(TVE. 13 episodios: 15/02/16 - 23/05/16) |
Lo bueno de ver series al margen de los tiempos oficiales (y más en este país en el que no se mira al telespectador sino a un aspecto genérico y casi abstracto como son las audiencias) es que no te enteras de las polémicas paradas que provocan debates y enfados, o incluso movilizaciones para que haya una tercera temporada (aún no confirmada).
Repito lo de la entrada anterior: no consumo televisión de este país y no puedo establecer comparativas, pero dudo mucho que haya muchas otras series que sean creíbles, imaginativas, entretenidas, originales y, por si fuera poco, didácticas. De modo que sería una pena que se cerrara el grifo a El Ministerio del Tiempo.
Otro punto a su favor es que la temida cuesta arriba de las segundas temporadas no le ha afectado demasiado. No se aprecia una bajada de calidad, ni reiteración de tramas, ni desgaste de los personajes. Y da la impresión de que le queda mucha cuerda a este producto diría yo que necesario para nuestra tele.
Arrancamos con el Cid, interpretado por Peris-Mencheta (le pega el papel), o por Rogelio, un agente del Ministerio que tiene que sacrificarse para hacerse pasar por él y que la historia no cambie. Al tiempo que hay que solucionar problemas históricos, en el propio Ministerio se producen conflictos. Julián, por ejemplo, no ha terminado de digerir la reciente nueva pérdida de su esposa, y está apartado de las misiones. De hecho, va a estar más apartado aún, en lo que parece su despedida de la serie.
Despedida que tampoco hubiera sido una tragedia. El monotemático Rodrigo Sancho (da igual que esté haciendo bromas que de luto, es monocorde su registro) da vida al más cansino de los personajes, un tipo mustio que no se adapta a la situación actual, pese a que no debería estar llorando por los rincones con esa vida aventurera que le han deparado.
Y se le echa poco de menos porque encima su sustituto enseguida se hace hueco propio y Pacino (muy bien Hugo Silva), un policía de los años 80 incriminado por un asesino en serie que había hecho la vida imposible a su padre, tiene un rol estupendo en el grupo y se hace con los mandos casi por casualidad, acostumbrado como está a las operaciones policiales. Se lleva bien con Alonso, y poco a poco hace que Amelia se olvide del taciturno ex enfermero. Qué pena que a la vuelta de este, no hayamos recuperado a este personaje.
Nuestros ministeriables ayudan a que Cervantes acabe el Quijote (Pere Ponce: uno de los motivos por los que la serie es tan buena es gracias a un estupendo casting y unas actuaciones que se ajustan a la perfección con los personajes); vuelven a los tiempos de la guerra de la Independencia para preservar el origen de Adolfo Suárez (uno de los episodios más divertidos); tenemos a Houdini (Gary Piquer) en otro episodio muy bien llevado por Pacino; al poco agraciado mentalmente rey Felipe V...
Uno de los personajes nuevos aparecidos que parecen cambiar el orden establecido, Susana Torres (qué bien sigue Mar Saura), que ha sustituido a Salvador Martí por medio de una intriga en la que tercia Irene, la lía dejando extenderse la gripe española para salvar a su amante, la propia Irene.
Y llega el episodio dividido en dos, "Tiempo de valientes", que supone el regreso del cansino, que ha llegado a Filipinas y, sin saberlo, se convierte en uno más de los "últimos de Filipinas", por lo que enviarán a Alonso para rescatarlo. Secundarios como Juan José Ballesta o Alberto Jiménez figuran en estos dos capítulos, capítulos en los que Amelia se lía con Pacino y de ahí que no acoja con los brazos abiertos a Julián como este se esperaba. Al mismo tiempo, su futuro cambia por completo y ya no existirá su tumba (ni el niño/a de la foto con Julián).
Las Sin sombrero (mujeres de la Generación del 27) se hacen su hueco, así como Alexandra Jiménez en un doble papel debido a la intervención de la ex criada de Amelia, convertida en una loca asesina (María Rodríguez Soto); consiguen que Cristóbal Colón (Joan Carreras) siga siendo el descubridor de América (episodio en el que la hija de Lombardi, Anna Castillo, se hace con el capítulo con sus puntos de humor); Nancho Novo aporta su granito de arena interpretando a Don Fadrique, un señor medieval importante en la batalla de las Navas de Tolosa que se encapricha de Constanza, en un episodio en el que casi todos los funcionarios están en la boda de Ortigosa (uno de estos compañeros que no aparecen nunca y que luego meten con calzador para desarrollar una trama).
Y para acabar, ni más ni menos que Felipe II (estupendo Carlos Hipólito) se lía la manta a la cabeza interfiriendo en el Ministerio del Tiempo para impedir la derrota de la Armada Invencible, de paso mata a Salvador ("resucitado" cuando nuestros héroes restablezcan la situación) y se aprovecha del Ministerio para prolongar la grandeza de nuestro país, en un episodio estupendo para despedir (¿de momento, finalmente?) la serie.
