Lobezno 3. Destino manifiesto. Jason Aaron. Panini Cómics

(280 páginas. 25€. Año de edición: 2013)

Lo malo de las colecciones de cómic es que dependes tanto de la periodicidad que te encuentras con las aventuras de tu héroe en cuestión totalmente empezadas o mezcladas. En este volumen tres, por ejemplo, Lobezno ya ha recuperado la memoria y las referencias son constantes en ese sentido. ¿Cómo la ha recuperado? Habrá que ir al volumen dos o al volumen uno para saberlo. Mientras tanto, basta con saber que está penando el sentimiento de culpa en plan huelga japonesa, haciendo horas extra en todos los grupos de superhéroes conocidos o no conocidos. De modo que más que Lobezno (su típico traje, el que aparece en la portada, apenas se lo enfunda) estamos frente a Logan, un tipo solitario y huraño que no puede evitar meterse en problemas.

Otro aspecto de este volumen que sí, tiene muy buenos dibujos y buenas historias (a ratos), es que es algo así como presenciar jirones de una historia. No hay demasiada continuidad salvo la que le da el hecho de que Logan es un tipo que deambula por aquí y por allá, bien en el desierto de Afganistán, bien en el desierto de México, bien en Kansas City o bien en Chinatown. Y que le dan tundas en todas partes, a cual más dolorosa. Por eso es como si viajases en una montaña rusa a base de picos. Para mi gusto, el más alto es la aventura con la que se inicia el trayecto de este tercer volumen: El hombre del pozo, gracias sobre todo a Karl Wendell, el secundario que se dedica durante varias horas a acribillar a Logan, atrapado en un pozo de lo que parece una institución gubernamental.

La caza de Mística, que ocupa tres números, sería la otra cumbre y tiene el interés de ver cómo la relación entre Logan y Raven (Mística) abarca desde 1921 y cómo esa persecución va dando saltos temporales (y espaciales); además el personaje de Raven, traidora por naturaleza (se alude a una traición a la Patrulla X que remite a Complejo de Mesías, un número anterior), convierte dicha persecución en un aliciente.

Para mi gusto empezamos la caída en los números que dan nombre al volumen, Destino manifiesto, desarrollada en cuatro partes, con un Logan enfrascado en una lucha de clanes en Chinatown que arranca cincuenta años atrás por haber despreciado ser el Dragón Negro (el líder de todos los clanes). Va buscando a alguien que no se aclara y se encuentra por el camino a Lin, su ex novia, que le guarda basante rencor. Su gente le atiza una buena paliza, pero llega la poli y consigue escabullirse en una alcantarilla, donde un tal Maestro Po (que juraría que no aparecía antes) le entrena para enfrentarse a ellos. 

Tenemos un par de escenas con Elfo, con Cíclope, Iceman, Thor y Spiderman como actores invitados, pero desde En mi pellejo hay una especie de coda sin fin, con un breve retorno de Mística con un dibujo bastante distinto y un crossover en forma de Norman Osborn tratando de reclutar a la mutante para acabar con Lobezno. Y finaliza el libro con Un buen hombre, el primer trabajo de Aaron con Logan, de modo que no es el caso de aquellas obras que finalizan con una traca final, sino todo lo contrario.

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