(Showtime. Temporada 2: 14/07/2014 - 29/09/2014) |
Voy a empezar a coger manía a Showtime. Lo hicieron con Dexter, y tiene pinta de que van a cargarse Masters of Sex. De momento (y ya está anunciada la tercera temporada), esta segunda tanda de episodios ha resultado si no decepcionante, sí muy por debajo de lo que representó la primera. Algo que no resulta extraño si nos ponemos a mirar las fechas entre ambas temporadas, con menos de seis meses de diferencia. Esa precipitación en volver con las andanzas de Will Masters y Virginia Johnson ha dado pie a demasiadas inconsistencias.
La principal, la premisa que hubiera debido ser inamovible, ha sido la distracción con respecto al estudio. Después de abandonar el hospital tras el escándalo a raíz de la divulgación del estudio de Bill, este ha deambulado de un centro a otro para acabar instalándose por su cuenta. Demasiado trasiego sobre todo cuando ha sido contado tan regularmente. Parecía que lo importante era cómo el doctor Masters defendía su estudio, aunque los espectadores no viéramos nada de él y sí las disputas con cada jefe que le constreñía. Al final, además, el estudio ha derivado en las disfunciones sexuales, que si bien ha deparado momentos destacables, no deja de hacer patente el mal cierre de lo que se llevaba realizado de estudio.
Eso sí, nos quedaba esa turbulenta relación entre los protagonistas, el atractivo, el asidero, el punto fuerte de esta serie. Aceptábamos la poco creíble premisa de ese primer episodio con repetitivos y algo cansinos saltos adelante y atrás partiendo desde el momento en el que Will se le declara a Virginia bajo la lluvia y volvíamos a anteponer el estudio a los sentimientos de los protagonistas. La primera en la frente, sosteniendo lo insostenible, al menos de cara a Virginia, que ha aceptado cada discutible decisión del doctor Masters. Pero bueno, pese a todos los pesares y esos te quiero nunca arrancados ni declarados, esa habitación de hotel ha mostrado los mejores momentos de la temporada, con un Bill cada vez más vulnerable y acorralado, y una Virginia que le ha amado sin concesiones, salvo las que ella ha hecho consigo misma renunciando a aspirar a una vida en común con el hombre del que estaba enamorada. Y pese a que ha sido lo mejor, incluso ese aspecto ha sido demasiado repetitivo y con secuencias (como el episodio del boxeo, que muchos señalaron como joya) demasiado largas. Siempre tenías la sensación de que lo que se contaba era importante, pero que se podía haber contado de otra manera, que se podía haber aprovechado mejor.
Para mí lo peor con diferencia fue ese capítulo en el que de pronto se daba al botón de "flashforward" y se avanzaba el tiempo a un ritmo vertiginoso, un ritmo impropio para una serie de tiempo contenido. Pasaban novios por la cama de Virginia y pasaban fiestas y pasaban incluso años, aunque luego se ve que han debido de ser meses porque si no cuando retomamos en el penúltimo episodio la presencia de los hijos de Ginny, estos resulta que no han crecido tan rápido como esas elipsis exageradas daban a entender. Una muestra más de que las prisas no son buenas consejeras nunca.
Decía que era lo peor de la temporada, pero miento. Lo peor ha sido cómo han destruido a casi todos los secundarios que merecían la pena. Sobre todo ha sido una pena ver cómo los guionistas han sido incapaces de sacar más provecho a los personajes de Burton y su esposa Margaret, que han desaparecido del mapa de la serie salvo la aparición casi tangencial del primero en el último episodio. En cambio, se han quedado distrayéndonos con el nimio y vacuo doctor Austin, un cabeza de chorlito que cada vez nos hacía menos gracia, pese a que esa extraña relación con la encargada de Calometric (Flo Packer, leo que se llama el personaje que ni he tenido el interés de conocer) pretendía engancharnos por lo descompensado de la pareja entre el rubio y apuesto hombre y la pequeña y regordeta mujer (que al final, como era de suponer, ha dejado en mal lugar a Austin).
También se quedaba por el camino Ethan, reducido a un par de segundos en la imagen en blanco y negro de una televisión al final. O Lillian, cuya relación con Virginia era uno de los puntos fuertes de la primera mitad de estos episodios. Muy emotiva su despedida, sí, muy intensa y muy dramática, pero muy tempranera. Así que nos quedaba Betty, a la que hemos visto naufragar en su matrimonio con el cándido Gene Moretti, para pasar a ser la secretaria-contable del despacho de Will y ponerse demasiado seria y dejar traslucir escasas frases de las suyas con tanta retranca.
Incluso puedo poner pegas a Libby, el personaje con mayor evolución (aunque haya sido una evolución de los dos últimos episodios fundamentales). Y es que ha pasado por momentos intolerables. Porque si nos querían vender que ha perdido esa venda en los ojos, no hacía falta transitar por actuaciones reprobables como las que le dirige hacia la niñera, Coral. Podrían haber introducido el personaje de Robert Franklin de cualquier otra manera, no haciéndonos antipática esta mujer que vivía en la inopia. Ese despertar en todos los sentidos (sobre todo sexual) podría haberse amparado de otras maneras, maneras menos forzadas para tratar (un poco por encima) el tema del racismo y la evolución no sólo en lo sexual, sino en los derechos de los negros.
Lester sigue cayendo simpático y mantiene su integridad en todo el asunto del programa de tele; Barbara (Betsy Brant, Marie Scharader de Breaking Bad, no la había reconocido) es un buen reemplazo para Jane; George, el ex de Virginia, se transforma tanto que no parece el mismo de la primera temporada; el hermano secreto de Will pasa sin pena ni gloria; y Estabrooks Masters (vaya nombrecito), la madre de Will, pese a sus escasas participaciones, demuestra el pedazo de actriz que es Ann Dowd. Flipé cuando me enteré de que era la Patti de The Leftovers...
Que sigue siendo una buena serie, sin duda. Que con respecto a la primera temporada ha caído muchos enteros, también. Que el futuro es muy incierto, Showtime lo propicia. Hemos vagado de un punto a otro sin una idea clara y esa traición final es un enganche muy poco alentador de cara a los capítulos venideros. Una pena porque el tema del despertar de la sexualidad en la sociedad merecía un ritmo como el de los primeros episodios, y porque ese amor casi imposible entre Bill y Virginia se merecía una resolución al margen de las decisiones de Libby.
Comentarios
Sin embargo, y a pesar de los problemas de poca consistencia en lo que a saltos temporales se refiere, sus actores principales son tan grandiosos (me encanta Lizzy Caplan, pero Michael Sheen hace una interpretación sublime) que en muchos momentos nos han hecho olvidar lo muermas que han sido muchas de las historias (no entendí para nada la del hermano y la de los piojos, mejor dejarla en el olvido).
Aun así, he de reconocer que soy seguidor incondicional desde que empezó y espero que podamos disfrutar de una tercera temporada digna del considerable hecho histórico, el sexo como ciencia en sí misma, que nos quieren mostrar. Así que más estudio, más relaciones profesionales, más "affaire" y, sobretodo, más secundarios de lujo como eran Margaret y Burton.
Me ha encantado el post y ya había leído algún otro de esta página, así que aprovecho para felicitarte por ella.
Un saludo,
Juan Jesús
Muchísimas gracias por tu comentario y por tus lecturas.
¡Un saludo!