(376 páginas. 12,95€. Año de edición: 2014) |
Tras el suicidio de su amigo Roithamer, el anónimo narrador de la novela llega a la casa del taxidermista Höller, en cuya buhardilla el suicida ha permanecido durante seis años entregado a la tarea de planear y construir, en el centro geométrico exacto del bosque de Kobernauss, un Cono que, desafiando las leyes de la construcción tradicional, estaba destinado a ser residencia y «felicidad suprema» de su hermana.
Por fin. Por fin ha puesto fin a esta lectura. Digo por fin porque han sido varios meses de digestión lenta, la de la narrativa de este escritor alérgico a los puntos y aparte (y de la trama) y enamorado de las repeticiones constantes. Le lectura de Bernhard ha de tomarse como la de afrontar un reto mayúsculo. No es fácil y cabe la tentación de sentirte un tanto disminuido intelectualmente si no la disfrutas. Y por momentos más que disfrutar, se sufre. Sólo a pequeños sorbos he podido ir aligerando páginas, amontonando un recorrido que por momentos parecía inacabable.
Y es que estamos acostumbrados a otro tipo de narrativa y solo por ese motivo merece la pena intentar el esfuerzo. Me imagino al traductor, Miguel Sáenz, en su titánica tarea de trasladar al español las oraciones inacabables, esa yuxtaposición de subordinadas que en algunos casos parece no tener fin. Yendo de punto a punto como de isla en isla en medio de un naufragio.
Quizás gracias a ese estilo denso y árido, las páginas no te vapulean tanto como podrían (estamos hablando de un libro con frases como esta: "Porque la felicidad suprema es sólo la muerte, así Roithamer"). Estamos ante unos personajes herméticos, grises e intelectuales que lo observan todo desde un distanciamiento lóbrego y desesperanzador. Las ideas se superponen a aspectos como el amor, como el cariño. Los sentimientos se muestran deformados y son el motor de un proyecto demente de construcción de un cono en medio de un bosque, o bien de la repugnancia que siente por su propia madre (la mujer de Eferding). Si faltaba poco, encima leo (auladefilosofia) que detrás de esta obra se esconde buena parte de su propia biografía, así como ecos de Wittgenstein, que le construyó una casa a su hermana.
Los referentes son escasos, y son lugares más que personas. Como la buhardilla de Höller, amigo de la infancia de Roithamer y del propio narrador, donde se puede concentrar para pensar y para escribir. O como Altensam, la región de la que proviene y de la que reniega, identificándola con su madre y con sus hermanos (sólo la hermana es querida, y de ahí el hastío cuando ella se muere, ya no hay razón para existir). De Höller sólo interesa que él también construyó su casa con sus propios medios y en contra de los parámetros establecidos.
Lo cierto es que casi 400 páginas después, no te cabe en la cabeza cómo un cono puede ser una vivienda (ni cómo una persona puede construirla, o al menos no se especifica en ningún momento la existencia de algún andamio), y cómo puede tratar de parecerse a la propia hermana. Tampoco se explican los motivos de la muerte de la hermana ni del suicidio (no interesan) de Roithamer, a quien se lo encuentra colgado Höller en el claro del bosque. Apenas hay cotas argumentales de interés y apenas sabemos que la obra escrita de Roithamer relatando su proyecto del cono, De Altensam y todo lo relacionado con Altensam, con consideración especial del Cono, ha sido corregida una y otra vez ("y, al corregirlo todo una vez más, así Roithamer, lo aniquilé todo").
El mérito del autor, sin duda, es elaborar una obra de tan solo dos capítulos (La buhardilla de los Höller y Examinar y ordenar) en la que apenas se cuenta nada, y en la que se atenta contra la paciencia del lector, que se encuentra con frases eternas y una desesperante repetición de palabras (o de expresiones, tipo "momento determinado, momento determinado subrayado" o "así Roithamer", con la que pasamos de la 1ª persona del narrador a la 1ª persona del propio Roithamer).
Puedo decir que he conseguido terminarlo, pero me temo que he estado muy lejos de disfrutarlo...
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