(AMC. 16 episodios: 11/10/15 - 03/04/16) |
Contiene spoilers
La evolución de esta serie tenía que llegar de alguna manera. Después de los inicios errabundos tras un apocalipsis zombi, los supervivientes habían de encontrar algún asentamiento, algún respiro. Nuestros protagonistas lo encuentran en Alexandria, un lugar por el que merece la pena seguir aferrándose no ya solamente a la supervivencia, sino a soñar con algo más, porque ese sitio les permite volver a sentirse humanos. Existe una cierta seguridad, existen personas que han vivido ajenas a la barbarie, existe una serie de comodidades como un plato de comida seguro o una ducha al acabar el día. No podíamos seguir de acá para allá, como unos nómadas a contrarreloj.
La tensión ha ido creciendo a lo largo de los episodios. De luchar por alejar a los Caminantes a toda costa con un plan orquestado por Rick que termina fallando por el estrepitoso pitido tras un choque de un camión justo en la entrada de Alexandria, a volver al mismo peligro que se avecina siempre: el ser humano. Los lobos parecían ser la amenaza inicial, pero pronto ese enemigo deriva en algo más grave, más peligroso, más cohesionado y más tiránico: los Salvadores, liderados por el misterioso Negan ("Negan somos todos").
TWD se ha acostumbrado a ofrecernos un ritmo muy acusado: inicios y finales trepidantes, entre los cuales se infiltra una especie de valles más o menos áridos, más o menos expansivos para el desarrollo de los personajes. Personajes que están claramente delineados en dos categorías:
1) protagonistas indiscutibles, más o menos adheridos al liderazgo de Rick desde el principio (Carl, Daryl, Carol, Michonne, Glenn, Maggie, podríamos amablemente extenderlo a Abraham, Sasha, Eugene y Rosita); y 2) secundarios agregados, los principales candidatos a desaparecer sin que al espectador le ocasione un disgusto excesivo, más allá del duelo inmediato o la sorpresa de turno (Tara, el padre Gabriel, Aaron, Jessie, Deanna, Spencer, Tobin, Nicholas, Denisse, Enid...). En este caso, los habitantes de Alexandria tienen más papeletas que incluso cualquier actor de raza negra en desaparecer que nadie.
1) protagonistas indiscutibles, más o menos adheridos al liderazgo de Rick desde el principio (Carl, Daryl, Carol, Michonne, Glenn, Maggie, podríamos amablemente extenderlo a Abraham, Sasha, Eugene y Rosita); y 2) secundarios agregados, los principales candidatos a desaparecer sin que al espectador le ocasione un disgusto excesivo, más allá del duelo inmediato o la sorpresa de turno (Tara, el padre Gabriel, Aaron, Jessie, Deanna, Spencer, Tobin, Nicholas, Denisse, Enid...). En este caso, los habitantes de Alexandria tienen más papeletas que incluso cualquier actor de raza negra en desaparecer que nadie.
Ha faltado valentía en determinados momentos para acabar con esta marcada dualidad. O ha sobrado ese recurso efectista de poner en peligro a un personaje querido si luego íbamos a salir por peteneras. Hablo de Glenn y su milagrosa salvación tras darle por muerto en un aplastamiento de turba caminante. O de Daryl y el disparo a bocajarro que recibe en el penúltimo capítulo. Los fans requieren además muertes honrosas o épicas, si es que se va a cometer la herejía de amenazar a su Daryl, a su Carol o a su Glenn. Pero llegado Negan (de acuerdo con el buen trabajo de Jeffrey Dean Morgan), deberíamos olvidarnos de estas acusadas categorizaciones. Un enemigo relevante debe ocasionar destrozos, y la serie tiene que entrar en la dinámica de un mundo polarizado en comportamientos al margen de éticas y morales, por más que Morgan trate de convencerse (y convencer a Carol) de lo contrario.
En una temporada que ha seguido bastante más de lo habitual la senda del cómic, deberíamos encontrarnos con más "tribus" o pueblos o asociaciones de personas, todos ellos explotados por la numerosa banda de Negan, que exigirá de todos ellos un tributo para seguir existiendo. Volvemos a tiempos de feudalismo, que para nosotros (y para Rick) simplemente parece extorsión. La ley del más fuerte. Rick, si se sobrepone a la muerte del cliffhanger de ese final un tanto tramposo en el que no conocemos si la víctima de Lucille (el bate espinado de Negan) es la misma que la de los cómics (yo apuesto por que sí, ese personaje daría más juego muerto que vivo), debería adherirse a acabar con este tirano porque no ha nacido en este mundo para ser su vasallo. Después del estallido y del desconcierto, más que una improvisada supervivencia toca buscar alianzas, asentamientos estables de personas que se han sobrepuesto a este gigantesco cambio de estatus.
