(15/06/15) |
No.
No.
O sea, no.
¿Qué coño acaba de pasar en GoT? ¿Y por qué hay tanta putada emboscada aquí?
No quiero parpadear después de ver ese impactante y traumático final no vaya a ser que me lo crea.
En serio, no. Es decir, piensa algo que no te esperes, y ahí está, hecho realidad. En tu puta cara. Como si te explotasen un globo justo delante de tus ojos. Madre mía, pero ¿qué ha pasado?
Estoy tan impactado que no soy ni capaz de valorar esta quinta temporada. Indudablemente, desde el capítulo 7 empezó un proceso de pujanza coronado en la joya de la corona, ese episodio 8 que, no sólo por esa batalla apoteósica con los White Walkers, para mi gusto se ha convertido en el mejor episodio de todo GoT. Pero, ¿este último episodio es bueno, o malo? Lo indudable es que es inesperado.
Creo que hasta ahora no ha habido spoilers, pero empiezo a analizar el episodio. Ojito, y mucho cuidado porque va a ser difícil que algún idiota te diga el final con tres simples palabras. Yo te recomiendo que no tardes en ver el episodio por si acaso y las sustituyo por estas tres a modo de sinónimo:
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Empezamos por donde se había mascado el desastre en el capítulo 9: Stannis Baratheon y Melisandre, quien al ver unas estalactitas goteando anuncia triunfal que su dios de la luz ha cumplido y ha llegado la hora de conquistar Winterfell. Stannis, más frío que nunca con ella, se dispone a atacar, cuando le dan dos noticias:
Primera, que la mitad de su ejército, la que montaba a caballo, ha desertado. Y la segunda, que Selyse, su señora esposa, está colgada de un chaparro (como dirían mis alumnos). Hasta la propia bruja ha torcido el gesto y ha emprendido la huida. Algo inimaginable para el orgulloso, ciego y estúpido de Stannis, que pretendía iniciar un asedio con esos mindundis que le quedaban, aunque se le han adelantado los Bolton, que han masacrado al miniejército de Stannis sin pestañear (y tampoco nos han dejado pestañear a nosotros porque ha sido un visto y no visto con una elipsis yo creo que justificada porque con esa vista aérea desde los ojos de Sansa estaba claro que no había batalla). Lo peor, para mí, es ver a qué ha quedado reducido el papel de Brienne: rematar a Stannis sin más pena ni gloria.
Y mientras, la puta vela ardiendo en la torre desde la que cayó Bran (del que ya dijeron que no iba a aparecer esta temporada). Aquí tenemos la primera sorpresa del episodio. O la primera incongruencia. Y es que Hediondo de pronto (¿porque no está su amo, porque de pronto se le pinza?, no me parece demasiado coherente) reúne valor y tira por un precipicio a Myranda, la amiguita de Ramsay, quien se disponía a lanzar una flecha a Sansa. Y emprende con ella la primera de las putadas de este final de temporada: se tiran desde una muralla para escapar de los Bolton (es de suponer que porque conocen que es un punto en el que la caída no supone acabar como papilla). Habrá que esperar un puñetero año para saber qué pasa con ellos.
Vamos a Braavos. Arya tacha un nombre de su lista, Meryn Trant, el despreciable sádico que pedía niñas en el prostíbulo. Utilizando una de las máscaras del Dios de los mil rostros y una especie de punzón, declara su nombre (justo el propósito contrario que había tenido su entrenamiento), le saja los ojos y le abre el gaznate. Y lo peor es que lo disfrutamos, joder. Aunque el coste puede ser mucho (el puede es porque llega la segunda putada): Jaqen y la bruja que siempre había estado en contra de Arya (Waif la nombran en IMDB, interpretada por Faye Marsay) descubren el robo y después de uno de los engaños ilusorios a los que estamos acostumbrados con Jaqen H'ghar, Arya empieza a perder visión. ¿Se nos queda ciega? Un tullido y un ciego, vaya cómo van a quedar los Stark...
