(200 páginas. 9,20€. Año de edición: 2013) |
Pocas novedades se aportan a este enfoque sobre el vampirismo de una de las más reputadas escritoras de literatura juvenil. Se nota, creo yo, que es una novela primeriza y por ello incurre en algún pecado grave, como hurtar casi toda la acción y dosificar en exceso los momentos climáticos. Demasiada descripción, demasiados personajes secundarios que no aportan poco más que una mirada algo costumbrista, y el grueso de la acción resumido de forma precipitada en los últimos dos o tres capítulos de los catorce de que consta la historia (más el epílogo). Se deja leer con facilidad, vale, pero no sé si es una lectura para nuestros alumnos de la ESO, puesto que la lentitud a veces es exasperante.
Situada en el apacible pueblecito de Beaufort en el siglo XIX, los chismorreos parecen ser la única fuente de diversión para muchas de las habitantes. Habitantes féminas que son el centro de atención los primeros capítulos y que luego pasan a un discreto olvido en el resto, para dar más importancia a Max Grillet, el joven gendarme que trata de ser siempre mesurado y discreto y que por momentos parece un pelele. En ningún momento su caracterización resulta convincente.
Por eso la llegada al pueblo (aunque a las afueras) de Isabelle, una lavandera que se marchó del pueblo tiempo atrás siguiendo a su enamorado, Philippe de Latour, supone el entretenimiento central para estas mujeres, y más ahora que parece haber prosperado, aunque poco pueden rascar porque la joven apenas se deja ver y manda a todos los recados al fortachón criado suyo, Mijaíl (otro de los anodinos secundarios). Al poco de llegar ella, se suceden unos sucesos extraños (un chillido desgarrador cerca de la casa, la sangría de una vaca, el ataque a un muchacho...) y todas las miradas apuntan a los recién llegados.
Como digo, los sucesos transcurren con cuenta gotas y con personajes que reciben el foco de la autora por unos momentos para luego quedar fuera de él, tanto la propia Isabelle, referida casi siempre de forma indirecta y sobre la que recae la intriga; como Jerome, uno de los muchachos que quieren saber lo que oculta Isabelle en el sótano de su casa; la señorita Debois, la única de las mujeres loro que posee algo de seso; por no hablar de personajes que apenas aparecen en un fogonazo a pesar de resultar importantes en algún momento de la trama, como el detective Bronac, que viaja incluso a San Petersburgo para averiguar el pasado de Isabelle; o Martin Dagenham, el Van Helsing de esta historia.
Aunque con errores de construcción y personajes sin alma, uno nunca sabe qué obras van a gustar a nuestros alumnos y no en vano se suele mandar bastante tanto en 1º como en 2º de la ESO. No exige demasiado y si tienen una cierta paciencia, poco a poco pueden irse enganchando, además de que al final se esconde una historia de amor de las que casi van más allá de la muerte. En la página de la editorial, podemos encontrar Actividades para la clase y Estrategias para la animación a la lectura, que pueden funcionar a modo de Guía de lectura. En este otro enlace, puedes leer la novela (pincha aquí).
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