(HBO. Temporada 7: 23/06/2014 - 25/08/2014) |
Poniéndonos en situación, cuando True Blood apareció, allá por 2008, con esa sintonía tan efectiva de Jace Everett (lo único bueno que se ha mantenido a lo largo del tiempo), estábamos bajo la horda de la ñoñería sin par de Crepúsculo y sus vampiros adolescentes tipo estrellas de cine tocados por el halo de un superpoder y una superhistoria amorosa imposible con Bella. Así, pues, la propuesta de Charlaine Harris llegaba en el mejor momento desmitificando esa nueva visión del vampirismo. Gracias a la sangre sintética de True Blood, los vampiros habían salido del armario y se entremezclaban con los seres humanos. Y vale, luego la cosa chirriaba un poco con el amor de la entonces telépata Sookie Stackhouse y el misterioso vampiro Bill Compton. Pero bueno, el cóctel de sangre y sexo aún tenía un sentido. Teníamos el contraste con Eric Norman y con Pam De Beaufort.
Hasta que cualquiera se enrollaba con cualquiera y no había pies ni cabeza en esas subtramas absurdas y empezaron a poblar el pueblecito de Bon Temps de Cambiaformas, Hombres Lobo, brujas, Hadas... Abandoné cuando Sookie empezó a brillar y descubrió que era un hada, de hecho. Varias temporadas he estado lejos de la serie y los veranos no se han resentido por ello. Pero había que ver cómo acababa este desmadre, así que me reenganché. Un "previously" casi innecesario después veo que los vampiros sufren una enfermedad que creó, entre otros, la cabeza hueca de Sarah Newlin (vaya papelón el de Anna Camp...). Y Eric está infectado.
Una horda de vampiros con la enfermedad ataca Bon Temps para alargar su supervivencia, pero pronto esta línea argumental dejará de tener relevancia, pese a que provoca la muerte de Tara (que ahora era vampiresa) y de Alcide, que era el novio de Sookie, pese a que ella no estaba enamorada de él (quizá por eso cae en el olvido casi desde que acaba su funeral). Parecía que no iba a sobrevivir ni el tato. Cae incluso Maxine, la insufrible madre de Hoyt (a quien le han hipnotizado y borrado los recuerdos en relación con Jessica y Jason) y secuestran a unos cuantos.
Pero una vez que el secuestro de Arlene (ay, Elsbeth Tascioni, pobre Carrie Preston), Holly (mujer del que era el mayor patán de la serie, Andy Bellefleur, ahora revestido de un poco más de dignidad) y Nicole, la mujer de Sam (y además, embarazada) se solventa, ayudados por Eric y Pam (después de que esta le encuentra en Francia), el centro de atención gira en torno a la caza de Sarah y la cura de la hepatitis V. Se descubre que el antídoto es la propia rubia y aparece la Yakuza de por medio, con el creador de True Blood al mando. Menos mal que Eric y Pam se disfrazan de republicanos en una convención de ídems...
Eso sí, tampoco es lo principal de la última temporada porque predominan los focos sentimentales para darle una conclusión a los giros de los múltiples personajes, la mayor parte de ellos sin demasiado interés. Sam (que ahora no regentaba el bar, sino que era alcalde) y su mujer dejan Bon Temps (y una profunda carta a Sookie es su despedida), Hoyt reaparece en el pueblo para el funeral de su madre y aunque lo hace de la mano de Brigette (Ashley Hinsahw, aparte de guapísima, es la única rubia no tonta de la serie), se acaba reenamorando de Jessica (pese a que esta se acababa de acostar con Jason, después de la traumática ruptura con su novio vampiro James, a quien pilla fornicando con Lafayette, otro que tal baila)...
Esta es la tónica de la serie, un intercambio casi orgiástico de relaciones... Se dice casi siempre que uno de los méritos de True Blood es que no se toma en serio a sí misma, pero cómo hacerlo si la novia vampiresa (o ama) de Jason, Violet, en venganza por el polvo de Jason con Jessica, secuestra a la hija de Andy (hada, para más señas, la única que sobrevivió a un ataque de hambre de la pelirroja) y al hijo de Holly, que se quieren alocadamente. Por poner otro ejemplo. O el de los flashbacks que intentan explicar cómo era Bill antes de ser vampiro o los inicios de Eric y Pam. Pegotes mal adheridos.
Cómo acaba la serie es lo de menos, la credibilidad no se encuentra por ninguna parte y solo un fan muy cegado puede estar conforme. Como se venía apuntando unos capítulos atrás, cuando Bill resulta estar infectado y se niega a beber del antídoto porque así se siente más humano, lo que importa es dar un cierre al componente sentimental, cuando este componente hacía varias temporadas que había saltado por los aires porque cualquiera podía acabar follándose a cualquiera. Pero casi mejor así, porque cuando intentan resolver otros "misterios" como las apariciones de Tara a su madre Lettie Mae resultan un bluff tal que hace que nos replanteemos que el oficio de guionista tenga sentido.
Así que después de una incontable ingesta (indigesta) de abrazos de despedida y de una precipitada boda entre Jessica y Hoyt para contentar la vena paternalista de Bill, acabamos con un salto en el tiempo de unos años en el que vemos a Eric y Pam en un anuncio de la tele explotando ellos solitos el filón de Sarah por la tele. Y acabamos en una reunión familiar con toda la peña que ha sobrevivido y donde vemos a Jason rodeado de niños rubios que le ha dado Brigette (y le presuponemos además libre de ese imán mortífero para con las mujeres que le hacía ser tan promiscuo) y a Sookie embarazada de la silueta de un tío al que solo nos muestran de refilón.
(No he puesto la alerta de Contiene spoilers porque a estas alturas, ¿a alguien le importa?)
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