The Walking dead. Midseason 3

El último capítulo de la temporada, "Made to suffer", como no podía ser menos, fue otro gran capítulo, con lo cual esta primera parte de la tercera temporada no ha caído, en absoluto. Los nuevos personajes, sobre todo el Gobernador, han vuelto a poner el foco en un aspecto más humano que cualquier caminante: el ansia de poder, ansia por el cual se manipula, se miente y se asesina.

Quitando la muerte demasiado rápida de Oscar (el negrito que sustituía a T-Dog) por un despiste de Rick, quien cree ver a Shane, pocos elementos han resultado decepcionantes: Maggie y Glenn son rescatados gracias al ataque sorpresa en Woodwory, aunque la alegría no es completa, ya que cogen a Daryl (no se explica muy bien que alguien que siempre está alerta se haya dejado capturar así como así) y lo enfrentan a su hermano Merle, a quien culpan del destrozo de Rick y los suyos. 

Michonne se venga del Gobernador matando a su hija zombi y luego dejándole tuerto en una pelea cruenta, si bien es cierto, como apunta la reseña de Todoseries, que no se explica demasiado la saña que le tiene la muda Michonne (en el cómic por lo visto esto queda más que claro).

Al principio del capítulo aparece un grupo que llega por los pelos a la prisión. Un negrito (otra vez el relevo para no desatar las iras afroamericanas), Tyreese, parece el líder, y ya veremos cómo empastan los dos grupos. Lo que parece claro es que Carl ha dejado de ser el niñato abominable y asesinable de la segunda temporada. Ha madurado mucho y por eso no se fía y aísla a esta nueva gente.

Queda por ver qué decisión tomará Andrea, si se pondrá de parte de Rick o del Gobernador, algo que sería el remate para una evolución un tanto penosa de este personaje que antes se había caracterizado por mantener una notable independencia, no una ceguera estúpida.

Han pasado muchas cosas (la muerte de Lori, el nacimiento de su hijo, el paulatino deterioro de Rick, la aparición de una sociedad que trata no solo de sobrevivir, sino de vivir lo mejor que se pueda...) y lo mejor es que los frentes abiertos auguran una continuación que no desmerecerá.

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