(239 páginas. 9,95€. Año de edición: 2013) |
Damos otro salto en el tiempo para dar a parar a la tercera y última parte de la trilogía de las Crónicas de la torre (el cuarto libro es más bien una precuela para hablar de la historia de Fenris, aunque mis alumnos de 1º quieren leerla también, así que supongo que la comentaremos por aquí..). Han pasado cinco años desde el fallido intento del Maestro Suren por vengarse del segundo libro, La maldición del maestro, pero muchas cosas han cambiado, ya que los que eran los discípulos de Dana ahora son capas rojas (magos consumados) y sus vidas están diseminadas por diversos lugares.
Entonces llega a la Torre un nuevo alumno, Saevin, un muchacho indescifrable y hermético que preocupa tanto a Dana, como a Kai y a Jonás, el único de los antiguos alumnos que permanece allí. Sus aptitudes son tan excepcionales y su actitud tan impasible, que Dana quiere preguntar al Oráculo, situada (el femenino viene porque es una anciana inmortal cansada de su papel infinito) en el Templo sin Nombre, sobre si se inclinará hacia el bien o hacia el mal, algo que se antoja de suma importancia cuando el espíritu de Aonia le comunica que está próximo de producirse el Momento, en el que el mundo de los muertos y el de los vivos van a coincidir.
Con la profecía llega la trampa del libro. Sabes en todo momento que la profecía en la que once destinos están en juego será interpretada erróneamente por todo el mundo, pero tienes que entrar en el juego, por más que a veces pienses que entre tanto mago y archimago alguno podría haber deducido otra cosa. Pero bueno, entre que si hago o dejo de hacer, entre que si aviso o no aviso para que los aludidos estén lejos de la Torre (punto clave para dicho Momento), la trama va avanzando y vamos conociendo a los demás personajes, que más o menos están donde lo dejaron en el segundo libro:
Salamandra, casi la "actriz" principal de la segunda parte, anda en busca de aventuras junto con algunos mercenarios como Hugo (el suyo es uno de los casos más sangrantes de lo engañosa que es la profecía, y hasta aquí puedo llegar). Pero sobre todo está en busca de Fenris (para encontrarlo y darse cuenta de que el elfo-lobo tiene su sitio entre los suyos, habiendo encontrado incluso a una compañera, Gaya). Es la peor parada en esta tercera parte, puesto que su importancia decae mucho y ni siquiera se nos ofrece en demasía ese tormentoso triángulo amoroso salvo en una breve pincelada en la que Jonás trata de alertar a la intrépida pelirroja. Fenris es otro que pasa a ocupar un lugar más secundario por parecidas razones, y Conrado en cambio mantiene su papel de erudito y amigo en quien confiar en un discreto segundo plano, situándose a la altura de Iris, la más joven y pasiva de toda la trama. Nawin tampoco remonta demasiado y la trama de la intriga palaciega en el reino élfico es la más floja del libro.
Se sabía perfectamete que Morderek iba a tomar el relevo en cuanto a malo malísimo de la película, pero no parece una mala opción. Más discutible es el regreso de Shi-Mae, a quien la Kin-Shannay Dana ve. Resulta que el Momento es la oportunidad para la Maestra de la Torre para devolverle a Kai su verdadero cuerpo. Digo lo de discutible respecto a Shi-Mae, por cierto, porque no me queda claro su papel si tenemos en cuenta la segunda parte y no me cuadra ese carácter vengativo volcado en quien le robó el bastón mágico.
En líneas generales, la acción durante los catorce capítulos está bastante bien dosificada, hay un equilibrio logrado entre descripciones, narración y diálogos (aunque predominan estos últimos) y el protagonismo está bien repartido (Dana, Saevin y Jonás podrían llevarse la palma en ese aspecto); perdonaremos que haya un par de separaciones que marcan cambio de escena mal marcadas aunque lían un poco, imagino que por errores de impresión.
Todo cuadra al final cuando se sale del error antes mencionado de la Profecía y el lector yo creo que puede darse por satisfecho de la resolución planteada en el Epílogo, sobre todo los lectores de la primera parte. Sin duda alguna, se trata de un entretenimiento notable para nuestros alumnos porque las pegas solo pueden ponerse en el sentido de que podría haber sido una saga de ciencia-ficción de más altos vuelos, a la altura al menos de Harry Potter, y se queda un poco atrás en ese sentido.
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