(SyFy. Temporada 1. 13 episodios: 11/01/14 - 29/03/14) |
No sé si por falta de originalidad o si por exceso de tópicos, pero esta serie no me ha aportado nada nuevo, quizás porque empieza siendo una historia sobre un virus peligroso en un lugar apartado (una base en medio del Antártico) que transforma a las personas en monstruos que escupen sangre negra coagulada (monstruos con la piel surcada por venas oscuras desagradables, las pupilas dilatadas y un anillo rojo rodeando dichas pupilas) y acaba pareciendo una historia a lo James Bond, con un Alan Farragut (Billy Campbell, Darren Ritchmond en The Killing) que va más allá del riguroso y brillante científico para acabar siendo casi un espía profesional dejando dinero en un bar de París. Que sí, que antes había dado muestras de su valía con las armas al acertar de lleno a uno de los portadores en lo que se presuponía su primer disparo en la vida, pero si ya nos van a proponer una historia fantástica, que limiten la ciencia-ficción a las mutaciones genéticas y demás.
Esta indefinición se extiende a otros componentes de la serie. Parece prometedora en algunos aspectos, como ese suspense del inicio a lo Alien (salvando las infinitas distancias), o esa inquietud cuasi médica de un brote vírico (pese a que es algo visto y revisto unas cuantas veces ya), pero todo lo bueno poco a poco va quedando relegado en favor de una trama conspirativa en la que detrás de todo se halla una omnipotente y todopoderosa corporación (Ilaria) que va trayendo efectivos cada vez más peregrinos: desde la histriónica Constance Sutton (Jeri Ryan), que esgrime frases de mala malísima como cuando le estropean el traje de Armani, hasta el impagable Guadaña (Robert Naylor debería dedicarse a ser el extra de Justin Beaber y dejar el mundo de la interpretación después de este personaje), el asesino con cara de adolescente, o más bien una broma de muy mal gusto.
Los personajes nunca trascienden su propio papel y son acartonados, no salen de esos rasgos prefijados que desde fuera sus guionistas les han adjudicado. No tienen carisma alguno, empezando por ese Alan plano y recto cuyo mayor logro es tirarse a la "becaria" para resarcirse de los cuernos de su ex mujer, Julia Walker (Kyra Zagorsky tiene algo que echa para atrás), que se los había puesto ni más ni menos que con el hermano de Alan, Peter (Neil Napier, de quien se puede decir que con pupilas dilatadas y lleno de venas resulta menos grotesco que en su versión "normal", aunque puede que la culpa la tenga Billy Campbell, que le saca cinco cabezas y le deja en mal lugar).
La becaria, Sarah Jordan (oh, Jordan Hayes, qué cara más angelical y qué anodina es), resulta de lo más inverosímil, con ese tumor galopante que hace que su mano tiemble como en un exceso de parkinson, con ese enamoramiento platónico hacia el que podría ser su padre y con esa inteligencia de empollona detestable.
El militar que acompaña el reducido séquito de Alan, Sergio Balleseros (a mí este apellido me pide una 't', pero será que no entiendo mucho de portugués), interpretado por Mark Ghanimé, es una caricatura en sí mismo, puesto que empieza de topo de Ilaria saboteando cualquier avance de los médicos y acaba como algo parecido a un salvador de un pueblo de esquimales porque debemos creernos que se "enamora" de Anana (Luciana Carro, que al menos es atractiva, pese a que con tanto abrigo apenas se vislumbre), la hermana de otro de los personajes que nunca pasarán a la historia de la televisión, ese Daniel/Miksa (Meegwun Fairbrother, vaya hombrecito tiene el gachó este) que nos pondrá los pelos de punta con el conflicto con su padre adoptivo. La pena es que no salieran osos polares, porque este hombre podría haberse hecho pasar por uno.
Y me dejo para el final a ese Hiroshi Hataki (Hiroyuki Sanada, Extant) con su cara atribulada y sus intenciones ocultas, que tan bien pronuncia "Julia Walker" (así como susurrando, en plan misterioso y reverencial), con sus ojos plateados escondidos tras unas vulgares lentillas marrones. Es la piedra angular del sinsentido de esta serie, con su búnker recreando una casa de Montana y sus más de 500 años de edad. Porque no lo había dicho (ups, spoiler...), pero resulta que Ilaria es algo así (y no digo nada y con esto lo digo todo) como un grupo de inmortales. ¡P'a habernos matao!
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