(160 páginas. 9€. Año de edición: 2002) |
Me encanta el estilo y la imaginación de Neil Gaiman. Pocas páginas bastan para encontrarte con ese distintivo que marca la obra de los grandes autores, ese sello personal que hace que las palabras que lees sean imposibles de intercambiar.
Coraline narra la historia de Coraline, una niña aventurera que explorará la casa doble donde le esperan aventuras prodigiosas (y terroríficas) y un duro enfrentamiento con su Otra Madre, un ser frío y caprichoso que equivoca el concepto de amor. Quizás esta historia esté menos urdida o acabada con respecto a El océano al final del camino (la similitud entre ambas, aunque realizar comparaciones sea estéril, vendría en que los protagonistas son niños), pero pese a la brevedad del libro consigue transmitir ese marchamo "made in Gaiman".
Lo fantástico es una continuación casi natural a la realidad. En este caso, está detrás de la decimocuarta puerta que abre Coraline al poco de mudarse ella y sus padres de casa. Del aburrimiento típico de la infancia pasamos a un mundo alternativo (y aterrador) en el que todo parece lo mismo, pero no lo es: ese envés esconde una trampa, la que dispone la Otra Madre para hacerse con Coraline.
Pero Coraline se va encontrando con una fuerza superior a la que podría pensarse en una niña de ocho años, y su valentía e inteligencia ponen en jaque todas las estratagemas de ese ser que se hace pasar por su madre (aunque está como algo más desfigurada o pálida, y tiene como ojos unos botones negros) para que ella se quede en ese mundo alternativo que es como un decorado hueco y plano, quizás debido a que aunque poderosa, la Otra Madre concibe el amor de una manera egoísta y eso le impide que trascienda y deslumbre a Coraline, que por mucho que piense que sus padres no le hacen caso, sabe que su amor no sólo no desmerece al que le podrían dar en ese otro plano, sino que es el único válido.
Podría haber estado mejor definida desde el principio la personalidad de esta heroína que supera ella solita (bueno, con la ayuda del Gato) cualquier adversidad, aunque por otra parte puede ser algo buscado por Gaiman para resaltar que el valor se lleva dentro.
No cabe duda de que esta novela corta estructurada en 13 capítulos se lee con facilidad y que la originalidad de algunas propuestas conforman un universo particular "gaimaniano", como las almas perdidas de los tres niños atrapados en el espejo, cuyas almas están escondidas en canicas, como la Otra Mano convertida en mano blanca con uñas carmesíes, como el viejo excéntrico del piso de arriba, como las Señoritas Spink y Forcible, las vecinas del piso de abajo, como la llave negra, como los versos que se cantan, como la piedra agujereada...
Las ilustraciones de David Mc Kean, a todo esto, van en consonancia con el espíritu de esta especie de cuento con aroma a clásico que, eso sí, como suele suceder con este autor, por más que esté considerada como incluso literatura infantil, resulta bastante inquietante por momentos.
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