Corazón de tinta. Cornelia Funke. Siruela

(608 páginas. 19,90€. Año de edición: 2004)
La fama de este libro y que perteneciera al catálogo del Club lector del Bibliobús me empujaron a mandar Corazón de tinta antes de haberlo leído. ¿Y qué pasó? Cuando mis alumnos (de 4º) se enteraron del número de páginas pusieron el grito en el cielo. Y yo me temí lo peor, aunque parece que este rechazo inicial se está mitigando porque les está enganchando la historia.

No es para menos. Estamos ante un clásico de la literatura juvenil, un título con una mezcla muy elaborada entre ficción y literatura, un canto al amor por los libros, una reivindicación de las aventuras, como todos aquellos libros que aparecen citados al principio de cada capítulo (Peter Pan, El Hobbit, La isla del tesoro, La historia interminable...).

La premisa del don de dar la vida a los personajes de un libro leyendo en voz alta (a cambio de enviar a alguien del mundo real al mundo literario) es un punto de partida estupendo. Pero antes de conocer eso, nos vamos habituando al estilo elegante y elaborado de la autora y vamos conociendo los detalles a medida que transcurren las páginas y caemos en el embrujo de la narración. Este es el típico libro que acabas devorando y cuya magnitud inicial queda reducido a la nada porque te pide más y más. Sus capítulos no son muy extensos y siempre hay algún elemento de intriga que te incite a proseguir.

Por de pronto, tenemos un narrador en tercera persona que nos presenta a Meggie, una niña de doce años cuyo padre le ha inculcado el amor a la lectura. Por eso, pese a que son casi nómadas, no falta en su casa el sitio para los libros. Más bien falta sitio para más libros. Las referencias a ese amor por la lectura son constantes y muy hermosas:
“Si te llevas un libro a un viaje sucede algo muy extraño: el libro empezará a atesorar tus recuerdos. Más tarde, te bastará con abrirlo para trasladarte al lugar donde lo leíste por vez primera”.

“Tú siempre dices lo mismo: los libros tienen que pesar porque el mundo entero está encerrado en ellos”.

"Saborea cada palabra, Meggie - susurraba en su interior la voz de su padre -, deja que se deshagan en tu lengua. ¿No saboreas los colores? ¿No saboreas el viento y la noche? ¿El miedo, la alegría y el amor? Saboréalas, Meggie, y todo despertará a la vida..."
"Los libros eran el único sitio en el que había hallado compasión, consuelo, felicidad… y amor. Los libros amaban a todo aquel que los abría, dispensaban recogimiento y amistad sin exigir nada a cambio, nunca se marchaban, nunca, aunque los trataras mal".
El narrador en 3ª persona está situado en una perspectiva de hace unos años, aunque estas referencias a un indeterminado presente (con una Meggie adulta) se dan al principio y en alguna otra ocasión puntual de manera bastante sutil, como en ese final en el que se nos indica el comienzo de la pasión escritora de Meggie. La ambientación espacial es bastante curiosa porque pese a los nombres, la obra se desarrolla en Italia. No obstante, el pueblo de Capricornio, por ejemplo, parece sacado de un Wertern.

No hace falta que ni ella ni Mo (lo peor del libro, esta abreviatura de Mortimer que tanto recuerda a los Simpson...), también llamado Lengua de brujo, un restaurador de libros algo taciturno y melancólico tras la pérdida de su esposa Teresa (una de las anagnórisis más sorprendentes se da aquí), posean un desarrollo evolutivo demasiado evidente, o que sus rasgos de carácter no vayan mucho más allá de ese fervor lector y ese amor incondicional del uno por la otra.  Y no hace falta porque están los otros personajes:

Dedo Polvoriento, el hombre con la cara marcada por las cicatrices, el dominador del fuego, es el primero. Acaba siendo uno de los personajes más carismáticos, quizá por esa incapacidad de adaptarse a la realidad, o por esa tenacidad de perserverar en el objetivo más improbable. Acompañado de la marta Gwin (casi como la casa de apuestas), un animal  mitológico con malas pulgas, su desdicha acaba siendo un punto de fascinación para el lector. Además, en contraposición a los hombres de Capricornio, el malo de la historia, o en contraposición de los mismos Meggie y Mo, tiene dobleces y contradicciones que lo hacen más realista (pese a que es una ironía indudable). Él y Farid, personaje de Ali Babá y los cuarenta ladrones, un muchacho que se mostrará incondicional del Comefuego, son los que más matices muestran.

La tía Elinor, una mujer extravagante y solitaria rodeada de libros, es la otra protagonista, y se une a las peripecias de Mo y Meggie casi sin querer, aunque luego se dará cuenta de su soledad y de la necesidad del cariño de las personas y nos deleitará con su afilada lengua. Nos faltan otros "malos" como Mortola, la madre de Capricornio (apodada la Urraca), Nariz Chata o Basta, el hombre de la navaja, el perro fiel de Capricornio. Villanos todos ellos creados por Fenoglio, el autor del libro "Corazón de tinta" del que salieron todos estos personajes, y una de las claves para la resolución de la obra.

El soldadito de plomo o Campanilla son otros invitados que aparecen. No he visto aún la película y me acabo de enterar de que Corazón de tinta es el primero de los tres volúmenes de la saga "Mundo de tinta", pero en principio se puede considerar como una novela autónoma y dar la posibilidad voluntaria para los que se queden con más ganas de tinta. Sea como sea, desde luego, dentro de poco este título será otro clásico más de las novelas de fantasía.

Comentarios

Luis J. del Castillo ha dicho que…
Hace muchos años que me leí esta novela y guardo buen recuerdo, aunque muchos de sus detalles se me hayan olvidado.

Me has animado a volver a leerlo en un futuro y, además, buscar el resto de la trilogía, que creo recordar no leí. Como mencionas, parece una novela autónoma, quizás la idea de alargarlo vino después, aunque lo desconozco.

Un saludo y gracias por compartir ;)
Juliiiii ha dicho que…
Hola, Luis.
Muchas gracias a ti por leerme y comentar.
Si te animas a releerla o continúas la saga, avísame ;)
Un saludo