(1296 páginas. 19,95€. Año de edición: 2013) |
Contiene spoilers (cito la serie)
Es difícil deslindar el territorio entre la serie de HBO y los libros de los cuales proviene, casi tan difícil como no declarar la maestría de ese autor con vestimenta estrafalaria y talento inusitado. Sólo con pensar en la cantidad de material para cuadrar líneas dinásticas, cronologías, espacios, parentescos y para evitar incongruencias estaríamos hablando de un número similar a las páginas de este monumental volumen, el más grueso hasta la fecha (928 páginas tenía Choque de reyes y 798 páginas Juego de tronos). Eso por una parte. Por otra, las casi tres mil páginas hasta la fecha conforman un universo tan carismático como reconocible, ese Westeros/Poniente del que casi podría establecerse una geografía tan real como la de nuestro propio mundo. Y qué decir de los personajes: cómo en la incontable galería de ellos se puede afinar tanto en cualquier aspecto (sus descripciones, forma de ser, de comportarse, la relación con su entorno, la coherencia interna...) y cómo cada uno de ellos, por más secundario que sea, queda definido y diferenciado. Resta, es cierto, aún lo más complicado, que es dar un desenlace apropiado a tan desproporcionado proyecto, pero aún faltan dos volúmenes (cuatro para mí aún) para pensar en ello y de momento no se puede sino disfrutar de la lección narrativa de George R. R. Martin.
Las líneas argumentales son muchas y variadas y por eso el autor avisa al principio sobre la cronología, que no puede "ser estrictamente secuencial" (como sí ocurre en la serie, en otro de sus muchos méritos). Leyendo el índice, observamos que los puntos de vista (POV, creo que lo llaman) más frecuentados son los de Arya (12 ocasiones o capítulos), Tyrion (11) y Jon (11). Serían, pues, los tres personajes fundamentales de este tercer volumen, sobre todo el último, Jon Snow, puesto que además Samwell tiene su propio POV (4, aunque el Prólogo también lo incluye, casi todas acompañando a Elí y su hijo, cruzándose una vez con Bran) y muchas veces, sobre todo hacia el final, coincide con el bastardo Stark.
Las peripecias de Jon nos llevan desde su posición entre los Salvajes, al lado de Ygritte ("besada por el fuego", "You don't know nothing, Jon Snow", qué estupendo romance, qué final el suyo) hasta la vuelta a la Guardia Negra para resistir el asedio de las huestes de Mance Ryder, que reaparecerá al final cuando su amado enemigo Alliser Thorne manda a Jon a negociar con él, sabiendo que eso supondrá su muerte (nunca le dejará de considerar un cambiacapas, pese a que el Maestre Aemon confirma su versión y su valía). Janos Slynt, recientemente llegado al Muro, se postula a ser el sucesor de Mormont como Lord Comandante, que es la disputa hacia el final en el Muro. Me surge una duda, por cierto: ¿se sabrá algún día lo que ocurrió con Benjen Stark? La otra duda sobre Jon, aunque proveniente de un POV de Arya, es saber si lo que le cuentan acerca de su madre es cierto o no.
Las peripecias de Jon nos llevan desde su posición entre los Salvajes, al lado de Ygritte ("besada por el fuego", "You don't know nothing, Jon Snow", qué estupendo romance, qué final el suyo) hasta la vuelta a la Guardia Negra para resistir el asedio de las huestes de Mance Ryder, que reaparecerá al final cuando su amado enemigo Alliser Thorne manda a Jon a negociar con él, sabiendo que eso supondrá su muerte (nunca le dejará de considerar un cambiacapas, pese a que el Maestre Aemon confirma su versión y su valía). Janos Slynt, recientemente llegado al Muro, se postula a ser el sucesor de Mormont como Lord Comandante, que es la disputa hacia el final en el Muro. Me surge una duda, por cierto: ¿se sabrá algún día lo que ocurrió con Benjen Stark? La otra duda sobre Jon, aunque proveniente de un POV de Arya, es saber si lo que le cuentan acerca de su madre es cierto o no.
