Contiene spoilers...
Salvo con Dexter y Homeland, cuyas temporadas suelen ser de 12 capítulos, estamos lejos del ecuador de las temporadas televisivas, pero por lo visto hasta el momento, nuestras series están en plena forma si exceptuamos The good wife, que transita por una especie de extraño interludio donde no se termina de definir cuál es la línea argumental a seguir salvo el intento de flotación de la firma de abogados, con una Alicia que sí pero no, con una Kalinda medio anulada de manera un tanto insatisfactoriamente por el esperpéntico marido que cobra más que Urdangarín en sus buenos tiempos, con un Ari Gold (o me confundo o se llama igual que el mejor personaje de Entourage) al que ya vimos en acción en la temporada dos y con unas tramas menos impactantes que en otras ocasiones (aunque con esto no quiere decir que estemos ante su declive, creo que tiene mucho que decir aún).
El capítulo 4º (The Crocodile) de Once upon fue la presentación de un personaje con gancho, nunca mejor dicho: el capitán Garfio, cuya historia, relacionada con Rumpelstiltskin y su esposa, dejó un estupendo sabor de boca. La de Bella, sin embargo, aunque me pese por Emilie de Ravin, no termina de romper, aunque el ambiguo Mr. Gold (tercer Gold, ahora que lo pienso, de la parrilla) seguro que nos sorprende, como así parece indicar el final donde parece que se lo va a hacer pasar mal a Smee, el ayudante de Garfio, que por su parte está en el equipo de la madre de Regina. Los personajes principales se dieron un pequeño descanso, pero la mera mención de Nunca Jamás se basta y se sobra para compensarlo.
El 2º capítulo de The Walking dead (Sick) sigue sin dar respiro, con acción y sangre a raudales. Los presos que estaban atrapados en la prisión y que desconocían que la infección era tan letal y estaba tan propagada, van a suponer una especie de prueba de fuego para Rick, que no duda en atravesarle el cerebro al cabecilla o dejar que uno de sus seguidores sea pasto de los caminantes con tal de que su grupo siga sobreviviendo. Hershel, por su parte, me pegó el susto padre cuando Lori le hacía el boca a boca (menudo brinco pegué, coño), pero sobrevivió. Y el avance del siguiente episodio promete, vaya que sí.
Qué decir del trepidante ritmo de Homeland: el cuarto capítulo, New car smell, pone las cartas sobre la mesa. Carrie ha invertido la curva descendente, mientras que Brodie va en caída libre. La CIA está encima del marine y habrá que ver lo que pasa, porque no hemos llegado ni a la mitad de la temporada y todo está avanzadísimo. Aunque muchos hablan de que el personaje del ambiguo militar está acabado, me alineo más en la posición de los que opinan que será un agente doble en el futuro. Si no, ¿a qué vienen las escenas con Dana y su nuevo rollito de primavera, que sobran salvo por el encuadre de sus caras delante de una ventana por la que se ve Washington?
Y para acabar, qué gustazo da la vuelta del viejo Dexter. Aceptando que cualquier temporada de Dexter es superior a la media, daba mucha rabia los vericuetos un tanto extraños por los que estaba transitando nuestro psicópata favorito. Ahora no, ahora volvemos a ese mordernos los muñones cuando el capítulo acaba y queremos más. Así pasa con el cuarto, Run (estupenda su reseña en todoseries): Dexter corre más peligro que nunca, perseguido por Ray Speltzer, el psicópata que dejaron escapar en el episodio anterior, el que se ponía cuernos de toro y creaba laberintos para sus víctimas, y también por el mafioso ucraniano Isaak Sirko, de quien sabemos por fin su interés en vengar a uno de los suyos, Viktor, que no es otro sino su propio hijo (o novio, como apunta David Martínez). Genial esa secuencia donde, tras mostrarnos a Dexter con Harrison, pasamos a Isaak llorando la desaparición de Viktor. La venganza lo hace todavía más peligroso. Como genial es la tensión que se produce con la guapísima y turbadora Hannah McKay, la que fue novia de Wayne Randall, el que se lanzó contra el camión. O la escena en la que los mafiosos obligan al camarero del club de streaptease a pegarse un tiro. Y qué decir del final, con los dos hermanos en el coche viendo cómo la chimenea arroja los restos de Speltzer. Debra reconoce sentirse aliviada, con lo cual parece que se ha dado la vuelta a la escena inicial en la que su bañera se llena de sangre justo antes de aparecer su hermano.
¿Lo mejor? Que el lunes, más...
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