Noticias felices en aviones de papel. Juan Marsé. Lumen

(96 páginas. 22,90€. Año de edición: 2014)
Es un día cualquiera de un verano de finales de los años ochenta, y Bruno, con quince años recién cumplidos, sube a desgana los peldaños de una escalera; arriba, en el segundo piso, le espera la señora Pauli, una viejecita que aun lleva los labios pintados de carmín...
Bien mirado, hoy no es un día cualquiera porque la señora Pauli ha tenido una gran idea: lanzar aviones de papel cargados de buenas noticias desde su balcón. Abajo, en la calle, están Óscar y Jan, dos hermanos como dibujados en blanco y negro, y a su alrededor unas calles que pertenecen al pasado pero están más vivas que nunca.
Cuando tienes 80 años y todo un bagaje amplio y feliz narrativamente hablando a tus espaldas, te mereces poder hacer lo que te plazca, incluso poner un título poco impactante. Y yo creo que eso se transmite en esta novelita (más bien un cuento amplio: tan sólo hay 6 capítulos) de Juan Marsé: libertad absoluta, voy a contar lo que me plazca, voy a escribir por el puro placer que me embarga el dedicarme a lo que más me gusta. Y si lo que más me gusta es mezclar realidad con delirio o fantasía, eso voy a contar.

Lejos de esa presión de escribir tu mejor novela, o LA historia que lleves dentro guardada, con títulos como Últimas tardes con Teresa o El embrujo de Shangai, ya no puedes exigir críticamente un mayor desarrollo para explotar el potencial de una historia como la que acarrea detrás la señora Pauli (Hanna Pawlikowska), sino que tienes que disfrutar de lo que se te propone: un lenguaje sobrio y rotundo, una expresión fluida y expresiva, un manejo de los hilos de la historia al alcance de muy pocos.

Vale que ni Bruno ni su madre ni su padre están desarrollados de manera académicamente redonda: un adolescente tímido y hermético para oponerse a la expansividad de sus padres hippys, un muchacho a medio hacer que no termina de dar el paso a la consabida madurez (esta no es la historia que se nos quiere transmitir, de hecho), una madre (Ruth Vélez) que se gana la vida con no demasiado y que, pese a haberse movido en ambientes liberales, no deja de estar enganchada al hombre del que se enamoró, y un padre (Amador Cano Raciocinio) que no aparece mucho pero que refleja un carácter inmaduro y vividor.

Vale que el personaje de Pauli es excesivamente pintoresco, con su loro azul y la misión que le encomienda a Bruno (recoger los aviones de papel que ella misma lanza, al principio de con papel de periódicos y noticias alegres). Y vale también que con lo que se cuenta de los hermanos Rabinad te hueles de inmediato que algo más hay detrás de ellos (sobre todo en la conversación con la madre sobre ellos).

Pero el inicio engancha ("-Y nunca olvides que el amor verdadero que puedas merecer de una mujer no será el que estás buscando, sino el que no sabías que estabas buscando"), te olvidas de la imprecisa o no muy relevante ambientación temporal (años 80) y espacial (una mezcla entre el barrio de Gracia y las difíciles calles de la Varsovia del 43),  algunas frases del libro parecen zarpazos estratégicos con los que se completa una caracterización asombrosa ("Bruno era un adolescente silencioso y esquivo, agazapado detrás de una timidez estratégica elaborada precozmente"; "era un tipo rubicundo, besucón y ocurrente, el colega que cae bien a casi todo el mundo antes de hacer involuntariamente desgraciado a casi todo el mundo" [Amador]; "Ruth Vélez era una belleza morena sin pulir, de apariencia discreta y sumisa, piel pecosa y mirada lánguida, una mirada que irradiaba fervor sexual sin ella saberlo") y la edición del libro es una maravilla, como casi siempre ocurre con Lumen, esta vez con tapas de cartoné y las hermosas y descriptivas ilustraciones de María Hergueta.

Comentarios

Juan Carlos ha dicho que…
¡Uy, qué lectura tan apetitosa! A mí Marsé es que me encanta: "Ültimas tardes con Teresa", "La chica de las bragas de oro", "La prima Montse" y tantas otras.

Gracias por esta entrada que me ha hecho conocer una nueva publicación de este autor tan querido por mí
Juliiiii ha dicho que…
Leer a Marsé es un gustazo.

Muchas gracias a ti por tu comentario.