09/06/13 |
Contiene spoilers
... Y se acabó. La tercera temporada cierra por todo lo alto el telón dejando, eso sí, todo abierto, tras habernos mostrado... ¿cuánto tiempo tras Blackwater, o desde el ataque de los Caminantes Blancos con el que se cerraba la segunda? ¿Un año -en referencia al cautiverio de Jaime-, año y medio? ¿Y cuánto tiempo ha transcurrido desde la muerte de Ned? ¿Dos años, algo más? Sea como sea, es tan poco el tiempo transcurrido y tantos los acontecimientos que han pasado, que cuesta reconocer el aspecto de Poniente tal y como lo conocíamos durante el reinado de Robert Baratheon.
Partimos en este final de temporada con el traidor de Roose Bolton (algún insulto se me ha escapado al aparecer), que contempla cómo cae el ejército de Robb (aunque no con la espectacularidad del libro, ya que por lo visto prenden fuego a una enorme carpa de cera y abrasa a las huestes del Rey del Norte), acampado a las afueras de los Gemelos. Lo bueno de los últimos capítulos en esta serie es que tenemos epílogos más sosegados que explican lo que muchas veces queda sin decir en el vértigo y en la sorpresa de los penúltimos.
Me ha encantado, por ejemplo, cómo en el relato de Bran (ecos de la Vieja Tata) sobre el cocinero loco habla de que los Dioses no perdonan incumplir las reglas de hospitalidad. Ojalá sea así y que ajusten cuentas con Walder Frey, que conversa con lord Bolton sobre la alianza de los Lannister (también confirmada luego por Tywin) y los réditos que cada uno recibe: Frey las posesiones de los Tully y Bolton el título de Guardia del Norte, hasta la mayoría de edad del aún no concebido e inconcebible vástago de Tyrion y Sansa. Mencionan que Edmund está prisionero y que el Pez Negro ha huido. Fuera, Arya tiene que sufrir la visión de la cabeza de Viento Gris empalada. Por desgracia, se ha convertido en una experta en cabezas cortadas... Arya que luego apuñala a uno de los hombres apostados a las afueras de los Gemelos, que se jacta de haber participado en la matanza de los Stark. El Perro está al quite y no sé por qué miente Arya cuando dice que es el primer asesinato que comete, cuando creo recordar que por lo menos han caído dos hombres ya a sus manos. Mira tanto la moneda que le entregó Jaqen H'ghar que parece que irá en su busca. Esperemos que el Perro se mantenga a su lado, que esa pareja promete.
Me ha encantado, por ejemplo, cómo en el relato de Bran (ecos de la Vieja Tata) sobre el cocinero loco habla de que los Dioses no perdonan incumplir las reglas de hospitalidad. Ojalá sea así y que ajusten cuentas con Walder Frey, que conversa con lord Bolton sobre la alianza de los Lannister (también confirmada luego por Tywin) y los réditos que cada uno recibe: Frey las posesiones de los Tully y Bolton el título de Guardia del Norte, hasta la mayoría de edad del aún no concebido e inconcebible vástago de Tyrion y Sansa. Mencionan que Edmund está prisionero y que el Pez Negro ha huido. Fuera, Arya tiene que sufrir la visión de la cabeza de Viento Gris empalada. Por desgracia, se ha convertido en una experta en cabezas cortadas... Arya que luego apuñala a uno de los hombres apostados a las afueras de los Gemelos, que se jacta de haber participado en la matanza de los Stark. El Perro está al quite y no sé por qué miente Arya cuando dice que es el primer asesinato que comete, cuando creo recordar que por lo menos han caído dos hombres ya a sus manos. Mira tanto la moneda que le entregó Jaqen H'ghar que parece que irá en su busca. Esperemos que el Perro se mantenga a su lado, que esa pareja promete.
En esa genial (y despreciable) escena en la que están limpiando la sala de sangre, Bolton menciona por fin -10 capítulos después- el destino de su futura residencia, Invernalia, destruida por Theon Greyjoy, por lo que Robb mandó capturar al traidor. Por fin conocemos que su sádico y demente captor es -aunque se sabía por la incontinencia spoileril- Ramsay Snow, su hijo bastardo. La escena a continuación con el pobre Theon es elocuente y terrible, como siempre: Ramsey comiéndose una longaniza con la forma del atributo de Theon, convertido en eunuco, destruido. Sentimos misericordia por él, algo que no nos pasaría ni con Bolton ni con Frey (nos estamos volviendo implacables después de tres años en Poniente). Y pasamos por primera vez en la tercera temporada a las Islas de hierro: si Balon Grayjoy desdeña por enésima vez a Theon y para él ya no es su hijo por desobedecer sus órdenes y por no ser ya ni un hombre (durísimo el viejo), Yara se quita de encima el desprecio del espectador disponiendo una partida con los mejores asesinos de la isla para liberar a su hermano pequeño.
