Arte. Yasmina Reza. Anagrama

(104 páginas. 8€.Año de edición: 1999)
En su momento -aunque no lo recordaba al empezar el libro-, vi Arte representada, protagonizada por Quique San Francisco (en el papel, cómo no, de Marcos) y pensé que esta obra se la habían hecho a su medida para permitirle fumar en el escenario mientras "actuaba" (hacía, vaya, como siempre, de sí mismo) porque tampoco me dijo demasiado. Así que cuál es mi sorpresa cuando veo que la obra es de una francesa y ha supuesto un gran éxito internacional. Inaudito. Y encima se habla del arte moderno... Pues permítanme bajarme de esa concepción hueca del modernismo.

Acabo de leer Muerte de un viajante y por lo tanto tengo muy fresco el recuerdo de lo que es una obra de arte teatral. La considero moderna también, pero ahí tanto fondo como forma confabulan para conformar una obra maestra. Aquí, en cambio, tenemos a tres personajes -el radical, cáustico, intransigente y misántropo Marcos; el pedante, moderno, condescendiente y egoísta Sergio; y el abúlico, pusilánime, manirroto y conformista Iván- y un cuadro de 1,60 por 1,20 en blanco con algunas franjas blancas que le ha costado a Sergio 5 millones de pesetas y que a Marcos le repulsa (le parece una mierda, en lo que es, supuestamente, el punto más humorístico), intentando arrastrar a Iván, con lo que se inicia un cataclismo que lleva a que los tres se replanteen su amistad.

No veo casi nada salvable en esta obra ligera que trata de hacer humor repitiendo palabras y tensando los enfrentamientos entre los dos amigos con concepciones opuestas y dejando al tercero a medio camino entre ambos. Por eso me resulta tan difícil de entender que haya triunfado, cuando se trata de algo así como un lienzo en blanco con un par de trazos de pintura blanca.

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