(272 páginas, cartoné) |
Para la segunda parte toca hablar de dos cómic-books más controvertidos que los anteriores. Si Año Cero y El regreso del caballero oscuro son dos obras incontestables no solo para Batman, vamos a ver que sobre todo El contraataque (DK2) viene acompañado de mayor polémica.
Dividido en tres partes (aparte de un artículo de Vicki Vale a modo de prólogo), partimos tres años después de los hechos narrados en El regreso (y quince desde su publicación). Estamos, pues, con ese Bruce Wayne más bien cascado y decadente, que trata de mantenerse al margen de la corrupta sociedad, pero no puede. Esta vez ha estado entrenando a un ejército (batboys), liderado por Caroline Keene Kelley (Carrie para los amigos), que ha pasado de ser la nueva Robin a ser Catgirl y además una especie de comandante en jefe del escuadrón. A sus 16 años es totalmente resolutiva y Bruce confía en ella ciegamente.
La historia en sí es ingeniosa y entretenida: el mundo está en manos de Lex Luthor -con un físico desproporcionado y casi informe- y de Brainiac, que aporta la tecnología. Ellos tienen en sus manos un mundo basado en el capitalismo salvaje y en técnicas informáticas con las que, por ejemplo, el presidente del gobierno es una especie de holograma, una imagen generada por ordenador, como denuncia muy pronto James Olsen (uno de los habituales de Superman, más conocido como Jimmy). Es la era de la información, pero la información manipulada y tergiversada que conviene a los poderosos (esto suena de algo, ¿verdad?), que encima está banalizada ("Noticias al desnudo", con presentadoras medio dominátrix, medio en bolas). Por otra parte, los superhéroes están relegados y esa es la primera tarea de Batman: reclutarlos.
Catgirl empieza por Ray Palmer, Atom, confinado en una cápsula de Petri; luego viene Barry Allen, Flash, al que tenían como un hámster corriendo en círculos para proporcionar energía al país; Wilfredo Mendoza, Green Lantern, no se sabe muy bien de dónde sale ni qué hace; Oliver Queen, multimillonario convertido en comunista, Green Arrow, el mejor arquero y que ya había salido en El regreso, aparece en un par de viñetas del final en la primera parte, aunque fundamentales.
Mientras tanto, Superman, que enseguida sospecha de Batman y lamenta su intrusión por los millones de muertos que puede ocasionar, está entretenido destruyendo asteroides a la deriva. En el espacio exterior se reúne con Diana, Wonder Woman, que está con el Capitán Marvel, este sí envejecido (muchos de los superhéroes han pasado por la pátina del tiempo y de eso también trata este tebeo), y vemos cómo Luthor y Brainiac tienen a los tres en un puño (Kandor, ciudad kryptoniana, está embotellada y miniaturizada). El final del primer capítulo, con el resolutivo encuentro entre Batman (que aparece por fin, solo le habíamos "visto" en bocadillos) y Superman, pone la guinda al pastel, que no ha hecho sino comenzar porque queda por aparecer Lara (hija de Kent y de Diana) y otra serie de superhéroes, por no hablar de un Jóker inmortal que odia a Carrie más que a nadie y con sorpresa en cuanto a su identidad.
Pero... ¿por qué parece que falla algo? Los dibujos del propio Miller son..., cuanto menos muy básicos (sólo hay que ver las manos de los personajes, más grandes que el resto del cuerpo, o viñetas con naves que parecen bañeras, algo que se hace patente en algunas tiras que ocupan toda la página y que se te caen a los pies porque parecen de coña marinera) y cuesta bastante esfuerzo entrar en materia porque repelen más que otra cosa. Da igual lo que se cuente, siempre te queda ese dibujo que lo desbarata todo y que te impide meterte a fondo en lo que se cuenta.
(280 páginas, cartoné) |
Con All Star pasa exactamente lo contrario. El dibujo de Jim Lee es el más perfecto de todos cuantos he visto de Batman: cuerpos con musculaturas gloriosas, proporciones hercúleas, mujeres monumentales, acabados detallistas y pulidos... Gracias a unas viñetas más grandes, el arte de Lee se posiciona de manera más efectista: ver a Vicki Vale en lencería en una sola página quita el aliento; qué decir de la página en la que Batman a toda página muestra su imponente físico; si hasta Alfred parece un coloso griego... ¿La pega? El guion no es tan sólido como otros, ni como el de El contraataque.
Durante diez libros o capítulos, se nos cuenta cómo Batman recluta a Dick Grayson, el chico maravilla, un acróbata que trabajaba con sus padres en el circo hasta que los asesinaron delante de él. Estamos, en cuanto a cronología, un poco después de lo que acontece en Año Cero y Batman se propone que Dick se convierta en su ayudante, el primer Robin, para lo cual se muestra implacable y cruel y el entrenamiento al que le somete es casi una tortura psicológica.
Es difícil reconocer a Baman: se mueve más por venganza e ira que por afán de justicia, es imprudente, alocado e irreflexivo; si piensas en el Bruce Wayne de la trilogía de Nolan, es como su antítesis, nada tiene que ver. Para los que piensan que atentan contra su identidad y es algo así como una herejía de lo que tendría que ser, a mí me parece que casa muy bien con lo que podría ser este héroe, rayando lo que combate en esa ególatra locura y ese desprecio por los criminales.
Es difícil reconocer a Baman: se mueve más por venganza e ira que por afán de justicia, es imprudente, alocado e irreflexivo; si piensas en el Bruce Wayne de la trilogía de Nolan, es como su antítesis, nada tiene que ver. Para los que piensan que atentan contra su identidad y es algo así como una herejía de lo que tendría que ser, a mí me parece que casa muy bien con lo que podría ser este héroe, rayando lo que combate en esa ególatra locura y ese desprecio por los criminales.
¿Qué más tenemos? Otra despampanante mujer rubia enmascarada (Canario Negro, creo); tenemos a la recién creada Liga de la Justicia, que debate sobre qué hacer con Batman, con Superman (siempre mal parado, cómo le pinta Miller...) al frente, con una indómita Wonder Woman (igualita que en DK2, igualito ese beso robado que el interestelar de Miller...), con Plastic Man (que pese a su elasticidad no resulta grotesco como en la anterior obra, aunque sea casi marginal), con Green Lantern (pintado incluso peor que Clark Kent, para hacerse una idea del desprecio que concita en Batman); tenemos a Barbara Gordon, hija de Jim Gordon -muy secundario esta vez, se pasa casi todo el tiempo hablando al teléfono con Sarah (me encantan estos guiños que crean un todo bien conjuntado) mientras Barbara se alcoholiza y se autodestruye-, que se hace con un disfraz para hacerse llamar Batgirl; tenemos al Joker, detrás del asesino de los padres de Grayson, Jocko Vanzetti, con una primera aparición suya que me ha impresionado en su puesta de largo, aunque sus actividades llegan muy tarde y son algo así como el preludio de lo que maquina; tenemos a Catwoman, despampanante con su traje de cuero...
Todo muy deslavazado y sin continuidad, eso sí, pero también porque estamos ante una obra incompleta a la que le faltan seis números, algo que hay que tener en cuenta para relativizar la valoración.
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