Tyrion de nuevo se convierte en los ojos de King's Landing/ Desembarco, que cede un poco el protagonismo a otros espacios, el ya citado del Muro (donde no sólo los Salvajes son un peligroso enemigo sino que también hay que contar con los Otros), y también más allá del Mar Angosto, con el avance (lento y por momentos farragoso) de Danaerys (6 POV), a la que le surgen dudas e inconvenientes, tanto en la liberación de esclavos como en la confianza de sus hombres (sir Jorah, sir Barristan, Daario Naharis). De momento solo puede confiar plenamente en Gusano Gris y su traductora Missandei. Sus dragones, por cierto, están menos crecidos que en la serie.
La llegada de Tywin Lannister al final del segundo volumen desemboca en una sucesión de muchos cambios, como la boda de Tyrion con Sansa o el cambio de rol de su hijo enano como Consejero de la Moneda. Los sucesos de la llamada Boda Púrpura (en este volumen aún no se menciona este nombre), con la muerte del rey Joffrey, desencadenan el juicio hacia Tyrion, condenado sin dudas por su hermana Cersei, y también dan lugar a uno de los hechos más espectaculares del libro, el duelo entre Oberyn Martell (la Víbora roja) y la Montaña. Tal y como se resuelve el final, habrá que ver cómo evoluciona la trama de Desembarco, imaginamos que de la mano (o el muñón) de Jaime (9 POV, podría ser el cuarto poder del libro, además de que la suya es una de las evoluciones más destacadas de momento).
La nómada Arya va cambiando casi a cada paso de compañeros: de la compañía de Pastel Caliente y Gendry pasa a la tutela obligada de Lord Beric Dondarrion, líder de la Hermandad sin Estandartes, donde Arya será testigo de una de las "resurrecciones" de este caballero por parte de Thoros de Myr (sacerdote de R'hllor como la sacerdotisa roja, Melisandre), para pasar a manos de Sandor Clegane, el Perro, al que abandonará para embarcarse hasta Braavos con el salvoconducto de Valar Morghulis y la moneda que Jaqen H'ghar le entregó. El crecimiento y endurecimiento de la niña lobo va a la par que las noticias de las muertes de su familia. La más cercana ocurre en los Gemelos, donde está a punto de asistir a la Boda Roja, en la que se consuma el final de su hermano Robb y de su madre Catelyn (7 POV). Esta matanza es el punto culminante del libro y no deja de impresionar la traición del repulsivo Walder Frey y el taimado Roose Bolton.
Los POV de Davos (6) nos ayudan a enfocar la situación de Stannis, que empieza a recuperarse de la derrota en Blackwater. Su recuperación es casi paralela a la de Davos, que se convierte en su mano y es el artífice de que Stannis se dirija hacia el Muro y salve a la Guardia de la Noche. Pese a que nos es mostrado con rectitud y honor, este personaje cae antipático y es comparado con el hierro, nada dúctil. Por más que Melisandre diga que es el heredero de Azor Ahai, héroe legendario que salvó a Poniente de los Otros hace más de 8000 años blandiendo la espada de fuego Dueña de Luz (algo de lo que Aemon tiene dudas), el carisma de este hombre solo se lo encuentra el pobre Davos.
Bran apenas cuenta con cuatro apariciones en su particular travesía y en Tormenta de espadas nos despedimos de él casi a la mitad del libro, en el encuentro con Sam, que ayuda al chico tullido y a sus acompañantes (Hodor, Jojen y Meera) a cruzar la Puerta Negra (episodio fantástico que no aparece en la serie), de modo que este viaje poco desarrollo tiene.
Más apariciones van para su hermana Sansa (un total de 7), y además es la que protagoniza el último episodio (aparte del sorprendente epílogo del que mejor no hay que hablar salvo para enunciar un OMG mayúsculo), en lo que para mi gusto es una decisión totalmente brillante del autor: Sansa, que ha pasado de la tutela de Cersei a la más benévola de Tyrion (que la salva del brutal encamamiento y respeta su virginidad), huye con sir Dontos, un pelele al servicio de quien mejor mueve los hilos en los Siete Reinos, Petyr Baelish. Bajo el nombre de Alayne Piedra para protegerla de Desembarco, es conducida hasta Nido de Águilas. Petyr se casa con la desequilibrada de Lysa, que confesará a Sansa todo lo que ha hecho por su amor, confesión que desentraña misterios sin resolver desde el primer tomo de la saga y que por tanto merecía un lugar destacado al final del volumen.
