(248 páginas. 19,95€. Año de edición: 2015) |
Ocho son los nuevos números de la tercera y parece que última serie de este personaje fracasado y marginal que decide ponerse un traje de licra para combatir el crimen, Kick-Ass. No voy a decir que sea aburrida esta tercera parte, pero no aporta mucho más a la saga, a pesar de que el malo tiene fuste y carisma, ese homosexual Rocco Genovese, heredero de los capos mafiosos de toda la vida, tío del Hijoputa. Le define la siguiente frase: "Cuando te haya endurecido" -le dice a Chris Genovese- "serás lo bastante hombre para los tíos".
Nada nuevo se nos aporta a esta pareja de "héroes": Dave Lizewski es cierto que evoluciona en tanto que encuentra una chica con la que follar (y querer, venga), Valerie, otra friki de las que tanto abundan en este libro, aunque esta enfermera al final tenga más sentido común que muchos otros personajes y se conforme con tener un novio rarito con un pasado (porque ella pretende que se quede en eso) aventurero.
Gran parte del interés de la trama se centra en si Dave abandonará su doble vida para establecerse como una persona normal, ocupada en atender a su novia, o si no superará la tentación de subir revoluciones y adrenalina enfundado en su traje verde. ¿Tanto entrenamiento va a quedar relegado? Ese desastre con piernas del principio ha conseguido una mayor autoestima y la versión de la persona que es le gusta, está a gusto consigo mismo, y parece no necesitar su identidad secreta para escapar de la realidad.
Hit Girl es otra cosa. Nuevamente queda bastante relegada, puesto que está en la cárcel, poniéndola en orden como la máquina de matar que es. Su código de valores le impide mirar hacia otro lado cuando está delante de criminales y por eso las tentativas del psiquiatra Alex White para minar esa psique alterada por el pertinaz entrenamiento de su padre (vemos varios flashbacks) están destinadas a fracasar, sobre todo cuando trae a su madre y esta, sorprendentemente, apoya a su demente hija. Mindy es un personaje quemado y aunque nos hace gracia y es casi indestructible, no deja de ser más de lo mismo. Las últimas escenas, cuando asalta la fortaleza de Rocco, en la reunión de la mafia, es una coda un tanto redundante.
Pocos secundarios consiguen ser poco más que meras anécdotas, como Todd, el conquistador de maduritas, o como Julcer, un jeta aprovechado que "okupa" la base de Hit Girl; la banda de polis corruptos que se ponen máscara para robar no va mucho más allá que para demostrar la degradación del sistema.
El universo de este cómic ya estaba agotado y tan sólo se trataba de ponerle el punto final. Tal vez debería haberse puesto en el segundo volumen, aunque claro, el negocio es el negocio y es cierto que es un gustazo el dibujo y la factura aunque se nos muestre más de lo mismo: sangre, ejecuciones, cerebros fundidos y moralidades de sociópatas. Algunos finales son un poco controvertidos, como el del Hijoputa, movido por la repulsión de Angie Genovese, su propia madre, pero en fin, en conjunto se trata de una serie original y que no deja de estar en consonancia con los tiempos que corren.
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