Final del juego. Julio Cortázar. Alfaguara. 04/03/11 (Relectura)

(184 páginas. 16,50€ -Edición Punto de Lectura: 7,99€-. Año de edición: 2002)
Se puede volver una y otra vez al universo tramado por Cortázar. Como la mayoría de sus cuentos se basan en el extrañamiento y deja unos finales abiertos, no te puedes cansar nunca porque cada vez te enfrentas con algo distinto, o encuentras otra explicación, o ves otro enfoque que anula las conclusiones a las que habías llegado. Viene bien, además, recordar tramas misteriosas de las que sólo te quedan reminiscencias al cabo de los años. Destacaré los relatos que más me han gustado:

La I Parte comienza con el breve Continuidad de los parques: un lector adinerado que se abandona a la lectura de un libro con un triángulo amoroso y apasionado en el que los amantes toman la decisión de deshacerse del obstáculo que les separa. Al final (estamos en un relato de dos páginas) confluyen realidad y ficción, pues resulta que el que lee es el marido o el obstáculo de los amantes, como se infiere de la referencia del sillón de alto respaldo.

No se culpe a nadie narra algo muy simple: la difícil tarea de ponerse un jersey (pulóver). Por eso se inicia con la frase “El frío siempre complica las cosas”. Mediante un único e intrincado párrafo y una sintaxis yuxtapuesta, compleja, se consigue la sensación de quedar bajo la asfixiante lana. ¿Quién no se ha liado alguna vez poniéndose un jersey y confundiendo una manga por el cuello? Aquí se lleva al extremo, no sin apuntes de humor y un final elíptico fabuloso.

En El río, una pareja de casados mantiene discusiones en la cama que suelen acabar con las amenazas de ella de arrojarse al Sena mientras él está adormilado y no hace caso y menos cuando la siente a su lado, hasta que su sensación se trastoca y la nota húmeda, y ve que al final su amenaza era cierta y esa presencia no es tal y su nombre aparecerá en la nómina de ahogados del periódico.

Los venenos supone un paréntesis a lo inexplicable para adentrarnos en un relato más autobiográfico o más volcado a reflejar experiencias de la infancia: primeros amores, rutinas de cuando niños, muy evocador y que muestra los primeros amores de forma muy certera.

La puerta condenada hace referencia a la puerta de un hotel que separa al viajero Petrone de la habitación de una mujer aparentemente sola. Petrone escucha, sin embargo, el llanto sofocado de un niño y su paciencia llega a su fin la segunda noche, en la que asusta a la mujer, que deja el hotel al día siguiente. Entonces se confirma su sospecha: el llanto del niño sigue escuchándose a la noche siguiente.

De la II parte, me quedo con El ídolo de las Cicladas: alcanzamos el componente mágico de Hispanoamérica a través de Somoza y Morand, que han encontrado una estatuilla precolombina. Therèse, mujer de Morand y de la que está enamorado Somoza, parece el vértice polémico del triángulo amoroso, aunque pronto importa el componente mágico y primitivo de la estatua, que exige sacrificios y hace que la sed de sangre sea lo primordial, sed de sangre que se transmite del enajenamiento de Somoza al de Morand.

Y de la III parte, Relato con un fondo de agua: el narrador habla directamente con un amigo, Mauricio, el único de aquella época que no lo ha abandonado del todo y lo visita al bungalow del Delta. Pronto se abandona al recuerdo, a Lucio, al sueño que le contó, que le llevaba hasta la orilla del canal. Allí vio río arriba a un ahogado y cuando iba a pasar a su lado para reconocerlo, gritaba y despertaba, olvidándose de la identidad del ahogado. Ese fin de semana vinieron Lucio y los demás amigos, pero Lucio ya demostraba no querer estar ni volver. Estaba enfadado porque le habían robado su sueño. Queda la duda si el muerto es Lucio o el propio narrador.

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