(264 páginas. 17€. Año de edición: 2012) |
Con una antología siempre se corre el riesgo de fragmentar la percepción sobre la narrativa de algún autor hasta dejarla apenas reconocible. No es lo mismo una antología que da cuenta de diferentes autores (aunque ni así se elude el peligro de la acusada heterogeneidad) que de uno solo. Dar cuenta de los distintos libros de relatos a través de los más destacados es sinónimo de desechar, de parcelar (por no hablar de que responde a un gusto muy personal y subjetivo del editor).
Por más que la edición esté cuidada, como es el caso, donde la labor de Juan Jacinto Muñoz Rengel es destacada incluso en la introducción, a modo de relato fantástico que simula un viaje a la mente de Merino, una original manera de glosar al autor y al mismo tiempo de homenajearle, ya que el relato fantástico es una de las señas de identidad de José María Merino, ese problema está presente en esta antología. Eso sí, la cuidada edición del libro es motivo suficiente como para no tener en cuenta la procedencia dispar de los relatos, que por otra parte, tienen como nexo común su filiación con la fantasía, algo que se ve en la entrevista del final, donde el autor reivindica la literatura fantástica.
Vayamos pieza a pieza:
De Cuentos del reino secreto, nos encontramos con La casa de los portales, donde la aventura de unos niños (vista en retrospectiva por el narrador en 1ª persona muchos años después) a una casa abandonada con dos portales depara algo inesperado: al salir por el portal más escondido, resulta que les lleva a otra realidad paralela mucho más desagradable. Los valedores es más flojito: unos ladrones ven frustrado el robo en una iglesia por culpa de las estatuas, que se "rebelan". El título parece inexplicable y el narrador en 2ª persona es de lo más interesante. El niño lobo del cine Mari es el último de esta colección: un niño aparece durante la demolición de un edificio. Vestido a la antigua, parece inmune a los estímulos externos. Lo inexplicable llega cuando una mujer lo reclama: se trata de su hijo desaparecido hace 30 años. La doctora encargada del chico decide llevarlo al cine porque los sonidos parecen estimularle y durante la peli de La guerra de las galaxias, el niño vuelve a desaparecer...
De El viajero perdido, tenemos el relato con el mismo nombre.
"Muy densa, la lluvia se precipitaba en enormes goterones, restallaba con eco agudo sobre el asfalto y lo cubría de oscilante blancor, entre un reverbero plateado".
Esta frase es representativa del estilo cuidado del autor, que entremezcla lo cotidiano con la irrupción de lo fantástico. Ya tan solo con lo bien escritos que están escritos los relatos, merecen la pena. En este caso, tenemos realidad y ficción entremezcladas. El narrador parte del encuentro con un viajero, extraviado y desencajado, bajo la lluvia buscando la estación del Norte para iniciar la escritura de un relato, que comenta con Berta, su pareja. Esta queda afectada y le pide que le encuentre un destino al viajero porque tiene pesadillas recurrentes. Luego, Berta viaja a Melilla y el narrador entremezcla al viajero de su relato con ella, en un encuentro en el aeropuerto. Un sueño del narrador en el que rememora al viajero da lugar a la aparición en aquella escena de Berta, cuidando con gran ternura a este hombre. Al día siguiente, Berta llama por teléfono. Tiene que hablar con él, que decide borrar su relato. Quizá sea el mejor relato de todos, el más completo.
En Las palabras del mundo, el profesor Souto (que reaparecerá en algún relato más) desaparece sin dejar rastro. Salvo su ayudante Celina Vallejo, nadie siente mucho pesar. Y es que Souto había ido perdiendo la facultad del habla y había ido apartándose de la sociedad. El proceso de desintegración del lenguaje parece que va parejo a la desaparición de este hombre. Por último, en Del libro de los naufragios el narrador conoce a Souto, un tipo muy peculiar que va de teoría en teoría (siempre extravagantes). La última: lo inorgánico ha iniciado una conquista imparable y al haberlo descubierto su vida está en peligro. El final es muy gracioso.
Pasamos a Cuentos del Barrio del Refugio, con El derrocado, en primera persona. Aparecen "sutiles infiltraciones de una invasión que se iba imponiendo con fuerza mayor" que acaban dando como resultado la sustitución de su vida por él mismo. En Bifurcaciones, si olvidas el título conforme vas leyendo, parece que vas a encontrar un relato con aparecidos: Irene, el gran amor de Gabriel, el protagonista, parece un fantasma en ese encuentro casi vaporoso en la casa de ella, que parece abandonada. El final del relato vuelve al inicio con el anuncio de la orla del 25 aniversario y le da relevancia. También me quedo con esta frase:
"ese dibujo inacabado que hace resaltar la promesa de lo inicial, la perfección de lo que, por no haber llegado a su plenitud, no ha alcanzado tampoco el inicio de su decadencia".
De Cinco cuentos y una fábula, leemos Artrópodos y hadanes (una fábula), una historia de ciencia ficción emparentada con el género de la fábula que no termina de engancharme para nada, sobre todo porque está escrito a base de narraciones indirectas.
De Cuentos de los días raros, tenemos Celina y Nelima: vuelve el profesor Souto de su desvarío (el relato parece emparentado con Las palabras del mundo). Celina, su estudiante, enamorada de él, recibe con alborozo la noticia y consigue que el profesor vaya a vivir con ella. Le consigue un trabajo, supervisar un Programa informático que reconoce metáforas (Nelima es su nombre), con el que pronto Couto entabla una relación bastante profunda, lo cual enciende los celos de Celina. Genial cuando esta le dice al programa: "Tú, Nelima, eres una grandísima hija de puta". Papilio Siderum no me dice demasiado con esa ración de metamorfosis emparentada con la vida extraterreste relacionada con un cometa.
En Las puertas de lo imposible leemos El viaje inexplicable: en un futuro remoto en el que no existen los libros, un viejo arcantro le explica al narrador el concepto de la novela, un método de viajar mentalmente que ahora ya no existe. Lo más interesante es la historia que se refiere de dicho libro, con el profesor Souto y Celima, que tiene que rescatar al primero conectando con él en el espacio de la imaginación.
El libro de las horas contadas: en Círculos, lo mejor es el final donde lo onírico y lo real se confunden: "-Mónica, por favor, despiértame". De Minicuentos, tenemos una pequeña muestra de los microrrelatos del autor. Destacaría La memoria confusa (un viajero pierde su equipaje y sus documentos y con ellos su identidad), La mano que escribe (un trasplante de mano deriva en una notable independencia de dicha mano), Crisis de percepción (cuenta la "pérdida grave del sentido de la convención") y Rescatado (curioso lo del osito de peluche que calma a un niño sepultado).
Y ya pasaríamos a la Conversación con José María Merino, de la que extraigo la siguiente cita:
"Es incuestionable que nada como la ficción, la literatura, para profundizar en el conocimiento de lo que somos, de cómo nos comportamos, de cómo amamos u odiamos, de nuestras actitudes y modos de sentir más hondos e inexpresables... La ficción (...) presenta la historia del corazón humano".
Comentarios