Sandman. Estación de nieblas (IV). ECC

(224 páginas. 17,95€. Año de edición: 2014)
No es cuestión de repetirse ni tampoco de descubrir nada nuevo. El talento y la imaginación (y también la erudición, todo hay que decirlo) de Gaiman se pone al servicio del cómic y en esta cuarta tanda de las aventuras de Sandman (y sus otros hermanos Eternos) consigue una cota que no tiene nada que envidiar a los números anteriores, una vez que te acostumbras al tono de las viñetas, a veces con personajes desfigurados o sin rasgos fisiológicos claramente marcados. Casi podría decir que este volumen es uno de los mejores. O, cuanto menos, de los mejor resueltos a pesar de su complicación.

Las repercusiones de la visita de las tres hermanas (Trioditis, las Damas Grises, las Parcas, la lista de varios nombres es una marca de la casa de este cómic) al jardín de Destino, el hermano mayor de los Eternos, el que lleva consigo un Libro, "una guía del jardín y de los detalles sin importancia del futuro-pasado", mueve una reunión familiar de urgencia: apenas dos años después del regreso de Sueño a su reino, los hermanos se ven las caras. Muerte (qué personaje más fabuloso este), Sueño, Deseo, Desesperación y Delirio. Antes, tenemos una primera página que demuestra la calidad literaria del entramado mitológico-fantástico de Neil Gaiman.

Deseo (ese miembro de la familia destacado por incordiar) saca de sus casillas a Sueño y su acusación hace aún más mella en él cuando Muerte, su hermana favorita, se pone de lado de la hermana porculera, que le había echado en cara su tumultuosa vida amorosa, de la cual Nada, en el Infierno desde hace diez mil años por haberle ofendido al no quedarse con él, es la principal perjudicada. Y esa reunión que el destino (o Destino) había marcado, no es sino el prólogo de este volumen que contiene seis capítulos, el referido prólogo y un epílogo.

Sueño se pone en marcha para sacar del Infierno a Nada tras reconocer su error, pese a la dificultad desmedida de la empresa, una vez que en el regreso de su cautiverio ya ofendió a Lucifer Estrella del Alba, el caudillo de ese espacio (capítulo 1). El mensaje de su llegada lo envía Caín (otro peculiar personaje de esta saga) y lo que parece un viaje de ida sin vuelta se pone en marcha, aunque antes se despide de sus creaciones, sus súbditos (destacan Lucien, el bibliotecario, o Matthew, el cuervo), y otros personajes que reaparecen, como Hob Gadling, el amigo que hace inmortal Sueño, o alguno más ocasional, como Hippolyta, lo cual ayuda a que el entramado de ficción refuerce sus lazos.

En el capítulo 2 Morfeo llega al Infierno y aquí llega la primera sorpresa: se encuentra las puertas abiertas y todo vacío. ¿Qué ha pasado? Que ha dimitido. El anuncio de la llegada de Sueño le ha servido de revulsivo. Samael (la multitud de nombres, ya se sabe) se da cuenta de que lo que creía rebelión o desafío no era sino una parte del plan del Creador. Y Lucifer le entrega las llaves del Reino a Morfeo, aunque antes le pide que le corte las alas. ¿Dónde irá? Ni él mismo lo sabe.

La noticia llega rápidamente a todas las deidades, que se pondrán en movimiento (capítulo 3): en Asgard, Odín (el rey tuerto, el señor de la horca), que se lleva consigo a Loki y a Thor (curiosa la versión campechana y musculosamente desproporcionada de los dibujantes); en el Orden, el señor Kilderkin, encarnado en forma de caja de cartón; en el Caos, Jemmy Temblores representada como una niña traviesa; en la Ciudad de Plata (que sería la versión gaimaniana de algo similar al Paraíso), Duma, ángel del silencio, y Remiel, el encargado de los resucitados, "caen hacia el mundo" para observar; en el limbo, Azazel también querrá reclamar el Infierno, acompañado de Pelucapúbica y Choronzon, además de llevar consigo a Nada para chantajear a nuestro Eterno de los bocadillos oscuros.

Como secundarios o representantes de otras creencias, llegarán también Anubis, acompañado de Bast, señora de los Gatos, y Bes, deidad del hogar (dioses egipcios); Susano-O-No-Mikoto, desde Japón; o la mención a los dioses griegos, que no hacen acto de presencia. Y todo esto  con rápidas escenas que van de un lado a otro y muestran las preocupaciones que le ocasiona el "regalo" de Lucifer a Sueño, motivo por el que consulta a Muerte, que bastante tiene porque los muertos están regresando (aunque le da tiempo a soltar el comentario sarcástico más memorable del volumen: "¿Qué quieres hacer? ¿Abrir una estación de esquí? ¿Convertirlo en un parque temático? ¿Vendérselo al mejor postor?").

El capítulo 4 es una especie de interludio o de capítulo de descanso o de bisagra o simplemente de demostración de que la narración de Gaiman va desde algo así como las macrohistorias a las microhistorias, puesto que dejamos la galería de dioses y vamos a un internado, donde el niño Charles Rowland se despierta y recuerda su última semana delante del espeluznante (viene dibujado con los ojos en blanco) Edwin Paine hasta darse  cuenta de que ha muerto ya. En efecto, él es uno de los "daños colaterales" de la deserción de Lucifer. Tenemos a Gaiman aquí en estado puro, en esa mezcla entre lirismo, terror, elementos góticos, imaginación a raudales y esa manera tan suya de instalar lo alternativo en la realidad (como con la visita de la genial Muerte, que renuncia a llevárselo en vista a todo el trabajo que tiene). El colofón del capítulo deja una hermosa paradoja: "Creo que en la escuela ya no vamos a aprender nada más. Veamos qué puede ofrecernos la vida...".

En el capítulo 5 siguen llegando invitados: Cluracan, como embajador de la corte de las Hadas, acompañado de su hermana Nuala. La reunión de todos estos personajes da lugar a una cena y unas conspiraciones de lo más interesantes. Sueño aún no ha decidido y todos estos dioses le hacen llegar sus pretensiones respecto al Infierno. Mitología mezclada con sentido del humor, aunque la decisión llegará en el capítulo 6. Y lo hace a través de algo así como un "deus ex machina" (nunca mejor dicho) a modo de hábil desvío para encajar todas las piezas que Lucifer había desordenado. Algunos se lo toman mejor que otros y aquí Azazel lleva todas las de perder.

Y en el epílogo queda por ver cómo queda todo: el Infierno con sus nuevos y angélicos regentes; la relación entre Morfeo y Nada (de lo más poética la resolución de sus cuitas amorosas); la última estratagema de Loki; el regalo del Reino de las Hadas en forma de Nuala; el destino de Lucifer en las playas de Perth, Australia occidental ("Vale. Lo reconozco. Tiene razón. Las puestas de sol son maravillosas, viejo cabrón. ¿Satisfecho?); y, para acabar y cerrando el círculo (no hay forma geométrica más perfecta), el libro que porta Destino.

En fin, una obra de arte, para no variar.

Comentarios

Arion ha dicho que…
Sandman es una obra maestra. Uno de estos días me voy a releer todos los tomos para comentarlos en mi blog. ¿Estás siguiendo Sandman: Overture?

Te dejo la dirección de mi página para seguir compartiendo opiniones sobre cómics y series:

www.artbyarion.blogspot.com
Juliiiii ha dicho que…
¿Sandman oberture? Ni idea... ¿Es de Gaiman, vuelve a escribir sobre Morfeo?
Apunto tu blog ;)
Y muchas gracias por tu comentario