La cabeza del cordero. Francisco Ayala. Alianza (Relectura)

(216 páginas. 8,50 €. Año de edición: 2009)
Francisco Ayala ha sido cabeza visible de esos escritores del exilio que tan tangencialmente pasan por los panoramas de literatura del siglo XX que vemos en la ESO o en Bachillerato, lúcido hasta sus últimos días (y estamos hablando de un hombre centenario) y un ejemplo de intelectual comprometido, además de un pensador y ensayista señero. Como autor de relatos breves, cabe reseñar que varias de sus piezas resultan siempre interesantes.

La cabeza del cordero no es una excepción, pero mi relectura del volumen me ha deparado consideraciones menos entusiastas que la 1ª vez que lo leí. Un exceso discursivo me ha resultado por momentos algo farragoso. Demasiadas explicaciones, demasiadas concesiones al coloquialismo, demasiadas digresiones. No cumple con la máxima de la concisión (ir al grano, vaya) cuando estamos a medio camino entre cuento y novela breve. Eso sí, cómo no disfrutar de los amplios periodos, del dominio del vocabulario y del lenguaje. Por eso el proemio que encabeza los cinco relatos es el texto que más me ha gustado esta vez, con un análisis certero y coherente del marco temporal en que se inscriben los relatos, la guerra civil (aunque apenas tratada directamente, salvo en El tajo, y tampoco es que se centre en ningún pormenor histórico).

Por otra parte, el asunto principal de los relatos no me ha deparado tampoco grandes emociones: que si antepasados árabes de un viajero que llega a Fez (La cabeza del cordero, el más tedioso por tanta descripción inmovilista de cuadros familiares, y donde lo que queda relatado un poco al margen es lo impactante, con escenas horribles de guerra dentro de una familia), que si anécdotas de exiliados contando peripecias extremas durante los años de posguerra (La vida por opinión, que debe mucho al concepto de honra tan típicamente calderoniano), que si un tiro a un miliciano mientras estaban recogiendo uvas (El tajo, que habla del sentimiento de culpa del teniente Santolalla, un hombre aburguesado por haber matado a un hombre, algo que rompe su apacible existencia, y que nunca recobrará, pues la redención es imposible, el tajo de la sociedad española es abismal tras esa guerra sin sentido), que si un manuscrito ilegible que quiebra la cabeza a todo un pueblo (El mensaje, el único texto anterior a la guerra, donde lo mejor es ese narrador untuoso y mezquino que se cree por encima de su primo por haber salido del pueblo cuando su vida es igual de miserable), que si uno que regresa y se entera de que Abeledo, su mejor amigo, le fue a buscar durante la guerra para darle el paseíllo (El regreso, para mí el mejor de todos por esa atmósfera casi obsesiva de un emigrado en Buenos Aires que regresa a Santiago de Compostela).

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