Diálogos, descripciones y acción son distribuidos de manera sabia para atraparte en una fascinante lectura que sí, es cierto, tiene su complejidad en la abundancia de casas, de tramas y de personajes, pero que apenas encuentra remansos de aburrimiento. No sólo porque te imbuye en este fantástico mundo, sino porque además esa fantasía de la que muchos reniegan va introduciéndose de forma paulatina y moderada. Todo acaba pareciendo posible en Poniente porque es un universo casi con tres dimensiones. Puedes saborear los platos que se especifican, oler los hedores que se mencionan y hasta tocar el relieve dibujado.
Los cambios con respecto a la serie son varios, aunque se respeta el espíritu de los libros en todo momento. De hecho, incluso la versión televisiva para mi gusto mejora ciertos aspectos, como la sociedad entre Brienne y Pod (inexistente a no ser que se produzca en el cuarto tomo), el encuentro de la propia Brienne con Arya (que no llega a quedarse a las puertas del Valle ni atruena la desdicha del Perro con sus risas al enterarse de que su tía ha muerto), que Davos aprenda a leer gracias a la hija de Stannis, los diálogos entre Twyn y Tyrion, así como las escenas entre este y Jaime, por no hablar de la rebelde revelación de Cersei acerca de su amor para con Jaime, así a bote pronto. No entiendo en absoluto a los fanáticos que no admiten variaciones a lo establecido en los libros si el resultado es más que notable teniendo en cuenta la dificultad de una adaptación para la tele.
En fin, que me lo he pasado en grande.
Más apariciones van para su hermana Sansa (un total de 7), y además es la que protagoniza el último episodio (aparte del sorprendente epílogo del que mejor no hay que hablar salvo para enunciar un OMG mayúsculo), en lo que para mi gusto es una decisión totalmente brillante del autor: Sansa, que ha pasado de la tutela de Cersei a la más benévola de Tyrion (que la salva del brutal encamamiento y respeta su virginidad), huye con sir Dontos, un pelele al servicio de quien mejor mueve los hilos en los Siete Reinos, Petyr Baelish. Bajo el nombre de Alayne Piedra para protegerla de Desembarco, es conducida hasta Nido de Águilas. Petyr se casa con la desequilibrada de Lysa, que confesará a Sansa todo lo que ha hecho por su amor, confesión que desentraña misterios sin resolver desde el primer tomo de la saga y que por tanto merecía un lugar destacado al final del volumen.
Diálogos, descripciones y acción son distribuidos de manera sabia para atraparte en una fascinante lectura que sí, es cierto, tiene su complejidad en la abundancia de casas, de tramas y de personajes, pero que apenas encuentra remansos de aburrimiento. No sólo porque te imbuye en este fantástico mundo, sino porque además esa fantasía de la que muchos reniegan va introduciéndose de forma paulatina y moderada. Todo acaba pareciendo posible en Poniente porque es un universo casi con tres dimensiones. Puedes saborear los platos que se especifican, oler los hedores que se mencionan y hasta tocar el relieve dibujado.
Los cambios con respecto a la serie son varios, aunque se respeta el espíritu de los libros en todo momento. De hecho, incluso la versión televisiva para mi gusto mejora ciertos aspectos, como la sociedad entre Brienne y Pod (inexistente a no ser que se produzca en el cuarto tomo), el encuentro de la propia Brienne con Arya (que no llega a quedarse a las puertas del Valle ni atruena la desdicha del Perro con sus risas al enterarse de que su tía ha muerto), que Davos aprenda a leer gracias a la hija de Stannis, los diálogos entre Twyn y Tyrion, así como las escenas entre este y Jaime, por no hablar de la rebelde revelación de Cersei acerca de su amor para con Jaime, así a bote pronto. No entiendo en absoluto a los fanáticos que no admiten variaciones a lo establecido en los libros si el resultado es más que notable teniendo en cuenta la dificultad de una adaptación para la tele.
En fin, que me lo he pasado en grande.
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