Sigue la polémica sobre lo que ofrece TWD y lo que esperan los espectadores. Pero siguen los buenos números y sigue esa tensión que provoca la incertidumbre de quién será la próxima baja en la serie. Y sigue en buena forma porque te mantienen pegado a cada capítulo, algo de lo que pocas series pueden jactarse, y menos después de seis temporadas. A los que les parece aburrida, algo que me parece lícito, deberían bajarse del carro y dejar de aburrir al personal con que si la serie es lenta o está desgastada. A los que tenemos nuestros favoritos o simplemente nos gusta imaginarnos un universo paralelo lleno de Caminantes y con la muerte al filo de los talones, creo que la serie sigue en buena forma.
Nuestras filias y nuestras fobias son tan subjetivas que demuestran que nadie tiene la última palabra. Parece casi unánime que Rick ha ido ganando en relevancia y ya no genera las dudas de los inicios (aunque veremos cómo digiere la irrupción de Negan, claro está) y que Daryl y Carol (aunque ella, tal y como respira la gente, como le dé por mostrarse afectada o no querer asesinar a más gente, pasará a ser un Morgan cualquiera, ese que los fans reclamaban cuando su rostro aparecía un par de segundos en los prolegómenos y ahora detestan) son los indiscutibles, y ya el resto entra en la ruleta rusa en la que unos los vemos como indispensables y otros como que ya han agotado su arco argumental.
Es el caso de Glenn, que sólo puede aportar su posible paternidad como argumentos para seguir vivo, y, en menor medida, de Maggie, que si sobrevive al "ataque del neonato" podría ser una embajadora estupenda para entablar relaciones con otros grupos, como demuestra con la colonia de Hilltop (liderada por un tal Gregory que relevará a muchos personajes indeseables en cuanto a ruines o inútiles), en la que un personaje ha destacado (y recordado a lo bueno que es en el cómic) a pesar de que luego ha quedado un tanto olvidado, Jesús.
Ha faltado un poco de cintura a la hora de mostrarnos las relaciones entre los personajes: desde cómo Rick olvida a Jessie con la Michonne que pasaba por ahí en el sofá (Michonne que también ha perdido carisma a medida que ha ido recuperando el habla), al tortuoso triángulo Rosita-Abraham-Sasha, para acabar con la incomprensible entre Carol y el tal Tobin, un mindundi en comparación con ella. El resto de personajes son bajas asumibles, por más que cobardes declarados como Eugene o el padre Gabriel hayan dado un paso adelante, o por más que Rosita me parezca la chica más atractiva que queda (y más tras el herético corte de pelo de Maggie)...
Nuestras filias y nuestras fobias son tan subjetivas que demuestran que nadie tiene la última palabra. Parece casi unánime que Rick ha ido ganando en relevancia y ya no genera las dudas de los inicios (aunque veremos cómo digiere la irrupción de Negan, claro está) y que Daryl y Carol (aunque ella, tal y como respira la gente, como le dé por mostrarse afectada o no querer asesinar a más gente, pasará a ser un Morgan cualquiera, ese que los fans reclamaban cuando su rostro aparecía un par de segundos en los prolegómenos y ahora detestan) son los indiscutibles, y ya el resto entra en la ruleta rusa en la que unos los vemos como indispensables y otros como que ya han agotado su arco argumental.
Es el caso de Glenn, que sólo puede aportar su posible paternidad como argumentos para seguir vivo, y, en menor medida, de Maggie, que si sobrevive al "ataque del neonato" podría ser una embajadora estupenda para entablar relaciones con otros grupos, como demuestra con la colonia de Hilltop (liderada por un tal Gregory que relevará a muchos personajes indeseables en cuanto a ruines o inútiles), en la que un personaje ha destacado (y recordado a lo bueno que es en el cómic) a pesar de que luego ha quedado un tanto olvidado, Jesús.
Ha faltado un poco de cintura a la hora de mostrarnos las relaciones entre los personajes: desde cómo Rick olvida a Jessie con la Michonne que pasaba por ahí en el sofá (Michonne que también ha perdido carisma a medida que ha ido recuperando el habla), al tortuoso triángulo Rosita-Abraham-Sasha, para acabar con la incomprensible entre Carol y el tal Tobin, un mindundi en comparación con ella. El resto de personajes son bajas asumibles, por más que cobardes declarados como Eugene o el padre Gabriel hayan dado un paso adelante, o por más que Rosita me parezca la chica más atractiva que queda (y más tras el herético corte de pelo de Maggie)...
Sí, todo es mejorable, claro está, pero esta serie sigue siendo muy diferente al resto y sigue proponiendo aspectos que ninguna otra ofrece. Si eres de los que piensa que hay demasiada paja en medio, quémala, pero si estás demasiado enganchado con el devenir de estos héroes, la séptima temporada se prevé como un duelo entre dos carismáticos líderes. La pregunta es:
¿Seguirás con Rick, ahora que has visto que no tiene la sartén por el mango, o nos pasaremos al vandálico y devastador Negan?...
¿Seguirás con Rick, ahora que has visto que no tiene la sartén por el mango, o nos pasaremos al vandálico y devastador Negan?...
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