(HBO. 6 capítulos: 10/11/2014 - 15/12/2014) |
Jo. Qué pena. Que esta serie haya terminado y que esta temporada haya durado tan poco. Teníamos ya a Will McAvoy en su punto exacto de quijotización, teníamos a Sloan y a Don ayudándose a ser mejores conjuntamente, e incluso teníamos por fin a Maggie y Jim juntos tras tantas peripecias sentimentales no demasiado interesantes. Vale que en el penúltimo capítulo nos habíamos quedado huérfanos, pero incluso así podríamos haber podido seguir adelante viendo cómo el periodismo es algo que le queda muy grande a casi todos los medios de este país. Por eso da igual que resulte un ejercicio casi de ciencia ficción o que sepamos que la televisión no es lo que esta serie nos está ofreciendo, sino lo que debería ser. Y ese es el mayor mérito de todos, por encima de habernos hecho llegar a una galería de personajes y de historias más que interesantes.
Da igual que estos personajes nunca tengan cabida en la realidad, que más que diálogos resultaban ser coreografías lingüísticas, algo así como una especie de Matrix pero no de los efectos especiales, sino de la retórica. Podrías poner The Newsroom a políticos como Dolores de Cospedal y darle en todos los morros: "mira, saben expresarse utilizando subordinadas, no como tú, que mancillas incluso la oración simple". Y simplemente por esa vocación didáctica ya merece la pena. No te vas a hundir porque seas incapaz de seguir la brillantez mental de Sloan, o elaborar las réplicas de Mackenzie, ni tampoco porque tu moral no sea tan apabullante como la de Charlie Skinner y toda esta redacción de noticias.
El mérito de Aaron Sorkin es enorme y la pena es que este ejercicio de idealismo periodístico haya durado apenas 25 episodios. Sin ir más lejos, esta tercera temporada ha tenido picos tan increíbles como los que nos entregaron con el caso Génova de la segunda temporada, sobre todo en los primeros cuatro episodios. Cuando ya parecía que todo quedaba resuelto en ese cuarto episodio, tras ese ejercicio de tensión narrativa y dramática con el asunto del topo y de la CIA (o el FBI, los confundo), te encontrabas con un final de episodio memorable (por la secuencia final de la cárcel con Will y su compañero de celda, por ese final tan triste). Este sexto episodio ha sido la guinda, casi un epílogo, con un ejercicio perfecto de narración circular (estupendos los flashbacks rememorándonos a tres años atrás).
Vale que han tirado mucho de emociones a flor de piel, como con esa escena con el Ave Maria en la boda de Will y Mackenzie, como todo lo transcurrido con Neal, como la canción improvisada entre Will, el nieto de Charlie y el propio Jim (el paso previo al discurso que todos esperábamos de Will); vale que nos han modelado un pastel en toda regla, con noticia de paternidad incluida, y hasta el estúpido de Reese Lansing se nos ha humanizado o desidiotizado; vale que algún personaje podría haber soltado alguna lagrimilla en el funeral o incluso vale que el regreso de Neal ha sido anticlimático, con un inverosímil tirón de orejas a los de la página web de la CNN.
El caso es que las historias te enganchaban siempre, con episodios dinámicos y ágiles que eran una demostración estupenda de los hilos que ha de mover un espectáculo televisivo. El caso es que los personajes eran parte de nosotros y daba gusto seguir sus avatares y evoluciones:
Will cada día nos caía mejor; Mackenzie, aunque siempre desproporcionada, acababa encajando a la perfección con él; Maggie ha acabado por encontrar su punto exacto con una escalada en su confianza en sí misma; Don había dejado de ser un capullo hace tiempo y funcionaba con Sloan; almibarado Jim tenía su punto con barba de dos días y guitarra en mano; Neal me había dejado de parecer un pedante con su rectitud periodística; Leona siempre que aparecía en pantalla nos dejaba con ganas de más; Charlie es un don Quijote con pajarita; y Sloan, qué decir de Sloan, siempre nos quedará Sloan (suspiro).
Puede que no haya sido la serie perfecta, que le sobrara o le faltara algo para terminar de ser redonda, puede que haya tenido demasiados detractores y críticos ensañándose con algunos de los aspectos que he referido (inverosimilitud, maniqueísmo), pero lo cierto es que dan ganas de repasarla de principio a fin para seguir admirándote de lo bien construida que estaba, del mérito de haber recreado tantos personajes con quien empatizar. Esos últimos segundos sin sintonía musical, con las voces casi enlatadas o como en off de todos, esa llegada de los créditos en negro y en silencio, ese "Buenas noches" como últimas palabras para una serie que no escatimaba en ellas, qué mejor colofón se puede pedir. A mí personalmente me ha encantado y sólo puedo tener palabras de agradecimiento por tantos buenos ratos. Ha sido un gustazo, Aaron Sorkin.
Comentarios
Muchas gracias por tu comentario, Laura ;)
PD: Es el FBI, la CIA es para fuera de EEUU.
Y gracias por el apunte de que es el FBI ;)