Pasamos a lo prescindible de la temporada, la fallida trama de Dorne. Se despiden de Ellaria Sand, que le desea lo mejor a la cándida de Myrcella antes de zarpar con un beso. Y nos encaminamos a una escena que a mí me estaba gustando porque le ponía una nota de sentimentalismo a un capítulo bastante sangriento, aunque no me terminaba de cuadrar: Jaime intentando explicarle a la rubia heredera que él era su padre ("No elegimos a quien amamos"), aunque no le deja terminar la joven: "Me alegra que seas mi padre". No, no cuadraba y parecía que Jaime estaba a punto de despertarse, hasta que a su recién descubierta hija empieza a salirse sangre por la nariz. Sí, el beso había sido venenoso. Qué contenta se va a poner Cersei...
En otra de las cápsulas, y cambiando de tercio, pasamos a Mereen, donde no pasa nada más que Daario y sir Jorah se encaminan a buscar a su amada Daenerys, que voló hacia el norte con Drogon. Se quedarán Tyrion, Gusano Gris y Missandei para gobernar la ciudad como puedan. Menos mal que reaparece Varys para prestarle algo de ayuda. Ayuda que parece que va a necesitar la Khaleesi, que tras dejar a Drogon reposar de sus heridas, es emboscada por un grupo de guerreros con guadañas que parecen dothrakis, pero no lo sabremos (tercera de las putadas) hasta dentro de un año. Puede que no vengan con ganas de fastidiar, pero el que la Madre de los dragones se haya desprendido de su anillo no es muy buena señal...
Llegamos a King's Landing y las impactantes escenas que protagoniza Cersei, que por fin confiesa sus pecados (o parte de ellos, porque se calla el incesto con Jaime). "He pecado. Quiero volver a estar limpia de nuevo". El Gorrión Supremo no sé si la cree demasiado (nosotros hemos aprendido ya a desconfiar de esa lengua viperina), pero antes de la absolución vendrá un juicio. Y, antes del juicio, la expiación. Ver a la guapísima Lena Headey casi con el pelo rapado impacta, casi nos hace irreconocible a la Reina Madre, aunque queda lo peor del castigo: el "walk of shame", un paseo en pelota picada (vaya desnudo tiene esta mujer, por cierto) hasta llegar a la Fortaleza Roja, entre el oprobio, el insulto y el lanzamiento de todo tipo de fluidos y sustancias. Una dura prueba para el orgullo de Cersei, un castigo bastante merecido. Claro que si llegamos a tener la tentación de compadecerla, Qyburn la arropa con una manta y le anuncia la llegada de un nuevo miembro a la Guardia dorada: Frankenstein-Mountain, cuyo voto de silencio no se romperá hasta que acabe con todos los enemigos suyos. Es de imaginar que los días de esta secta están contados...
Como están contados los días del personaje que menos se había merecido coronar con su muerte esta temporada. Tras una cruda discusión con Davos sobre la ayuda que quería que le enviase a Stannis, y con la llegada de una destruida Melisandre (¿se le habrá agotado su fe en el Dios de la luz?), llega lo que es difícil de asumir, de entender y de explicar: Olly anuncia que un salvaje dice saber del paradero de Benjen. ¿Será una trampa?, se pregunta el bueno de Jon Snow cuando ve allí a Alliser Thorne, que encabeza el apuñalamiento a su Lord Comandante. Apuñalamiento que remata el capullo de Olly. Rata de alcantarilla...
O hacen una pirueta de escándalo en lo que sería la cuarta y última de las putadas de este final de temporada, o ese reguero de sangre que mancha la nieve indica que ya no tenemos más Jon Snow, el personaje que más había crecido y más respeto se había ganado con sus difíciles pero acertadas decisiones, el único que parecía ser capaz de enfrentarse a los White Walkers. Vamos, que uno de los mejores candidatos para el Trono de Hierro cae, y esta muerte no es nada razonable o justa, como la de Stannis. Me parece injustificable, de modo que habrá que esperar. Como habrá que esperar a que se concrete ese spoiler en forma de imagen que me había encontrado y que al final no llega a aparecer en ningún momento.
En fin, que hay un par de movimientos incoherentes para lo que era la trayectoria de los personajes y de las historias y una decisión diría que suicida para encarar la sexta temporada, pero no hay más remedio que esperar (esperar en sí la sexta temporada un año entero es la quinta de las putadas, a modo de bonus track). E imagino que los libros ya poco servirán de referente (aunque de eso me alegro). Fuera de fanatismos pro Jon, ¿alguien me explica este movimiento final?
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