(528 páginas. 8,50€. Año de edición: 2010) |
Sí, los clásicos son clásicos porque pasa el tiempo y el canon establecido así lo dictamina, pero eso no quiere decir que te tengan que gustar todos los grandes escritores. Además, está claro que los gustos cambian con el tiempo y que hay obras que pierden -otras ganan- conforme pasan los años. Mi lectura iría en el camino de que esta novela gótica, fuertemente influenciada por el estilo del Romanticismo (cuyos extremismos hoy en día resultan difícilmente digeribles), no puede provocar los efectos que presumiblemente provocarían años atrás. De hecho, casi me ha parecido más interesante que el propio libro la reseña biográfica escrita por la hermana de Emily, Charlotte (autora de Jane Eyre), explicando los avatares de su publicación, allá por 1847 bajo el seudónimo de Ellis Bell.
Por otra parte, al leer Cumbres borrascosas me ha venido a la mente el asunto de si hay determinados libros escritos por y para mujeres, algo que no había visto con tanta claridad como aquí, quizá porque la autora escoge como narrador principal al señor Lockwood, hombre que no resulta ni por asomo creíble en muchas de sus páginas, por más que en buena parte de la narración lleve el peso el ama de llaves, Nelly Dean, esa espantosa, tergiversadora y cotilla mujer (está en todas partes la tía), que ya sea por acción u omisión, afecta en demasía el curso de los hechos.
¿Y por qué me ha resultado tan distante esta obra? Puede que por esa pintura de personajes tan extremista, desde el primero al último. O puede que me hayan resultado excéntricos los comportamientos exhibidos (como por ejemplo que Heathcliff y Hareton se rían a carcajadas cuando los perros hacen sangrar a Lockwood al inicio), y sean demasiadas las escenas entre grotescas, efectistas y alucinadas (como la última de Heathcliff). El caso es que me ha resultado casi imposible identificarme con alguno de ellos, bien sea ese narrador que no quiere apegarse a nada y que luego se arrepiente de andar por el mundo casi más como espectador, bien esa Nelly Dean contradictoria y orgullosa, por no hablar de los actores principales, ese Heathcliff cuasi demoniaco, esa Catherine Earnshaw errática y mudable, esos Edgar o Isabelle Linton señoriales y con sangre de horchata, ese Hindley envidioso, jugador y borracho sin ningún componente verosímil, esa Catherine Linton/Heathcliff semi niña semi no sé qué, ese primo Linton enfermizo y abominable... Salvaría a Hareton, tanto en su infancia abrupta como en su adolescencia entre humillada y orgullosa.
La historia me ha parecido un poco caótica con esa doble historia paralela de amor con dos Catherines de por medio y el siempre inmutable y salvaje Heathcliff de por medio. Caótica porque hasta bien avanzada la historia no te das cuenta de que Lockwood no es más que un transmisor y no el protagonista y porque siempre los hechos nos vienen dados de segunda mano, o de tercera si dentro de lo que nos cuenta Lockwood pasa por el filtro de Nelly. Eso sí, es cierto que al releer de nuevo el inicio y ya sabiendo que Lockwood es meramente un transmisor, te encuentras con los ingredientes dispuestos desde el inicio, incluso ese componente de espíritus "velando por los destinos de Cumbres borrascosas".
Que las tres cuartas partes de la novela me hayan parecido aburridas puede ampararse en que no haya sido capaz en ningún momento de meterme en esa historia de ecos apagados, por más que me haya parecido loable la descripción de la campiña inglesa, con el indudable protagonismo la Granja de los tordos (luminosa) frente a Cumbres borrascosas (su mismo nombre indica sus características) y por más que resulte elogioso que una chica apartada del mundanal ruido haya pergeñado esta turbulenta historia.
Comentarios