2ª temporada |
Octubre por fin trajo la cosecha de series que ansiábamos. Después de ver los primeros capítulos de varias series, hay que decir que el mejor estreno, para mi gusto, ha sido el de Dexter, aunque eso no desmerece los arranques de las demás:
Homeland tiene un extraordinario reto, premios Emmy aparte: la primera temporada mantuvo un alto nivel y la trama entre Brody y Carrie parece difícil de mantenerla, empezando porque a Carrie la echaban de la CIA por sus problemas mentales. De un plumazo, eso sí, en el episodio 1 (The smile) aparece una antigua informante avisando de un atentado en EEUU y la única con quien quiere hablar es con Carrie Mathison.
Han pasado seis meses y Carrie trata de recuperar la normalidad. Brody se ha establecido como congresista y cuando cree que Abu Nazir se ha conformado con el trato al que llegaron, le llega el encargo de conseguir unos nombres. Una muestra de lo buena que es esta serie la tenemos cuando Brody está copiando dichos nombres aprovechando una ausencia de David Estes y nos ponemos de su parte, temiendo que lo pillen con las manos en la masa. El perfil ambivalente de Brody se nos muestra con las dificultades en casa para lidiar con su mujer, Jessica, pese a la ayuda incondicional de su hija, Dana (inverosímil la última escena cuando Brody entierra el Corán por haber sido mancillado a las 2 a.m. y la niña está ahí detrás de él).
Nos vamos a Beirut, con un tinte de Carrie que la hace irreconocible. Aunque ha sido complicado convencerla para que aceptase la misión, cuando empiezan a perseguirla (ni siquiera llega a reunirse con Saul Berenson) saca lo mejor que hay en ella y se libra de su perseguidor tras rodillazo en las partes.
Un capítulo notable para empezar pese a la ausencia de caras nuevas.
The good wife también había terminado la temporada 3 por todo lo alto, con el ex marido de Kalinda estrechando el cerco. Quien llega al final en el inicio del capítulo (I fought the law) es un intermediario y Kalinda se deshace de él con la contundencia que le caracteriza, aunque el ex no ha dicho su última palabra y aparece en el bufete. Podrían haber saltado más chispas, pero de momento la aparición de Nick Savarese (Mark Warren) no ha sido demasiado reseñable. Hasta que no crucen de nuevo los destinos de Kalinda y Alicia, probablemente la serie no levante el vuelo. Y es que el triángulo Alicia-Peter-Will no es nada en comparación con el tú a tú entre estas dos mujeres, con el permiso de Diane.
Aparte del ex de Kalinda, tenemos como caras nuevas a Peggy Byrne (Kristin Chenoweth, una Olive mucho más explosiva en Pushing Daises) como periodista que Eli Gold busca para conseguir publicidad en la elección de Peter, aunque choca enseguida con Alicia, que no quiere que nadie se entrometa en su vida privada. Se acaba la suspensión de Will, pero la firma no se libra de los problemas. Más enjundia parece que va a tener Clarke Hayden (Nathan Lane), el encargado de llevar las cuentas en la firma tras la suspensión y los problemas de pagos (me ha recordado un poco a Lane, de Mad men).
No falta la escena de ascensor (la pelea entre Kalinda y su ex) ni las dudas de Alicia sobre qué camino escoger. Cary ha aparecido poco, esperemos mayor relevancia posterior. El encantador (pero carismático) David Lee se mantendrá en el bufete por asuntos pecuniarios. Y, en fin, esta serie mantiene sus señas de identidad. Si hasta resiste que el caso principal sea el del insoportable Zack, eso habla de que la serie sigue en forma.
4ª Temporada |
Modern Family inicia cuarta temporada con Bringing up a baby. Y lo hace con buen pulso. A pesar de la excesiva renovación hasta una octava temporada y de percibir signos de flaqueza con momentos que no terminan de explotar, sigue siendo una de las mejores series de humor, aunque los esquemas se repitan. Algunos momentos están muy vistos (como el momento chapuzón de Jay), pero otros siguen siendo fabulosos, gracias entre otras cosas a Phil Dunphy, el hombre que sabe leer entre líneas.
Clare no le anda a la zaga (memorable el diálogo con Haley sobre la resaca y las mentiras que prefiere no decirle), con ese alegrón por la futura gordura de Gloria, que no sabe cómo decirle a Jay que está embarazada. Manny sigue divirtiendo con su pedantería, el estridente Cameron se alía con su sosa hija Lily contra el pragmático Mitchell para rellenar el vacío de la frustración por la no adopción de un segundo hijo con un gato (genial el gorila y el elefante en la baca del coche), Dylan (el novio de Haley) sigue siendo un puntazo, sobre todo con los choques con Clare y ya solo falta que le encuentren un papel a Alex.
Lo mejor es el salto temporal de este primer episodio. Tras empezar un día después de donde lo dejamos, con el cumpleaños de Jay, pegamos un salto (a través de la desaparición de la fallida barba de Phil, recomendada por Shorty, el amigo de Jay) a una fase más avanzada del embarazo de Gloria.
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