunque lo es más la inclusión de la correspondencia que envía el propio Álex comentando los textos que le envía Jonathan y justificándose en sus propios escritos (en cursiva); en segundo lugar, hay que aclarar que gran parte de lo sucedido tiene como fondo la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, que suele producir rechazo en un cierto sector de la población. 

Distinguimos el pasado de Trachimbrod y de los antecesores del narrador por medio de una tipografía diferente en el título del episodio, unas mayúsculas que incurren en curvas, aparte de llevar indicada la fecha. Aquí partimos de 1791, cuando el carro donde iba o no montado Trachim B (del que no se sabe nada) cae al río Brod. De ese accidente emergerá un bebé, ni más ni menos que la tatara-tatara-tatara-tatarabuela de Jonathan, Brod, acogida por el usurero Yankel (que cometió un delito que no llega a contarse por el que carga con una cuenta de ábaco). Si no he entendido mal, el final sugiere una circularidad que a mí me parece inmejorable.

Aparte de las referencias tipográficas ya reseñadas, tenemos otras alteraciones, como cuando el Venerable Rabino sermonea a sus discípulos (Verticales, no Oblicuos) y se emplea las mayúsculas, como cuando leemos fragmentos del Libro de los sueños, que aparece en letra más pequeña y precedido por un 4:515, 4:516..., los fragmentos del diario de Brod también en letra más pequeña, la mayor sangría que aparece cuando se cita el Libro de antecedentes (por el que sabemos algunas cosas que no se nos cuentan como si se dieran por sabidas, como la violación de Brod que perpetra Sofiowka), el diagrama de cuerdas que no he entendido bien, los puntos suspensivos y la falta de signos de puntuación en las páginas finales o las comillas para los diálogos en las partes que le corresponden a Alex.

Una serie de ingredientes que enriquecen la lectura, a la que hay que añadir a todo lo dicho pasajes tan especiales como estos:
"Antes solía pensar que el humor era la única forma de apreciar lo maravilloso y terrible que es el mundo, de celebrar la grandeza de la vida. (...) Pero ahora estoy convencido de que es al revés. El humor no es más que una forma de escabullirse de ese mundo maravilloso y terrible""Todos actuamos a favor de ciertas cosas, y también actuamos en contra de otras. Yo quiero ser la  clase de persona que elige a favor de algo más que elegir en contra, pero (...) Elijo lo que no haré, en lugar de lo que haré.""¿Qué sentido hay en creer algo que no puedes hallar?"

Todo está iluminado es uno de esos libros, en definitiva, a los que hay que volver cada cierto tiempo.

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