Y es que todos los palos son tocados en este -otra vez- estupendo capítulo que, como es lógico, baja el pistón porque los penúltimos episodios equivalen a un final de temporada. Quizá los dos momentos un poco desangelados son dos de los momentos que debieron ser más emotivos: cuando Sansa se entera de la muerte de su hermano y de su madre, y el reencuentro entre Cersei y Jaime, cortado muy pronto, por desgracia, aunque intuimos que la dicha de Cersei no será completa y no le sentará muy bien el cambio operado por su hermano-amante a raíz de su mano perdida y la influencia de Brienne.
Más emocionante es el reencuentro entre Jon e Ygritte, que hace honor a su condición de salvaje asaeteando a su amor. Una escena bonita y triste, pues parece marcar el final de estos amores adolescentes. Jon llega malherido al Castillo Negro, donde antes han llegado Sam, Gilly y Sam (no me repito: la hija de Craster al final le pone el nombre de Tarley y esperemos que no sea este homenaje tan funesto como el de Talisa-Robb-Eddard). Previo a eso, otro momento emocionante es cuando Sam se encuentra con Bran y los JoJen, y el primero les da el vidriagón (menos mal, no se perdió) que es capaz de matar a los Caminantes. Bran está convencido de que es su misión ir más allá del Muro y esa obstinación tan Starkiana engrandece su figura.
Reaparece Aemon, que acepta a la muchacha y encomienda avisar a todo Poniente de la amenaza que se aproxima por los Siete Reinos. La única que de momento se lo toma en serio es Melisandre, que revoca la pena de muerte de Stannis hacia Davos por salvar a Gendry, a quien pensaba sacrificar (si una gota de sangre ha conseguido eliminar a un rey, qué no conseguiría un mayor sacrificio). Con la actitud de Davos, que para él es más importante una vida inocente que evitar una guerra, se crea un interesante y especular juego de contrastes con la de Tywin, que en la Boda Roja demostró todo lo contrario. El anuncio de la carta de Sam cambia el rumbo de los planes de la Diosa Roja (ya, ya sé que es la Mujer Roja, pero Carice van Houten está deslumbrante, algo a lo que contribuye la apoteósica fotografía de la escena con el sol entrando en el ventanal), que ahora tendrán que girar en torno al Muro.
Lo mejor del episodio, una vez más, lo encontramos con Tyrion, Tywin y Cersei, magníficos los Lannister, aunque solo uno de ellos capaz de aflorar nuestra simpatía, simpatía que debe de sentir también Varys, que conversa con Shae y la intenta convencer de que se marche (porque creo que no es una petición de Tyrion). La estúpida Shae rechaza una proposición más que razonable. También vemos creo que por primera vez a Sansa relajarse al lado de su nuevo marido. Pasamos de una petición de asesinar a quienes se burlan de ellos a la ingenuidad de conformarse con una broma infantil, aunque después del anuncio que recibe es de imaginar que esa faceta se borrará por completo.
Cersei se muestra humana ante Tyrion y le hace ver que una salida para Sansa sería darle un hijo. Para ella le supuso el no arrojarse por la ventana. Genial cuando Tyrion le pregunta '¿Incluso Joffrey?', y su hermana le contesta que 'incluso Joffrey'. No me creo del todo el acercamiento para con Tyrion, sin embargo, que haría bien en no confiar en su voluble hermanita, que no creo que muestre su simpatía así sin más. Todo parece indicar que su intención es cargarse a Loras (muy segura está de no casarse con él). Otro momento genial es cuando Tyrion le pregunta que cuándo va a cabar esto y Cersei le responde que cuando sus enemigos mueran, a lo que Tyrion le replica que por cada enemigo que cae surgen dos más. Va para largo, pues, el fin de las hostilidades.
Y qué decir de la tensión en el Consejo Real, cuando comunican a Tyrion la noticia de la caída del Rey en el Norte. Tyrion no siente la misma excitación que Joffrey, a quien su Mano le manda acostar -como le podía habar mandado azotar, qué pelele este niño repelente que quería traer la cabeza de Robb a Sansa, ganándose otra cortante contestación de Tyrion, y qué grande la mirada gélida de Tywin tras la acusación de su nieto de no haber sido un héroe durante la guerra anterior contra los Targaryen-. Luego padre e hijo discuten y a la pregunta de cuándo ha obrado sin egoísmo y sin pensar más que en él mismo o en la gloria de su apellido, el inconmensurable Charles Dance le contesta que cuando nació él, porque si no lo habría arrojado al mar.
Y acabamos con la Mysha, que significa madre. El pueblo de Yukai corea esta palabra en referencia a la Khaleesi, que se deja agasajar por sus nuevos admiradores, mientras los tres preciosos dragoncitos (quiero uno, aunque me deje los ahorros dándole de comer) vuelan. A la cola, pueblo de Yunkai, que nosotros estamos primero para hincarnos de rodillas ante la futura jefa de los Siete Reinos. Mientras, eso sí, estaremos de luto a la espera de la cuarta temporada, que resolverá la segunda mitad del libro tercero, Tormenta de espadas, así que ya no podré mantener el ritmo hasta ahora, primero temporada y luego libro, porque para soportar la espera tendré que leer.
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