Deantología. La logia del microrrelato. VVAA. Talentura

(308 páginas. 18€. Año de edición: 2013)
Si ya cuesta hablar de una colección de relatos (y más cuando es una antología de diversos autores), las complicaciones son aún mayores cuando hablamos de un género tan actual, esquivo y novedoso como el del microrrelato. ¿Cómo valorar composiciones que no suelen pasar de una página (y podría ser peor, podría haberse tratado de hiperbreves) de muy diversos autores cuando te falta sobre todo una cierta formación para comprender las características de este minigénero? Como siempre suele pasar, se valora conforme a tus pobres y limitados gustos, sin más. Acabas estableciendo una lista de los micros que más te han gustado y los que menos.

Vamos un poco a explicar el motivo de este título, el primer libro de microrrelatos reseñado aquí, por cierto. Mi compañero de instituto, Manuel Rebollar, es uno de los antologados (y uno de los más recomendables, y no porque le conozca y tenga la sospecha de que me puede leer lo digo), y tenemos la suerte de acompañarle a la presentación del libro en Tres Rosas Amarillas, una librería especializada en el relato corto. Las editoriales pequeñas tienen todo el mérito del mundo y por más que no me hubiese gustado nada el libro, habría que destacar el esfuerzo por presentar una edición cuidada y la creatividad por dotar de un marco diferente a dicha presentación (si bien me rechinan el prólogo y el epílogo), así que hay que difundir en todo lo posible iniciativas tan loables como las de Talentura, que apuesta por autores desconocidos y les posibilita llegar su voz literaria.

Explicados los motivos de la lectura de este libro, toca decir que, como suele pasar, se observa una gran irregularidad en la antología de estos 69 autores. Es imposible que todos te puedan gustar, sobre todo porque la variedad de estilos es evidente. Creo que hay muchos que incumplen requisitos para ser un microrrelato (o bien porque se asemeja más a un poema en prosa, o bien porque parece un relato condensado sin más, o bien porque parece que el objetivo es simplemente concatenar léxico primoroso) y que hay otros que incumplen la máxima de la literatura: no resultar indiferentes. Sobran argumentos manidos y sorpresas gastadas o micros que se quedan en las buenas intenciones de un buen inicio sin más.

Voy a señalar los que más me han gustado (microrrelatistas o micros, es lo mismo) y siempre hay que tener en cuenta mi ignorancia al respecto, con lo que fácilmente lo que yo destaco o condeno para otro lector más avezado habría una suerte bien distinta y a los que yo veo más futuro a lo mejor resulta que no, y viceversa: Diccionario, de Ricardo Álamo (página 30), que plantea la voracidad de alguna palabra incluida en el diccionario; Cicatrices o el árbol de Diana, de José Manuel Ortiz (página 50), al cumplir el requisito de la hipertextualidad; Parejas liberales, de José Agustín Navarro (página 59), con un planteamiento original al intercambiar los papeles de los perros y sus dueños; Contarte que tengo, de Raúl Sánchez (página 83), cuyo narrador es alguien que ha sufrido un ictus; La papelera y La perfección, de Manuel Rebollar (páginas 86, 87), no solo por unos inicios redondos, sino por sus planteamientos diferentes y originales y unos remates que no le van a la zaga, por no hablar de que respiran unos referentes literarios irónicos reconocibles y a la par se distancia de ellos lo suficiente. 

Sousveillance, de Luisa Hurtado González (111), donde lo peor (o lo que no entiendo) es el título; Dependiente y La grieta de Nochevieja, de Lourdes Castro (118, 119), gracias a esa conjunción entre relato diferente y ritmo exacto; Crisis, de Paloma Hidalgo (127), como ejemplo de relato cuyo final justifica el resto; Equilibrios y Primera necesidad, de Miguel Ángel Molina (146, 147), ya que encajar temas sociales en el molde del micro parece complicado de por sí; Complementarios y La amistad, de David Moreno Sanz (162, 163), gracias a la concatenación de elementos que muestran su fallo al final; Preposición indecente y Obediente, de Víctor Lorenzo Cinca (174, 175), con dos ejemplos bien distintos y sugerentes; Políglota, de Araceli Esteves (179), aunque roce los lugares comunes; Magia en tiempos de crisis, de Elisa de armas (182), en la línea de la denuncia de las injusticias sociales; La cara oculta, de Eva Díez (194), con un tema que siempre da juego como la máscara); Carrera, de Fernando Sánchez Ortiz (198), como ejemplo de lo que es aportar un giro oportuno; o Ajuar de una sola letra y Nocturno sin mamá, de Isabel Wageman, por más que ronde el sentimentalismo.

Comentarios

Elisa ha dicho que…
Muchas gracias, Juliiiii, sobre todo por la reseña. Que además uno de los que te haya gustado sea un micro mío me hace mucha ilusión.
Un saludo.
Juliiiii ha dicho que…
Muchas de nadas, a mí me ha hecho mucha ilusión tu comentario.
Un saludo y enhorabuena por los micros.
Alena. Collar ha dicho que…
He leído con mucho interés tu crítica; yo también hice una sobre este libro hace días.
Comparto contigo dos ideas que expresas: la primera, que los textos son muy desiguales en calidad. La segunda que hay textos que escapan a lo que venga a ser un micro relato- eso suponiendo que el micro relato sea un género en sí mismo, cosa de la que, arriesgándome a que me ajusticien, me permito dudar.
Es un intento loable, siendo objetivos; una mirada abarcando muy diversas formas de escribir; lo cual no quiere decir que tanto abarcar signifique que la calidad hay que suponerla en todos.
No coincidimos en muchos de los nombres que citas, aunque creo que en algunos sí. Pero eso ya son matices.
Apuntaba yo en mi crítica que "más no es mejor"; creo que ha habido un intento de abarcar en exceso, sinceramente.
Un cordial saludo.
Juliiiii ha dicho que…
Muchas gracias, Alena.
No he encontrado tu crítica (me gustaría ver qué micros destacas tú, para comparar), pero sí, quizás han pecado de ambiciosos en esta edición de microrrelatos (no entraré a valorar si es un género o no, que no son horas), pero en general me parece muy bien que se le dé oportunidad a nuevas voces, aunque alguna se te quede por el camino...
Saludos y gracias por el comentario