Me dejo por referir a Velázquez, que sigue aportando dosis de humor; a Angustias, que ídem; a Ernesto, que descubre que tiene un hijo secreto; y a Elena (guapísima Susana Córdoba), igualita a la Blanca de Alonso, el mejor personaje de la serie, y con quien emprenderá una relación. En fin, entretenimiento y originalidad, estupendas colaboraciones puntuales, y un argumento bastante sólido (aunque fantasioso) que suple que haya algunos personajes bastante circunstanciales y algunas tramas prescindibles. Y se puede ver por la web de TVE, muy completa y con elementos transmedia de esos que tan de moda están. Qué más se puede pedir...
Arrancamos con el Cid, interpretado por Peris-Mencheta (le pega el papel), o por Rogelio, un agente del Ministerio que tiene que sacrificarse para hacerse pasar por él y que la historia no cambie. Al tiempo que hay que solucionar problemas históricos, en el propio Ministerio se producen conflictos. Julián, por ejemplo, no ha terminado de digerir la reciente nueva pérdida de su esposa, y está apartado de las misiones. De hecho, va a estar más apartado aún, en lo que parece su despedida de la serie.
Despedida que tampoco hubiera sido una tragedia. El monotemático Rodrigo Sancho (da igual que esté haciendo bromas que de luto, es monocorde su registro) da vida al más cansino de los personajes, un tipo mustio que no se adapta a la situación actual, pese a que no debería estar llorando por los rincones con esa vida aventurera que le han deparado.
Y se le echa poco de menos porque encima su sustituto enseguida se hace hueco propio y Pacino (muy bien Hugo Silva), un policía de los años 80 incriminado por un asesino en serie que había hecho la vida imposible a su padre, tiene un rol estupendo en el grupo y se hace con los mandos casi por casualidad, acostumbrado como está a las operaciones policiales. Se lleva bien con Alonso, y poco a poco hace que Amelia se olvide del taciturno ex enfermero. Qué pena que a la vuelta de este, no hayamos recuperado a este personaje.
Nuestros ministeriables ayudan a que Cervantes acabe el Quijote (Pere Ponce: uno de los motivos por los que la serie es tan buena es gracias a un estupendo casting y unas actuaciones que se ajustan a la perfección con los personajes); vuelven a los tiempos de la guerra de la Independencia para preservar el origen de Adolfo Suárez (uno de los episodios más divertidos); tenemos a Houdini (Gary Piquer) en otro episodio muy bien llevado por Pacino; al poco agraciado mentalmente rey Felipe V...
Uno de los personajes nuevos aparecidos que parecen cambiar el orden establecido, Susana Torres (qué bien sigue Mar Saura), que ha sustituido a Salvador Martí por medio de una intriga en la que tercia Irene, la lía dejando extenderse la gripe española para salvar a su amante, la propia Irene.
Y llega el episodio dividido en dos, "Tiempo de valientes", que supone el regreso del cansino, que ha llegado a Filipinas y, sin saberlo, se convierte en uno más de los "últimos de Filipinas", por lo que enviarán a Alonso para rescatarlo. Secundarios como Juan José Ballesta o Alberto Jiménez figuran en estos dos capítulos, capítulos en los que Amelia se lía con Pacino y de ahí que no acoja con los brazos abiertos a Julián como este se esperaba. Al mismo tiempo, su futuro cambia por completo y ya no existirá su tumba (ni el niño/a de la foto con Julián).
Las Sin sombrero (mujeres de la Generación del 27) se hacen su hueco, así como Alexandra Jiménez en un doble papel debido a la intervención de la ex criada de Amelia, convertida en una loca asesina (María Rodríguez Soto); consiguen que Cristóbal Colón (Joan Carreras) siga siendo el descubridor de América (episodio en el que la hija de Lombardi, Anna Castillo, se hace con el capítulo con sus puntos de humor); Nancho Novo aporta su granito de arena interpretando a Don Fadrique, un señor medieval importante en la batalla de las Navas de Tolosa que se encapricha de Constanza, en un episodio en el que casi todos los funcionarios están en la boda de Ortigosa (uno de estos compañeros que no aparecen nunca y que luego meten con calzador para desarrollar una trama).
Y para acabar, ni más ni menos que Felipe II (estupendo Carlos Hipólito) se lía la manta a la cabeza interfiriendo en el Ministerio del Tiempo para impedir la derrota de la Armada Invencible, de paso mata a Salvador ("resucitado" cuando nuestros héroes restablezcan la situación) y se aprovecha del Ministerio para prolongar la grandeza de nuestro país, en un episodio estupendo para despedir (¿de momento, finalmente?) la serie.
Me dejo por referir a Velázquez, que sigue aportando dosis de humor; a Angustias, que ídem; a Ernesto, que descubre que tiene un hijo secreto; y a Elena (guapísima Susana Córdoba), igualita a la Blanca de Alonso, el mejor personaje de la serie, y con quien emprenderá una relación. En fin, entretenimiento y originalidad, estupendas colaboraciones puntuales, y un argumento bastante sólido (aunque fantasioso) que suple que haya algunos personajes bastante circunstanciales y algunas tramas prescindibles. Y se puede ver por la web de TVE, muy completa y con elementos transmedia de esos que tan de moda están. Qué más se puede pedir...
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