Si hasta el momento Homeland era una de las mejores series de la parrilla, a raíz del último capítulo de la segunda temporada, The choice, estamos hablando de algo más impactante y brutal. Este episodio corta el aliento, la respiración, el pulso. Es uno de los mejores finales de temporada de cualquier serie.
En conjunto, no solo se trata de la recuperación de Carrie, paralela a la caída de Brody. No solo es la aparición de un personaje extraordinario, Quinn, que no sabemos de qué lado está. Tampoco es solo el esfuerzo dramático de los personajes, con Carrie y Brody a la cabeza, pero además con Saul Berenson, David Estes, Jessica, Dana, Mike... (me dejo aposta a Chris Brody). Ni que de momento la serie parezca un rompecabezas con una conexión perfecta de sus piezas, al contrario de lo que parecía tras una magistral primera temporada, de la que algunos dudábamos que se pudiera extraer una segunda con tanto jugo. Pues con este final no solo no desmerece, sino que la encumbra a cotas superiores.
Y todo porque Abu Nazir, aunque sea póstumamente, se sale con la suya. Y de repente vemos que la conspiración contra su protegido forma parte del plan asesino de este fundamentalista. Aquel capítulo tan excéntrico en el que Brody le proporciona a Abu Nazir la clave del wifi para detener el marcapasos del vicepresidente cobra todo su sentido ahora. Y es que el atentado brutal que te deja sin capacidad para pestañear, tras el extrañamiento de Brody por el cambio de estacionamiento de su vehículo (aunque no le da tiempo a nadie a reaccionar, de pronto la explosión llena la pantalla y ya está), era el plan que quedó abortado la temporada pasada.
Hasta el momento, habían sucedido cosas, pero contenidamente: Quinn no lleva a cabo el asesinato que Estes le tenía encomendado, y no solo porque Carrie no se separa de Brody, con quien revive el idilio en su refugio al pie del lago, sino porque Quinn es muy listo y sabe que asesinar a un congresista solo le podría traer problemas. Eso sí, qué genial la forma de amenazar a Estes en su propia casa para que se olvide de sus planes (por los cuales ha encerrado a Saul).
Y sigue la tónica pausada después: la separación de Brody y Jessica se lleva a cabo, Carrie tiene que elegir entre la promoción que Saul le propone y el amor con un hombre al que se le está concediendo una segunda oportunidad pero cualquiera se fía... Ese parece ser el eje de este final de temporada: Brody da el visto bueno a que Mike se haga cargo de su familia (escena con trampa visto lo que sucede luego) y surgen varias preguntas: ¿Dana perdonará a su padre, quien le reconoce que estuvo a punto de volarse?, ¿Carrie lo dejará todo por amor?
El caso es que en el funeral por Walden, Brody y Carrie salen furtivamente y se encuentran en el piso de arriba para declararse amor eterno... Y ahí se acaba el ritmo lento de esa primera parte del episodio. Ese movimiento (¿casual?) de Brody les salva de la explosión que nos pilla a todos a contrapié, cuando nos habíamos olvidado de recelar o de esperar algo tan bestia. El atentado perpretado por Nazir llega cuando menos se esperaba. Y si esto fuera poco, se propaga el vídeo que Brody había grabado para la temporada pasada. Ya para entonces Carrie ha creído en él y huyen juntos siguiendo las premisas de Carrie, que lo mismo encuentra ella solita al terrorista más buscado del planeta como tiene preparados pasaportes falsificados y una ruta vía Canadá... Muy emotivo el reencuentro entre Saul (ascendido a jefe de la CIA ya que todo quisqui la palma) y Carrie, que regresa dejando a Brody encaminado en la huida, aunque ahora tendrá que dar explicaciones de todo el tiempo desaparecida. En fin, que nos quitamos el sombrero con este final apoteósico que empequeñece el final de Dexter.
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