(Teide: 288 páginas, 10'09€; Vicens: 320 páginas, 10'50€) |
La épica historia del desastre de la batalla de Trafalgar está contada por la magnífica pluma de Galdós, que inicia así uno de los proyectos literarios más ambiciosos y loables de la literatura española., los Episodios Nacionales.
A través del hábil procedimiento de mezclar historia y ficción, personajes reales (Churruca, Alcalá Galiano, Gravina, Villenueve, Napoleón, Nelson, casi todos simplemente mencionados) y novelescos (casi todos muy próximos a personajes-tipo), conocemos la infancia de Gabriel Araceli, un gaditano que rememora su vida desde la senectud y se remonta al hecho que supuso un antes y un después en su vida: su participación en una de las batallas navales más fatídicas para la historia de nuestro país. Al ser el primer volumen de los Episodios, se nos pone al día de sus primeros años, cómo escapa de su destino picaresco de la mano de don Alonso y doña Francisca, que le acogen cuando se queda huérfano.
Don Alonso, un trasunto de don Quijote en versión marinera, se confabula con Marcial (Sancho Panza) para conocer de primera mano la batalla que se cierne contra Inglaterra y pese a las reprimendas de su mujer, sortean su vigilancia y emprenden el camino a Cádiz. Queda atrás una primera parte a modo de introducción, donde conocemos no solo a sus amos, sino a Rosita, la hija de don Alonso y doña Francisca, de la que se prendará Gabrielillo.
Así, pues, los dos viejos marineros y el pequeño grumete, que cuenta por entonces con 14 años, se embarcan en el Santísima Trinidad, el navío más grande de la Armada Española. De ese modo nos narra en primera persona (aunque con muchos discursos intercalados) el acontecimiento bélico que supuso el principio del fin del Imperio español, ya entonces bastante mermado.
Se trata de una novela histórica y de aventuras, pero también iniciática, puesto que Gabriel alcanza una pronta madurez a sus 14 años. Queda atrás su primer desengaño amoroso, puesto que, enamorado de Rosita, tiene que resignarse a su situación social y al hecho de que cuando su compañera de juegos crece, pertenece a otro mundo, a otra categoría. Sus cuitas amorosas se agravan cuando prometen a la joven con otro (concierto matrimonial que tiene ecos de El sí de las niñas), aunque al final se imponen sus inclinaciones, puesto que ella ama al joven oficial Rafael Malespina, que se bate en duelo con su prometido (el componente folletinesco, pues, no falta, como una cierta dramatización de las situaciones, intensificadas al final de cada episodio de los 17 de que consta la obra, algo que acerca la obra más al público).
En definitiva, a pesar del patrioterismo inicial de Gabriel, prevalece un canto al antibelicismo y a la confraternización de los pueblos, al tiempo que las memorias del anciano Araceli proseguirán su curso, anunciándolo a modo de novela por entregas al final de esta historia. Veremos la acogida que recibe en 2º de bachillerato, ya que es la lectura elegida para el siglo XIX.
Por último, un pasaje que me ha resultado curioso a la vez que actual, rabiosamente actual (cambiemos a Godoy por la Cospedal, sin ir más lejos):
“Parece mentira que el rey trate tan mal a los que le sirven. (…) La mayor parte de los comandantes de navío (…) hace muchos meses que no cobran sus pagas. (…) Pues no digo nada del armamento. Los arsenales están vacíos, y por más que se pide dinero a Madrid, ni un cuarto. Verdad es que todos los tesoros del rey se emplean en pagar sus sueldos a los señores de la corte, y entre éstos, el que más come es el Príncipe de la Paz, que reúne cuarenta mil durazos como consejero de Estado, como secretario de Estado, como capitán general y como sargento mayor de guardias…"
ACTUALIZACIÓN 26/12
Guía de lectura a partir de las dos ediciones empleadas.
Guía de lectura Trafalgar
Guía de lectura a partir de las dos ediciones empleadas.
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