(04/05/15) |
Si no has visto hasta el cuarto episodio de la quinta temporada, ya sabes: ¡fuera de aquí!
Esta entrada contiene spoilers
En lo que ha sido otro estupendo capítulo, es difícil quedarse con los mejores momentos. Podría decir que la conversación entre Sansa y Meñique sobre Lyanna, la hermana de Ned; podría elegir cualquier escena de la pareja Bronn-Jaime (en especial cuando este último le dice que con una mano le es difícil cavar, o cuando afirma que "Si vuelvo a verlo, lo partiré por la mitad" en referencia a Tyrion, o cuando, puestos a elegir, dice que querría morir en brazos de su amada); podría decir que la maniobra de Cersei contra Loras, respondiendo a mi pregunta de la entrada y el capítulo anterior e, iluso de mí, ves que la fe no era ni mucho menos la razón para el acercamiento de la Reina Madre hacia el Gorrión Supremo. Ahora veremos si Margaery, quien trata de que su marido Tommen haga algo en vano, tiene la pasta suficiente como para encararse con Cersei. A lo mejor la ayuda de su abuela le aporta entereza.
Pero me voy a quedar con la mujer de la foto, Melisandre. No por ese sensual y erótico festivo acercamiento a Jon Snow, cuando lo trata de seducir despojándose de la parte de arriba de su vestido y llevando la mano del alelado casi Stark a su pecho, sino por su demostración de que esta mujer es una auténtica bruja: "You know nothing, Jon Snow", le suelta antes de salir de su cámara. Si bien la cara de Kit Harington no es que cambie demasiado, los espectadores nos quedamos con un estupor de cuidado, recordando a la indómita Ygritte.
En el lado opuesto, si tuviera que quitar algo, quitaría la escena de Ilaria y las Serpientes de arena (sus hijas), un remedo de amazonas que se las gastan con violencia (para no estar fuera de tono de esta serie) y que apuestan por la venganza aún a costa del derramamiento de sangre. O se dan prisa Jaime y Bronn o la pobre y rubia de Myrcella tiene menos futuro que la gran parte de los Stark. Y la quitaría porque el discurso de la que acaba arrojando una lanza en la cabeza de su captor enterrado podría haberse despachado de una manera un poco más fluida (y breve).
No cambiaría nada de las escenas de acción. Más humor en la de la pareja que se dirige a Dorne, sobre todo cuando la mano de oro detiene el mandoble de uno de sus enemigos; más dramatismo en ese final tan abrupto con la rebelión desatada contra Daenerys. De nuevo, otra pareja que acude hacia un lugar puede deparar un giro en el sino que de momento se antoja oscuro. En este caso, Tyrion y sir Jorah, pese a que este no trata al gigante de los Lannister con mucho mimo.
La nota sensible del episodio, quién nos lo iba a decir, la protagoniza Stannis, al proclamar su amor por su pequeña y marcada hija Shireen, que no puede sino abrazar a su pétreo padre, que no sé si sabe que la pelirroja y su propia esposa conspiran contra su vida. Las referencias a Rhaegar me han gustado también mucho. Uno de los grandes méritos de George R. R. Martin es toda la mitología desplegada en torno a los Siete Reinos y por tanto el pasado es fundamental para entender el tablero de ajedrez en el que se juega. El hijo del Rey Loco Targaryen tuvo su protagonismo importante, entre otras razones por el lance que rememora lord Baelish a Sansa en la cripta de los Stark, cuando despreció a su propia esposa ante la belleza de Lyanna. Si bien Sansa se queda con lo de que la raptó y la violó, a raíz de otra rememoración, esta vez de sir Barristan Selmy a Daenerys, nos pinta otro decorado en la personalidad de este hombre, capaz de dar todo su dinero a los pobres.
Para pobres, Gusano Gris y el mencionado sir Barristan, que caen emboscados frente a los enmascarados hijos de la Arpía, en un final tenso y sin contemplaciones. Veremos si la caída es definitiva o alguno consigue salvarse. Veremos hasta dónde llega la sublevación. Y veremos si la khaleesi sale de esa espiral de errores que la están desgastando tanto.
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